El Estado y el Bienestar fracasan cuando los niños mueren

Pedro L. Llera | Sección: Familia, Sociedad

Al final, los que pagan los platos rotos siempre son los más débiles e indefensos. Y quienes más están sufriendo las consecuencias de la crisis moral de Occidente son los niños. Sobran los ejemplos.

Leo en La Nueva España que “una niña muere en Francia después de que su padre la olvidara un día entero en el coche. La menor, de tres años, falleció por deshidratación. Se trata del segundo caso en el país en menos de una semana”.

¿Qué clase de padre puede olvidarse de su hija durante todo un día?

Pero no hace falta irse a Francia. Recientemente nos enterábamos del caso de una madre que raptaba a su hija de un centro de acogida. Cuando llegan las separaciones o los divorcios los niños son los “daños colaterales” que sufren la ruptura.

Padres irresponsables que usan a sus hijos como arma arrojadiza contra sus exparejas están a la orden del día.

Padres que matan a sus hijos, que los abandonan en contenedores de basura, que abusan sexualmente de sus criaturas…

Es rara la semana que no cae una red de pederastas repugnantes que graban violaciones espantosas de niños y bebés y luego comparten sus monstruosidades con otros degenerados por Internet.

El último caso realmente escalofriante es el de esa chica de Olloniego que al parecer dio a luz sin que nadie se enterara de que había estado embarazada y con las mismas, presuntamente, asesinó a su hijo recién nacido y lo enterró por su cuenta para que su familia no se enterara.

¿Cómo pueden pasar estas cosas? Madres solteras siempre las ha habido y a estas alturas de la historia, ¿qué sentido tiene ocultar un embarazo? ¿Qué puede llevar a una mujer al asesinato de su propio hijo?

Pero para mí, el peor y más espantoso de los crímenes que se cometen a diario con los más indefensos es el aborto de miles de bebés que no tienen ni la oportunidad de ver la luz. Y todo el mundo mira para otro lado como si no pasara nada.

Ningún síntoma representa mejor la degradación moral de la sociedad europea que el silencio cómplice y la aceptación social del crimen espantoso que tratan de camuflar bajo el estúpido eufemismo de “interrupción voluntaria del embarazo”.

Sólo una profunda crisis moral puede explicar lo que está ocurriendo. Un auténtico cáncer está acabando con nuestra sociedad. Ese cáncer tiene nombres: relativismo, ideología de género, marxismo, positivismo, materialismo, hedonismo.

Es lo que les están inculcando a nuestros hijos todos los días a todas horas: lo único que cuenta es disfrutar y pasarlo bien; a lo único que debemos aspirar es a vivir bien y a consumir; lo que importa es el lujo, los coches caros y las comodidades. Nada de sacrificios ni de esfuerzo ni de virtudes. Eso está pasado de moda.

El único Dios es el Estado que nos tiene que garantizar el Bienestar. Esos son los únicos ídolos a los que esta sociedad enferma adora. Pero, para esa manera de entender lo que es “vivir bien”, los niños estorban porque dan mucho la lata, cuesta mucho dinero mantenerlos y mucho esfuerzo educarlos. Por eso los matáis y los sacrificáis a esos falsos dioses a los que rendís culto.

El “Estado” y el “Bienestar” representan hoy mejor que nada ni nadie al Anticristo. Nos ofrecen la salvación. Pero al final los que adoran al diablo no dejan a su paso sino destrucción y muerte.

Ni el Estado ni el Bienestar nos pueden hacer felices. El Estado del Bienestar mata y convierte a sus adoradores en monstruos insensibles cuando no en asesinos. Sólo el Dios Amor, sólo Jesús, nos puede salvar de esta enfermedad terminal que padece el mundo.

Necesitamos una verdadera revolución del amor para terminar con tanto sufrimiento y tanta muerte; para acabar con tanto sinsentido, tanta náusea, tanto suicidio, tanta droga y tanta mierda como amenaza con ahogarnos.

(*) Publicado en ForumLibertas.com.

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