Odiosidad in crescendo, una inquietante estrategia opositora

Jaime Yankelevich | Sección: Política

La intolerancia, la odiosidad in crescendo y el cinismo de la actual oposición está creando un ambiente artificial de conflictos, que afecta seriamente la posibilidad de avanzar fluidamente en las soluciones a los reales problemas que enfrenta el país. Esto lo han demostrado en materias tan variadas como el nepotismo; en el verdadero escándalo que armaron por el viaje a Harvard del ministro de Hacienda; la amenaza de interpelación al ministro de Justicia por reunirse con el Fiscal Nacional; las amenazas de acusación constitucional contra el ministro de Salud, a quien una diputada del FA trató de mentiroso; y el apoyo que le dan a cualquier demostración callejera, aunque no haya una razón verdadera para protestar y marchar.

Cuando me refiero a cinismo, lo digo porque lo que fueron prácticas habituales en el gobierno de la Nueva Mayoría sin que se inmutaran, hoy por hechos muy menores arman un escándalo y lo denuncian, con el propósito de arrebatarle el control de la agenda al Ejecutivo y generar ante la ciudadanía una mala imagen de la actual administración.

Partiendo por el tema del nepotismo, atacaron al Presidente y lo demandaron ante la Contraloría por el nombramiento de Pablo Piñera. Curioso actuar, cuando en el gobierno de la Nueva Mayoría, la Presidenta Bachelet nombró a su hijo Sebastián Dávalos a cargo de las funciones ejercidas normalmente por la Primera Dama, quedando bajo su dependencia siete fundaciones. Y días atrás solamente, el ex canciller Heraldo Muñoz criticó a la Nueva Mayoría, calificándola de que fue una agencia de empleos. ¿Y aun así se atreven a demandar por nepotismo, golpeándose el pecho?

Otro ejemplo de ese mismo cinismo y odiosidad es el ataque al ministro de Justicia por haberse reunido con el Fiscal Nacional. ¿Se les olvidó la cena del 7 de marzo de 2014 en la casa del senador Girardi, en homenaje al presidente de la Corte Suprema Sergio Muñoz, donde asistieron parlamentarios de la Nueva Mayoría, integrantes del máximo tribunal y el Fiscal Nacional, Sabas Chahuán, entre otros invitados, tales como Isabel Allende, Carolina Tohá, el futuro ministro del Interior Rodrigo Peñailillo y varios políticos más?

Sólo días atrás, el ex canciller Heraldo Muñoz criticó a la Nueva Mayoría calificándola de agencia de empleos. ¿Y aun así se atreven a demandar por nepotismo, golpeándose el pecho?

Pero la guinda de la torta es el escándalo que armaron y que continúa en los titulares, por el viaje del ministro de Hacienda a la Universidad de Harvard, demandándolo en la Contraloría por usar fondos cercanos a US$ 7.000 para su viaje, -lo que Harvard restituirá en gran parte-  para ir a hacer una presentación como ministro y ex alumno a la comunidad universitaria más prestigiosa del mundo. En la oposición se olvidaron rapidito del viaje de Bachelet a Brasil para presenciar el partido de la selección, usando un Gulf Stream IV de la FACH, que tuvo un costo superior a los US$ 7.000 por hora de vuelo, con un costo total al erario nacional de US$ 75.000. Pero como se trata del actual gobierno y no hay que dejar pasar ocasión para desprestigiarlo, no les preocupa exponer al país a un escarnio internacional por esta bochornosa pequeñez.

Y bienvenida la nueva consigna, “terminar con la educación sexista”, para marchar, tomarse facultades, universidades y colegios. ¿Es verdad esto, o había que inventar algo nuevo, ya que se terminó el tema del lucro y se necesitaba tener una razón, aunque sea espuria, para medir fuerzas entre la calle y el gobierno, a fin de ver quién es más fuerte? Porque si fuera cierto lo de la educación sexista y esto se aceptara, quiere decir que en Chile toda la educación que se imparte estaría discriminando por razones de sexo, porque eso significa ser sexista. De ser efectivo entonces, ningún profesor debería seguir impartiendo docencia, todos debieran ser exonerados y juzgados por la ley Zamudio, y ningún padre debiera permitir que sus hijos e hijas atendieran clases, porque el sexismo no distingue entre hombres y mujeres.

Lo que esto está logrando es que nos transformemos peligrosamente en un país crispado y tensionado artificialmente, con un nivel de odiosidad en aumento que entorpece la marcha del país y atenta contra la buena convivencia, pues en lugar de unir, polariza, y en lugar de enriquecer la amistad cívica, promueve la intolerancia, el reclamar por todo, el exigir más y más derechos, pero obviando el diálogo. Todo lo cual es justamente lo que se debe evitar, si queremos algún día despegar de verdad.

El daño que causa esta estrategia opositora finalmente perjudica a los ciudadanos más vulnerables, porque con esta política las soluciones a los problemas reales que les afectan —tales como su situación de pobreza, mala salud, educación de mala calidad, precaria seguridad, vivienda, etc.— se ven postergadas por la simple mezquindad de entorpecer la labor del gobierno a como dé lugar. ¿Con qué fin? Evitar que en cuatro años más Chile Vamos siga gobernando y se extienda por largo tiempo su mandato.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero, www.ellibero.cl