La izquierda “progresista”, contra la vida; y Frei ¿qué?

Mario Correa Bascuñán | Sección: Política, Sociedad, Vida

Hace unos días, tuve la oportunidad de oír en una entrevista radial al pre-candidato del Partido Radical, José Antonio Gómez, en el que planteaba los principales postulados de su programa electoral: píldora del día después, aborto terapéutico y muerte asistida. En suma, tres formas de atentados contra la vida de las personas, pese a declararse un férreo defensor de los derechos humanos. Posteriormente, hemos podido presenciar a través de todos los medios de comunicación cómo el PPD ha puesto como condición para apoyar a Eduardo Frei que en su programa “valórico” incluya los mismos postulados. Antes, en repetidas oportunidades, hemos oído cosas similares a Escalona, Arrate y otros muchos personeros de los partidos de la Concertación, autodenominados “progresistas”, que recorren el mundo para perder a las almas.

Analicemos brevemente de qué estamos hablando. Se trata de eufemismos, es decir, de manifestaciones suaves o decorosas de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante, como lo define la Real Academia Española. En otras palabras, se trata de disfrazar con palabras que no resultan tan duras, tres formas de atentados contra la vida.

Píldora del día después. ¿Después de qué? Pues, de faltar al sexto mandamiento de la Ley de Dios o, para los no creyentes, pero decentes, de atentar contra la moral y las buenas costumbres; y para remediar las consecuencias, se atenta contra el quinto. ¿De qué se trata? De evitar que una criatura ya concebida pueda continuar su desarrollo, hasta nacer. Se arguye que se trata de evitar “embarazos no deseados”, consecuencia de placeres sexuales sí deseados; o de hacer uso de una mal llamada “libertad”, que consiste en poder hacer cualquier cosa, para “pasarlo bien”, suprema máxima de muchos jóvenes y otros no tan jóvenes; pero tan egoístas como los primeros. Bien sabemos que la libertad realmente consiste en poder hacer lo que debemos querer; y eso no es cualquier cosa sino sólo aquello que nos perfecciona, que nos hace más personas. Providencialmente, hay muchos jóvenes muy valiosos que sí se preocupan de lo bueno respecto de sí mismos y de los demás; y, una mala noticia para los referidos políticos: son la inmensa mayoría, aunque un poco silenciosa.

La famosa píldora, como lo han certificado prestigiosos médicos y los propios laboratorios que la fabrican, es abortiva; y, aunque no lo fuera, en todo caso, anticonceptiva. Es decir, placer sexual irresponsable y luego, deshacerse de las molestas consecuencias, sin importar que se trate de matar a una persona. Digamos desde ya que la anticoncepción, sin llegar a atentar contra la vida, también corresponde a una falta contra el sexto Mandamiento, aunque ya a pocos les preocupe.

Aborto terapéutico. Se conoce con tal nombre el que se hace para salvar la vida de la madre. Como muy bien lo sostiene el profesor José Joaquín Ugarte en su “Derecho de la Vida”, no es nunca lícito, porque el hombre no puede disponer de la vida, y el buen fin no justifica los medios malos; pero además, porque con la tecnología hoy disponible, es prácticamente inexistente el caso en que haya que sacrificar al hijo para salvar a la madre. Por otra parte, el término “terapéutico” se refiere a la parte de la medicina que enseña los preceptos y remedios para el tratamiento de las enfermedades. Mal se puede llamar terapéutico un tratamiento que no sana de ninguna enfermedad, sino que destruye una vida humana. Entonces, ¿por qué estos autodenominados progresistas quieren al aborto terapéutico? ¿A qué se refieren con esta expresión? En realidad se utiliza con dos propósitos: uno eugenésico, es decir, la aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana: casos de malformaciones congénitas, cualesquiera sean ellas; o la prevención de enfermedades que los riesgos fetales pueden producir en la madre y, como consecuencia de su tratamiento, pueden producir problemas al feto. El otro es aún peor, porque se trata de evitar a la madre molestias psicológicas como consecuencia del embarazo, como se ha hecho recurrentemente en Europa. Es decir, simplemente aborto, que cualquier médico inmoral disfraza de terapéutico por los problemas psicológicos que le pueden producir a la madre eventuales remordimientos por su inconducta; o simplemente porque no quiere concluir su embarazo en forma natural. En definitiva, se trata de legalizar directamente el aborto.

Muerte asistida. Aquí se trata simplemente de eutanasia; y la eutanasia, tanto activa como pasiva, son simplemente casos de homicidio o de suicidio, según las circunstancias. En la práctica se trata de casos de personas que quieren disponer de su vida, eventualmente para evitar el dolor o, todavía peor, de disponer de la vida de otros, bajo el pretexto de ayudarlo a bien morir o a no sufrir. Como se ha visto en Europa, se trata de liberarse de la incomodidad de tener que cuidar y socorrer a una persona que no es capaz de valerse por sí misma.

¿Es esto progreso? Creo que no, que más bien este desprecio de la vida humana de las personas más indefensas es un retroceso. Quien estrenó el término “progresismo” fue Stalin para disimular al comunismo después de la segunda guerra mundial. Como se ve, desde hace muchos años, los marxistas, ocultos o declarados, han tratado de monopolizar el término “progresismo”. Después de la caída del socialismo real en la vieja Unión Soviética y los países a ella sometidos, los marxistas ya no son comunistas, salvo algunos recalcitrantes y otros hábiles estrategas que advierten que algunos debe haber, como Teillier y sus secuaces. Ahora son socialdemócratas o, mejor aún, “progresistas”.

Progreso, de veras, siguiendo a Gonzalo Fernández de la Mora, consiste en la elevación del nivel de uso de la razón, lo cual implica, en primer lugar, mayor control frente a las pulsiones instintivas o pasionales; en segundo lugar, multiplicación de los conocimientos y, consecuentemente de las técnicas para acomodar las circunstancias a las necesidades y aspiraciones de la persona humana; y por último, perfeccionamiento de los hábitos de convivencia y de las instituciones sociales para disminuir la agresividad y estimular, dentro de una jerarquía de méritos y capacidades, la caridad y la colaboración.

¿Qué nos han aportado los socialismos, bajo sus diversos sayos y pieles de lobo? Sólo estatismo, burocracia, exacciones tributarias a quienes logran prosperar económicamente y dádivas de todo tipo a sus clientes políticos.

Pues bien, el marxismo ha sido una de las ideologías menos progresistas de la época contemporánea, pues es un dogmatismo voluntarista, que anatematiza cualquier disidencia; se nutre de textos canonizados de Marx, Lenin, Engels, Gramsci, etc., de retórica y de mitos; ha excitado la envidia y el resentimiento de las masas, por ejemplo y entre otros, contra los empresarios; ha creado la economía de las colas, el racionamiento, los estamentos privilegiados y las catástrofes ecológicas, entre las que destacan las nucleares como Chernobyl, las contaminaciones masivas, la desecación del mar Aral con salinización y desertización de enormes extensiones; genocidios, terror policiaco implacable, como el de Honecker; imperialismo colonialista, que tanto hizo sufrir a casi toda la Europa central y muchas otras naciones, como la cubana, por ejemplo; la subversión de los bienes morales y la corrupción de las administraciones públicas, como lo vemos a diario. Todo esto no es progreso, sino regresión y resulta impresentable que se autocalifiquen de progresistas. No obstante, estas tres formas de homicidio son presentadas como “progresistas”. Sin embargo, por el contrario, no es progresista respetar los derechos humanos de quienes no son sus correligionarios.

Y frente a esto, ¿qué dice el candidato Frei? ¿Continuará recurriendo al último casillero de las encuestas, ése de “no sabe/no contesta”? ¿Adherirá a los viejos principios fundacionales de la Falange primoriverana o del Partido Conservador Social Cristiano? ¿O el pegamento del poder por el poder, con todos sus empleos y cargos, es más fuerte?

La ideología democristiana encierra un verdadero drama. En primer lugar, le creyeron a los marxistas eso de la “dialéctica”; y frente a la tesis del materialismo marxista, opusieron como antítesis el materialismo capitalista. La síntesis es que se quedaron con lo peor de los dos, pues en materias económicas son socialistas y en materias morales, liberales. Por eso, se ha dicho que son “beatos” o “pechoños” con “escape libre”.

Entonces, si bien sintiéndolo formalmente en el alma, lo más probable es que el candidato Frei mirará para el lado y aceptará estos postulados, pues por una parte considerará que es el precio de los votos “progresistas”; y por otra, en el fondo, concuerda con los mismos. Por eso dice que en una sociedad democrática todo es conversable. ¡Oh democracia! ¡Cuántas gárgaras se hacen en tu nombre!

No hay, pues que engañarse. Hay cosas que son intransables, como el respeto a la vida humana y quien deba ser nuestro candidato, tiene que abjurar de la píldora del día después, por abortista; del aborto en todas sus formas, incluido el terapéutico; y de la muerte asistida, también en todas sus formas; y si no, no.

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