Paso a paso, hacia abajo
Gonzalo Rojas S. | Sección: Educación, Política, Sociedad
Desde hace cincuenta años -y algo más- las sociedades del occidente cristiano se deslizan cuesta abajo, paso a paso, eslabón por eslabón.
Paso a paso, eslabón por eslabón, en tantísimas materias.
Aquí, unas pocas.
Del divorcio vincular a la aprobación de las uniones civiles, al descenso exponencial del número de matrimonios, a nuevas facilidades para el divorcio, a las uniones pseudo matrimoniales entre personas del mismo sexo, a la adopción de niños en esas uniones.
De la igualación de la filiación a una masiva y mayoritaria filiación no matrimonial.
De la anticoncepción química o física, a los dispositivos “micro abortivos”, al aborto en tres causales, al aborto total y criminal, al infanticidio.
De los cinco géneros a los ocho, a los 25, a los 35, a la inclusión de la pedofilia entre los géneros.
De la obligación de educar sexualmente a los niños en el colegio, a la imposición de la ideología de género a los menores, a la prohibición de los padres de oponerse.
De la autorización para cambiar de sexo a los mayores de 18, a los mayores de 14 y de ahí, a los menores de 14.
De la legalización del consumo de marihuana, a la legalización de su cultivo, a la legalización de muchas drogas, a la despenalización del cultivo y comercio de todas ellas.
De la asistencia al suicidio, al establecimiento de la eutanasia por causales, a la eutanasia por edad o condiciones médicas generales.
De la denuncia contra unos pocos pastores por sus actos reprobables o su encubrimiento, al “que se vayan todos”, a la elección de los pastores por el pueblo, a la supresión de la jerarquía eclesiástica.
De la crítica al sacerdocio como ministerio sagrado, a la proposición del sacerdocio social, a la supresión del ministerio sacerdotal y de los sacramentos.
Y así, paso a paso, eslabón tras eslabón, siempre a peor, siempre afirmando que lo anterior era insuficiente, siempre descalificando a quienes hemos advertido que venía otra cosa aún más grave.
Por eso llama tanto la atención que el Rector de la P. Universidad Católica de Chile haya escrito esta semana:
“La medida de otorgar derecho a voto a los representantes estudiantiles, aprobada por el H. Consejo Superior, apunta a tener un mayor compromiso de los estudiantes con el desarrollo de la UC. Así, al hacerse parte con su voto, buscamos un mayor compromiso y responsabilidad, y estamos seguros de que lo van a hacer con seriedad. Esta medida se aplicará de manera gradual al interior de los Consejos de las Facultades con similar quórum, proceso que se realizará de manera programada a partir del próximo año. Plantear con estos cambios de mayor participación la presencia de un cogobierno universitario o de un gobierno triestamental no tiene ningún sentido. Más bien refleja temores infundados, basados en experiencias del pasado y en un miedo de adaptarse a los cambios que nos presenta la sociedad.”
¿Qué ha sucedido, paso a paso y eslabón por eslabón, en las universidades, en temas ciertamente mucho menos graves, pero que siguen la misma tendencia?
De la presencia minoritaria de los secularizadores a su triunfo en todas las federaciones del país, aunque sea con porcentajes mínimos de participación.
Del vociferar anti cristiano, a la toma violenta y, de ahí, a la imposición de comisiones de trabajo para discutir la objeción de conciencia institucional y la ideología de género en los cursos de la PUC (y no sabemos cuán abajo se seguirá cayendo en este tema).
Por eso -ya ha sido anunciado y será promovido, aunque el Rector Sánchez no quiera verlo u oírlo- los próximos pasos serán el conseguir votación con porcentajes representativos para los alumnos y presencia triestamental en la tomas de decisiones.
Veremos quién tiene la razón. Si el rector o nosotros, los timoratos que nos basamos en experiencias del pasado (¡vaya defectos!) Lo veremos más temprano que tarde.