“Querer es poder”

Juan Yutronic P. | Sección: Nos han escrito

En estos tiempos tan huracanados, en donde comienza a apoderarse de la sociedad entera el personalismo, el empujar al de al lado con los codos, el tratar de sacar provecho de todo lo que se presente a la vista de uno, creo que es necesario detenerse un instante para recordar qué significa la palabra amistad o cómo debemos actuar los que creemos ser amigos.

Amigo es sinónimo de actuar por otros con abnegación, con respeto, cuidando algo que es tan sagrado como el haber construido una amistad, la que nace algunas veces por una mera espontaneidad, en otras ocasiones se construye en el mediano plazo. En todo caso, en cualquiera de las dos circunstancias, debemos actuar en forma correcta, no ocasionalmente, sino en forma permanente.

Desde ya, en la amistad, debe existir confianza y sinceridad. Se suele confundir el primer hábito pasando de largo al segundo. El hecho de tener confianza no permite dejar de ser sincero, y ser sincero no da lugar para poder aprovecharse de este privilegio que es de “ida y vuelta”.

El amigo sincero y con sentimientos “limpios” se preocupa de quien considera, es su amigo. Instintivamente, e incluso, por definición, trata de ayudar al amigo. Puedo decir que hasta de desvive por tratar de ser un fiel servidor de éste.

Para que exista de verdad una amistad fecunda, debe haber reciprocidad de sentimientos y deseos de ayudar. “Yo ayudo por excelencia”… dice el que es buen amigo, el que cree serlo, pero no lo es, dice… “para eso tengo amigos, de ellos puedo sacar buenos dividendos”.

No señores, eso no es ser amigo, sino que se llama, ser un aprovechador y hasta manipulador.

Hay de los que se creen amigos que no tan sólo no sirven a otros, sino que constantemente tratan de sacar partido, y lo que es peor, solicitando cosas inadecuadas y hasta ilícitas. Con esa clase de amigos, ¿Para qué necesitamos enemigos?

Hay un dicho muy expresivo que puede servir de intérprete en la amistad. “No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad”.

Cuando un amigo se siente aprovechado o que además no recibe ninguna retribución, con mucha razón es criticado sanamente por quienes lo rodean de cerca, como lo son sus seres queridos; lo menos que pueden decirnos….“¿Hasta cuando te desvives por los demás, si algunos jamás se desvivirán por ti?”. Cuesta creerlo y más aceptarlo, pero es la cruel y triste realidad.

Por eso es que no es una utopía decir… “De los buenos amigos, pocos, pero buenos y buenos. Los demás, conocidos y punto”.

Lo terrible en este dilema es que el que vive molestando a los amigos o el que trata de recibir en lugar de dar, está convencido que el otro(os) es (son) tontos. Posiblemente sea así, pero hasta mediodía, después de ese medio día, todos estamos más despiertos.

Como cristiano, sigo rogando porque los pocos, pero buenos amigos, sigan floreciendo y los aprovechadores o simplemente seres que disfrutan creciendo o siendo alguien en base a contactos o los tan consabidos “pitutos”, definición que no es mía, sino que una realidad instalada en nuestra sociedad y que ha crecido como la mala hierba, sea erradicada poco a poco, porque dejar de la noche a la mañana los pitutos, es desarmar un edificio construido minuto a minuto, pero sin recordar, que ese edificio nació con malos cimientos y un día, cada piso volará de una plumada.

Para que ello ocurra, debemos todos poner atención este año, especialmente a lo menos, en que las cosas como se están dando, veremos más a menudo quién es quién. Yo estaré con mis antenas bien colocadas para ver lo que ya está sucediendo alrededor de cada uno de nosotros y por cierto que echando una hojeada a mi “querer es poder”.

Juan Yutronic P.