Cine e ideología

Pablo J. Ginés | Sección: Arte y Cultura, Sociedad

¿Por qué hay tantas películas españolas sobre la Guerra Civil o el franquismo… y todas exclusivamente desde la izquierda, e incluso izquierda radical?

¿Por qué desde hace unos años hay tantísimas películas con personajes homosexuales en España, Europa y Hollywood?

¿Cómo es posible que el tema más frecuente y más financiado en los festivales de cine de España no sea ni la historia, ni el arte, ni la naturaleza ni la actualidad… sino la homosexualidad?

¿Por qué las películas que critican el comunismo que se producen en Europa Oriental apenas llegan a Europa Occidental?

¿Cómo es que abundan las películas de vampiros sin referencias religiosas, cuando el famoso cazador Van Helsing de “Drácula” era un católico devoto?

¿Por qué hay tantas películas modernas de demonios y posesiones… pero sin referencias a Dios?

¿Por qué el Noé de Aronofsky y el Éxodo: Dioses y Reyes de Ridley Scott no se parecen casi nada a la Biblia?

¿Por qué los cristianos y la religión salen siempre maltratados en las películas de Amenábar, sea cual sea su tema central?

¿Ha cambiado algo el panorama cultural el hecho de que recientemente se hayan difundido películas sobre mártires cristianos modernos –Popieluszko, Cristiada, Un Dios prohibido, Bajo un manto de estrellas– cuando hasta hace poco no había ni una?

Estas son algunas de las preguntas que aborda, sugiere o responde el último libro del popular crítico de cine Juan Orellana (Pantalla Grande, Pantalla 90, Alfa y Omega, Noche de Cometas) en su libro Cine e Ideología (editorial Stella Maris).

Orellana se atreve a decir que el “rey está desnudo”, es decir, que el cine se está vistiendo no con historias y personajes auténticos, sino con los vapores melifluos de la ideología, a veces realmente torpes y machacones. Y casi siempre desde hace 40 años de la misma ideología: un cóctel de marxismo, ideología de género, hedonismo individualista y paganismo “new age”.

El libro lo demuestra enumerando y clasificando las películas más influyentes y relevantes de estas corrientes, especialmente de los últimos años, aunque rastreando también sus precedentes históricos.

Señala, por ejemplo, que Dios es eliminado de la película del agnóstico Ridley Scott sobre Moisés: aparece como un dudoso e inquietante niño que sólo Moisés ve, y desaparecen signos visibles de Dios entre su pueblo, como la nube o la columna de fuego.

La “new age”, luminosa pero sincrética, reina en éxitos como “La vida de Pi”, “El atlas de las nubes”, “La extraña vida de Timothy Green” y a veces entroncan con cierto ecologismo.

También abunda en el cine cierto cientifismo que en vez de recoger los frutos de la colaboración entre fe y razón en el siglo XX y XXI repite esquemas y consignas ideológicas del siglo XIX. “Ágora”, de Amenábar, es el ejemplo paradigmático de este radicalismo ideológico aplicado a lo que debería haber sido una película histórica. (Decía Manuel Alfonseca que “los ateos siguen con argumentos del siglo XIX mientras que los teístas se han modernizado mucho”… y en el cine se nota).

En cuanto al cine español, Orellana señala con nombres y apellidos a las dos personas que lo esclavizaron en una temática e ideología de guerracivilismo, sexo grueso y auto-odio irónico: el productor Andrés Vicente Gómez y el guionista Rafael Azcona.

También concreta nombres de cineastas que han conseguido escapar de “esa especie de pensamiento único”: Isabel Coixet, Gracia Querejeta, Miguel Hermoso y Rafael Gordon.

En ese sentido, una de las grandes virtudes del libro es que más allá de enumerar y clasificar los ejemplos de vasallaje cinematográfico a las ideologías dominantes, hace un esfuerzo por señalar las excepciones y las producciones alternativas. Y es realmente un esfuerzo, porque no abundan.

Se trata, en fin, de un libro que dice lo que casi toda España piensa cuando le hablan del “cine español” y señala que no se trata de una coincidencia ni una necesidad del arte narrativo, sino de un proyecto ideológico afinado por personas y productoras bien concretas.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Religión en Libertad, www.religionenlibertad.com.