La verdad sobre las “Católicas por el Derecho a Decidir”

Prensa | Sección: Religión, Vida

En el año 2000, un medio brasileño publicó un artículo con ocasión del Día Internacional de Lucha contra el SIDA titulado “Doctrina católica sobre la fidelidad favorece epidemia, afirma teóloga”, en el que una supuesta “experta católica” critica a la Iglesia por promover la castidad. La “experta” en cuestión era Yury Puello Orozco, representante del polémico grupo feminista y abortista “Católicas por el Derecho a Decidir” (CDD) en Brasil.

Que un grupo de mujeres que se proclaman católicas cuestionen una enseñanza tan fundamentada de la Iglesia, llamó la atención de Jerson Lourenço Flores Garcia, representante del Movimiento en Defensa de la Vida (MDV). Por ello, Flores no dudó en revelar la naturaleza nada católica de las CDD y a qué se dedican.

Además de señalar que se trata de una organización abortista estadounidense y que su objetivo principal es eliminar al mayor opositor del mundo contra el aborto, la Iglesia Católica, Flores recuerda en una nota aclaratoria que las CDD se esfuerzan por convencer a católicos y no católicos de que el aborto es una alternativa éticamente válida para las mujeres católicas, “despreciando y ridiculizando las enseñanzas fundamentales de la Iglesia, promoviendo agresivamente la anticoncepción y el aborto”.

Flores describe uno de los documentos más característicos del grupo titulado “Mujer… Cuerpo… Deseos… Derechos… Vida, Mucha Vida”, de la autora Carolina Teles Lemos.

En tal publicación hay sorprendentes interpretaciones de pasajes bíblicos con frecuencia citados por los católicos para hablar del amor conyugal y de la familia, como Cantar de los Cantares 4, 1-15, un fragmento de un apasionado discurso del Rey Salomón a su esposa. Según la autora, la cita bien podría referirse a los elogios de un enamorado a su enamorada y no “reducirse” al matrimonio.

Asimismo, Teles sostiene que cuando Cristo dice que debemos buscar la “vida en abundancia”, quiere decir que no le “gustaría que un bebé nazca con deficiencias ni que las mujeres los tengan en momentos difíciles de su vida”, es decir que sólo los “humanos perfectos” o los concebidos en “determinados momentos” tienen derecho a vivir.

En otra parte de la publicación, Teles se refiere al pasaje de la Anunciación. “Cuando el Ángel se apareció a María y le preguntó si quería ser la madre de Dios, ella pensó mucho primero, para después decir que sí. Si Dios da a María la oportunidad de decidir, tenemos que acreditar que a nosotros nos dará la misma chance, ¿no creen?”, cuestiona Teles.

Según Flores, la intención de esta falacia es convencer al lector “de que la voluntad humana debe imponerse a la voluntad de Dios”.

Sin embargo, el pro-vida parece no sorprenderse con estos argumentos, considerando la historia del grupo fundado por Frances Kissling, una mujer que vivió algún tiempo en un convento de las Hermanas de San José (EE.UU.) y al abandonarlo dirigió una clínica de abortos en Nueva York.

Las CDD financian sus actividades con millones de dólares recibidos de grupos estadounidenses abiertamente anti-vida, como la Fundación Ford.

En América Latina su agenda es clara:

  • Apoyar el disenso católico en el tema del aborto y los anticonceptivos.
  • Proporcionar a los católicos una “alternativa racional” a la doctrina de la Iglesia.
  • “Educar” sobre los derechos de salud reproductiva (aborto y anticoncepción sistemática) en América Latina.
  • Según Flores, las CDD no son católicas porque “pervierten el sentido de la libertad humana. Al interpretar los crímenes contra la vida como legítimas expresiones de la libertad individual, exigiendo o reconociendo legalmente el derecho de matar, se subvierte la base de los derechos humanos y se niega el derecho a la vida”.

¿Católicos y abortistas?

Según el Padre Luiz Carlos Lodi da Cruz, encargado de uno de los apostolados pro-vida más exitosos de Anápolis, cuando los católicos se sienten confundidos por las argumentaciones a favor del aborto, simplemente deben recurrir a documentos eclesiales como la encíclica de Juan Pablo II, Evangelium Vitae, para constatar que las enseñanzas de la Iglesia van de la mano con la moral y el aborto siempre será algo malo por implicar la muerte deliberada de un ser humano inocente.

El Padre Lodi sostiene que no se puede matar a un bebé ni siquiera para salvar la vida de la madre porque ambas son vidas humanas independientes. Si teóricamente se da el caso, nada se puede hacer y nunca es lícito “hacer el mal para que de ahí provenga el bien”.

Tanto la vida de la madre como la del niño son absolutamente iguales, agrega el sacerdote y precisa que ambos son “seres humanos criados a imagen y semejanza de Dios, poseedores de un alma inmortal y de un destino sobrenatural”.

El Padre Lodi indica que el aborto tampoco es “lícito en casos de violación, porque la repugnancia contra el crimen nunca podrá convertirse en repugnancia contra un inocente concebido. La vida siempre es un don de Dios, aún cuando surge en circunstancias pecaminosas”.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por aciprensa.com.

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