“Gritocracias”

Max Silva Abbott | Sección: Política, Sociedad

#01-foto-1-autorUn fenómeno realmente inquietante de muchas de nuestras actuales sociedades, es que la democracia ha dejado de ser un mecanismo de gobierno en el cual realmente se pueden debatir las ideas, y se ha convertido en un instrumento que permite imponer su parecer a quienes presionan más fuerte, por muy contramayoritarias que sean sus demandas.

En efecto, cada vez más parece ganar el que grita más alto, el sector que amenaza de manera más prepotente o incluso aquel que lisa y llanamente amedrenta a sus opositores o incluso infringe la ley: en una palabra, quien golpea más violentamente la mesa. Así, no es infrecuente que los poderes formales se inclinen ante este (aparente) matón y con tal de no caer mal o para evitar lo que consideran un problema mayor, accedan a sus exigencias, por muy opuestas que resulten para el bien común.

De esta manera, muchas de las decisiones que se adoptan un país se obtienen a punta de amenazas y de presiones, no de verdadero diálogo ni mucho menos un debate racional acerca de los verdaderos problemas (o al menos los más urgentes), ni tampoco sobre los reales recursos con que se cuenta para solucionarlos (ni mucho menos cómo administrarlos), a fin que puedan ser mejor aprovechados.

En una palabra, gana el “quienvive”: el que golpea primero, el que muestra mejor sus afilados dientes, aunque sean de utilería; en suma, el que menos democrático y tolerante se muestra –aunque diga lo contrario– y se retira satisfecho luego de cumplido su reclamo, al menos por un tiempo, por muy estrambótico que sea y por muchas situaciones bastante más necesarias y urgentes que vayan quedando en el camino sin solución, fruto de su matonaje.

Y es por eso que varios problemas verdaderamente importantes e incluso dramáticos se ven continuamente relegados, empeorando cada vez más, puesto que pese a su mayor valía, no cuentan con el prepotente andamiaje de otros; a menos que una situación llegue a niveles inverosímiles y alguien del “stablishment” considere que podría profitar de la misma para sus propios intereses, luego de lo cual, vuelve a relegarlo en el olvido.

La consecuencia natural de lo anterior es que estos permanentes postergados –por regla general, el grueso de la población– se desencanten del sistema, lo cual no hace sino empeorar este círculo vicioso. De ahí que esta “democracia” tenga cada vez menos raigambre popular y dependa de más o menos poderosas pero muy bien organizadas minorías.

Todo esto, por tanto, está haciendo que nuestras democracias estén siendo sustituidas por “gritocracias”, situación que no puede ser más opuesta y dañina para su verdadero ideario y razón de ser.