Sobre el Concilio Vaticano II

Luis G. | Sección: Nos han escrito

Estimados señores:

Algunas cuestiones muy breves sobre el Concilio Vaticano II (en realidad conciliábulo por la perversidad de su doctrina):

1.- El ecumenismo constituye oposición a la doctrina de la Santa Iglesia. Podríamos efectuar un largo análisis sobre ello. No obstante, preferimos remitirnos al hecho –tal vez la demostración más palpable de apostasía que hemos tenido ocasión de comprobar– constituido por la reunión ecuménica de Asís, en 1986, en que sacerdotes, pseudo sacerdotes, hechiceros y brujos se reunieron para rezar en conjunto a sus dioses particulares, convocados por Roma. No es extraño, en consecuencia, que los budistas hayan tenido ocasión de adorar a su ídolo en la Iglesia de la Colegiata de San Pedro, en dicha ciudad, ubicándolo en el altar mayor, al lado del Santísimo presente, y sobre los restos de San Victorino, mártir de la Fe. Si eso no es apostasía, no se qué podría serlo.

2.- De otro lado, la doctrina sobre los judíos es manifiestamente contraria a aquélla que la Santa Iglesia ha tenido en todos los tiempos, incitándolos a su conversión. Guste o no, como lo dijo el Excelentísimo Obispo Monseñor Luigi Carli, Obispo de Segni, en el curso del Concilio, el Pueblo Elegido mantiene los tres caracteres de su obstinación: deicida, réprobo y maldito, y mientras no se arrepienta por su pecado así será.

3.- Por otra parte, la reforma litúrgica, solamente insinuada en el conciliábulo, no tuvo por objeto acercar la Fe al pueblo, sino todo lo contrario, erradicar la fe del pueblo, apartándola de los ritos venerables, de notable perfección. En el Breve Examen Crítico los Emimentísimos Cardenales Ottaviani y Bacci dicen que la nueva misa se aparta de una manera impresionante, en el orden y en el detalle, de la teología de la Santa Misa, según fue canónicamente erigida en la Sexión XXII del Sagrado concilio de Trento. Y el resuntado está a la vista: la misma ha sido completamente protestantizada, de modo que es posible pensar que en muchos casos no existe sacrificio de la Misa, pues los sacerdotes no creen en él, sino en un difuso misterio pascual.

Los saluda atentamente,

Luis G.