A mis almas, a mis héroes de La Pintana

P. José Antonio Marcone | Sección: Héroes Anónimos, Religión

Soy párroco de la Parroquia Jesús el Buen Pastor, en El Castillo, La Pintana. Es un lugar donde la vida es difícil para mis parroquianos. Para el que mira a los hombres y mujeres de mi parroquia con una mirada meramente sociológica, es decir, meramente humana, podrá decir que se trata de hombres y mujeres absorbidos en su mayoría por la vida fácil y sin esfuerzo. ¡Cuán equivocado está el que piensa así! ¡Cuántos actos heroicos en la vida cotidiana de mis parroquianos! ¡Cuántos héroes anónimos labran cada día la filigrana de su vida intensa en la lucha alegre y abnegada!

Uno de estos héroes anónimos es Paulina. Tiene 27 años, está casada y tiene cuatro hijos. La historia es fuerte, pero real. Un día, al volver de la casa de su madre con sus hijos, encuentra a su marido, Nicolás, colgado de uno de los tirantes de la casa.

Se había ahorcado, pero todavía tenía un hilo de vida.

Inmediatamente, con una fortaleza que hace acordar a la Magdalena del evangelio, lo baja de allí y rápidamente lo lleva al centro de salud de la población. Allí le dan muy pocas esperanzas de vida para su marido y, si sobrevive, sería con secuelas muy graves.

Pero ella no se amilana.

Lo hace llevar a un hospital. Allí ruega a los médicos y lo trasladan a otro hospital, uno de los mejores del centro, donde su marido es internado en la UTI.

Todo lo hace sin medios económicos, apoyándose solamente en su fe y confianza en Dios, entregándose enteramente a la intercesión del Siervo de Dios Juan Pablo II. Paulina organiza cadenas de oración y me pide que celebre Misas.

Cinco días después de estar internado, su marido sale caminando de la UTI. A raíz de esto, Nicolás decide dejar las drogas, a las que era adicto, e inicia una vida nueva. Nicolás decide bautizarse y, junto con el Bautismo, recibe la Confirmación y la Primera Comunión. Al día siguiente se casa por la Iglesia con Paulina. Ahora llevan una vida de esfuerzo cotidiano, pero en unidad y amor familiar.

Decía que Paulina es una heroína, pero creo que también se debe aplicar ese nombre a Nicolás, al sobreponerse a una adversidad tan grande.

Son ellos de quienes habla otro sacerdote católico, esta vez un mártir de Jesucristo, que dio su vida en la persecución religiosa de México en la década de 1930. Y lo hace en una poesía.

Se trata de unas estrofas desgarradoras, pero llenas de un consuelo definitivo, indicando cuál es el sentido de esos actos heroicos que ahora son anónimos. El consuelo definitivo para esas almas es “las ternuras infinitas y los amores celestiales que en el cielo guarda Dios”.

Y sus actos heroicos son anónimos por ahora “porque no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, y no hay nada oculto que no haya de saberse” (Mt.10,26). Así sucedió con aquella mujer que realizó un acto heroico al derramar un frasco de perfume finísimo para honrar al Verbo hecho hombre.

Fue un acto heroico y, al mismo tiempo, incomprendido.

Y el mismo Jesucristo atestiguó que ese acto, un día, dejaría de ser anónimo: “Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, se acercó a él una mujer que traía un frasco de alabastro, con perfume muy caro, y lo derramó sobre su cabeza mientras estaba a la mesa. Al ver esto los discípulos se indignaron y dijeron: ‘¿Para qué este despilfarro? Se podía haber vendido a buen precio y habérselo dado a los pobres.’ Mas Jesús, dándose cuenta, les dijo: ‘¿Por qué molestáis a esta mujer? Pues una obra buena ha hecho conmigo. Porque pobres tendréis siempre con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre. Y al derramar ella este ungüento sobre mi cuerpo, en vista de mi sepultura lo ha hecho. Yo os aseguro: dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya’.” (Mt.26,6-13)

María Magdalena, el héroe anónimo de aquella tarde en Betania, era una de esas almas a las que canta el Beato Pro. Había estado casada con un oficial romano (según cuenta la historiografía) y luego se había convertido en prostituta (según cuenta el evangelio). En ella habían habitado siete demonios, como también cuenta el evangelio.

Esa era un alma “que en la lucha por la vida nunca vio realizado los sueños de su ideal”.

Y sin embargo, se levantó sobre su miseria, sobre su estiércol y, anónimamente, día a día, golpe a golpe, de acto heroico en acto heroico, fue labrando su vida heroica. Y llegó a ser una de las estrellas más rutilantes del firmamento de Cristo: Santa María Magdalena.

A mis almas, a las de mi parroquia, a todas las ‘Paulinas’ y todos los ‘Nicolás’ les dedico esta poesía del Beato Mártir Miguel Agustín Pro, ya que intuyo o, aún mejor, sé que hay muchas de estas almas entre las ovejas de mi rebaño.

    A Mis Almas

    ¡Para vosotras son mis canciones forjadas en el yunque del dolor! ¡Para vosotros las sin bandera, las sin alero, las sin amor!

    ¡Oh, mis almas, a quien matan ignoradas nostalgias, las que viven en los lechos

    sin alivio en el sufrir;

    las que tienen noches negras, tan eternas y sombrías como deberían ser las noches del infierno…, hermanas mías, yo comparto su sentir!

    ¡Oh, mis almas! Almas fuertes, que en la lucha por la vida nunca vieron realizado

    los sueños de su ideal,

    y que van en los pesares con la frente alta y erguida ocultando con la risa los dolores de una herida que hace infinito su mal.

    No busquéis aquí en la tierra los caducos manantiales de ese amor, que anhelando, pobres almas, vais en pos;

    que a la sed de vuestras almas sólo sacian los raudales de ternuras infinitas y de amores celestiales que en el cielo guarda Dios.

    ¡Para vosotras son mis canciones forjadas en el yunque del dolor! ¡Para vosotras las sin bandera, las sin alero, las sin amor!

Tagged as: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,