A+ ¡Oh, my God!

Gerardo Varela Alfonso | Sección: Política, Sociedad

La semana pasada me tocó trabajar en Londres. Visité el Temple Court Inn, asociación de abogados ubicada alrededor de la iglesia medieval del “Temple”, inmortalizada en la novela “El Código da Vinci”.

Viendo el desempeño de los barristers (abogados litigantes), solicitors (abogados comerciales) y jueces, sentí algo de envidia por el nivel de profesionalismo y rigor intelectual con que enfrentan la profesión. Nos hemos acercado, pero todavía nos falta mucho para llegar a ese nivel. Como dijo el ex Primer Ministro laborista Gordon Brown, se necesitan 500 años de práctica para empezar a entender la democracia; lo mismo ocurre con el ejercicio del derecho. Trabajando en Londres y viendo la civilidad con que se comportan sus ciudadanos, me preguntaba de dónde sacamos la idea de que somos los ingleses de Latinoamérica.

Es cierto que tenemos la deformación de manejar por la izquierda y que nuestras barras bravas se asemejan a los extintos hooligans , además algo de espíritu isleño exudamos, pero no mucho más a primera vista.

Sin embargo, me bastó entrar a EMOL y ver la reacción de nuestra prensa y autoridades en relación a la baja en la calificación de riesgo de Chile para entender lo que nos une.

En efecto, me acordé de esa noble inglesa que mientras tomaba el te y leía The Times se entera de que la India se había independizado y el subcontinente dividido en 2 países. Entonces, frente al derrumbe del imperio británico, ella reflexionaba: “what a pity we lost India”, que podría traducirse en algo así como “que penita que perdimos India”.

Por eso parecemos ingleses. La mezcla de resignación, estoicismo y flema con la que reaccionamos frente a la adversidad nos hace acreedores de esa fama.

Que las agencias internacionales nos suban el riesgo país no es trivial. Si el país es más riesgoso, por definición económica y financiera, todas las personas y empresas que viven ahí también lo son. De hecho, nadie puede tener mejor calificación de riesgo que la república. Eso significa que en lo sucesivo, todos nos endeudaremos más caro, nuestras empresas empeorarán su calificación; ergo, serán menos competitivas y nuestras inversiones más costosas, etc. Por culpa de este gobierno, del “programa” y la irresponsabilidad e ignorancia de la Nueva Mayoría, todos estamos peor que antes. Nos llevó una generación mejorar nuestra calificación de riesgo para perderla ahora por culpa de un verdadero dream team de la ineptitud.

Además, tenemos en Chile personeros de gobierno que evocan los personajes de cera del museo londinense de Madame Tussaud. Si no sabe a qué me refiero, acuérdese de la imperturbable cara de Alberto Arenas y Alejandro Micco explicándonos que la reforma tributaria era inocua para el empleo, inversión y crecimiento. O nuestra vocera de gobierno que, impertérrita, cual orquesta del Titanic, enfrenta la adversidad con un garbo envidiable. La vocera no se sonroja ni parpadea ni palidece mientras niega la realidad. Con una flema y desenfado muy británicos, culpa al mundo de nuestra economía; niega el terrorismo en La Araucanía; sostiene que la reforma educacional es fantástica, porque una tómbola es mucho más justa, inclusiva y pedagógica que los exámenes, y se desentiende del Sename como si ocurriera en otro país. Y qué decir de nuestro ministro de Interior (sí existe uno, y no es de cera), que realmente solo es superado en su expresividad, exuberancia y capacidad analítica por el príncipe de Edimburgo. Vale la pena destacar también el estoicismo del ministro Valdés, que sacrificó su prestigio profesional “to save the Queen” . El epitafio de su gestión será “Sin él pudo ser peor”, lo que resulta deprimente para alguien a quien se le exige excelencia. Finalmente, las ideas del líder laborista Jeremy Corbyn tienen su émula en Chile con Lady Beatriz Sánchez, cuyo discurso parece el hijo ilegítimo de Benny Hill con Gladys Marín.

Por eso, si a primera vista pareciera que no tenemos nada en común con los ingleses, tras un par de días empecé a reconciliarme con la idea de que en realidad sí somos los ingleses de Latinoamérica.

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Reproducimos a continuación el intercambio epistolar que siguió a la publicación del artículo anterior.

Clasificación de riesgo

Señor Director:

Gerardo Varela, en su columna de ayer, argumenta que la rebaja de clasificación de riesgo de Chile en un escalón, donde estábamos en 2012, destruye lo que construimos en varias décadas, y contrasta el apocalipsis que estaríamos viviendo con la vida idílica que observó durante una visita reciente a Inglaterra.

El distinguido abogado ignora que hace poco Inglaterra vio caer su clasificación en dos peldaños, retrotrayéndolos a donde estaban en 1978 y, si seguimos la lógica de Varela, destruyendo los avances ingleses desde los tiempos de Enrique VIII. Supongo, también, que su opinión del gobierno de Cameron está un peldaño más abajo de la mala que ya tiene del gobierno chileno. La rebaja de clasificación crediticia de Chile debiera preocuparnos, pero en dicha preocupación se debe mantener un mínimo sentido de las proporciones, sentido que no está presente en la columna de Varela.

José De Gregorio (Domingo 23 de julio de 2017)

Moderado o exagerado

Señor Director:

En carta del día de ayer, don José De Gregorio critica por exagerada mi columna (22 de julio) en relación al deterioro de nuestra calificación de riesgo país.

En la vida, todo lo que exige esfuerzo, sacrificio y disciplina es difícil de lograr. Ahorrar es más difícil que gastar; ayunar es más difícil que comer; trabajar es más difícil que flojear. Mejorar el riesgo país es más difícil que empeorarlo. Tomó una generación subirlo y tres años, bajarlo.

Don José minimiza los efectos de esta baja, defendió que la reforma tributaria no afectaría el ahorro, inversión y crecimiento, y ha culpado a factores externos del deterioro de nuestra economía. Todo esto lo ha hecho con moderación ejemplar.

Mientras tanto, yo –con particular exageración– he advertido lo contrario a mis lectores. Hasta la fecha, sin embargo, a la luz de los resultados, el moderado he sido yo, y don José ha subestimado siempre los efectos de las malas políticas públicas. El tiempo y los lectores juzgarán.

Gerardo Varela (Lunes 24 de julio de 2017)

Equivocado

Señor Director:

El señor Gerardo Varela no entendió mi comentario a su columna del sábado. No le dije que exageraba, le dije que estaba equivocado, que era incorrecto usar como ejemplo a Inglaterra para demonizar al gobierno chileno e insultar a algunas de sus autoridades por la rebaja en la clasificación de riesgo, porque Inglaterra tuvo en 2016 una rebaja de clasificación de dos escalones, el doble de la que tuvo Chile.

En su carta de ayer, el señor Varela no se hace cargo de su error y opta por desviar la atención con otros temas, a los que no me referiré porque no corresponden a esta discusión.

José De Gregorio (Martes 25 de julio de 2017)

Malentendido

Señor Director:

Le pido excusas a don José de Gregorio por mi columna del sábado. Él creyó que yo afirmaba en serio que somos los ingleses de Latinoamérica. Lo mío era una ironía, mal lograda tal vez, si mi distinguido interlocutor no la entendió.

Cómo nos vamos a comparar con un país que es millonario, tiene más del doble del ingreso per cápita; un PIB de más de 10 veces el chileno; es el segundo mayor inversionista extranjero en el mundo; ha tenido el imperio más grande de la historia, ha sobrevivido a la armada española, a dos guerras mundiales y ahora se atrevió a despechar a Europa.

La rebaja de la calificación de riesgo de un país millonario no pasa de ser una nota al pie de página en su historia. Para un país modesto tiene otra relevancia. Los ingleses pueden decir “chao, jefe”, nosotros no.

Gerardo Varela (Miércoles 26 de julio de 2017)

Nota: Este artículo y el intercambio epistolar posterior fueron publicados originalmente por El Mercurio de Santiago.