El otro aborto terapéutico

Jorge Barrera Rojas | Sección: Política, Sociedad, Vida

No debemos extrañarnos por las palabras del candidato Frei, quien se abre, en caso de salir electo Presidente por segunda vez, a una discusión parlamentaria sobre la permisibilidad del aborto terapéutico. Esto, pues hace años que la corriente progresista argumenta “terapéuticamente” sobre otro caso distinto, que está constituido por la Mujer Violada y que queda embarazada producto de dicha violación.

Digo “terapéuticamente”, pues argumentan que el aborto en estos casos debe ocuparse como una verdadera terapia sicológica a la mujer violada, por lo que para ellos es casi obvio que sea la mujer quien decida, pues de no ser así quedará con traumas y problemas sicológicos de por vida.

Es por esto que no sorprenden las palabras de Carlos Peña en su reciente columna. Con aquella habitual representación de la tragedia, y de forma muy habermassiana, es sólo explicación de su manifiesta intención de transformar o construir una realidad diferente a partir de casos que según el sentido común (a veces el menos común de los sentidos), resultan, a su parecer, claras excepciones al Derecho a la Vida.

El columnista parte de una premisa errada, pues señala que lo más probable es que no resulte razonable prohibir, ni permitir el aborto el términos absolutos. He ahí la falacia. Pues claramente aquellos que defendemos el derecho a la vida en términos absolutos, y que no adherimos a credo alguno –a pesar de los planteamientos de Burke y de Llano acerca de la eminente religiosidad de la naturaleza humana–, lo hacemos de manera racional y libre.

En su columna, Peña asimila una mujer violada y embarazada y su obligación jurídica y moral de no atentar contra la vida de quien lleva en su vientre, con el hecho de obligar a transfundir durante meses su sangre con un desconocido con el argumento que, de otra forma, una vida se extinguiría. Es clara la diferencia, y el error del columnista. La mujer violada y embarazada, es la única persona capaz en el mundo de mantener la vida que lleva en su vientre, no siendo posible cambiar a esa vida a otro útero durante su gestación, mas sí es posible cambiar al transfundidor de sangre.

Nadie desconoce el sufrimiento y tragedia que conlleva una violación, pero ello en ningún caso significa una oportunidad de desquite social por parte de aquella mujer que espera un vida Inocente, y que como tal, se encuentra en la obligación jurídica y moral de proteger. Acá señores, no opera la ley del Talión. No por que dañaron su vida, ella tiene derecho a dañar otra. La mujer no tiene derecho a ocupar el aborto como una terapia.




Nota: El autor es Ayudante del Departamento de Derecho Privado de la Facultad de Derecho, Universidad de Chile, y Secretario de Comunicaciones de la FECH 2008.