La cristología del P. Jorge Costadoat

Carlos A. Casanova | Sección: Educación, Religión

#05-foto-1Presento aquí algunas de las opiniones del P. Jorge Costadoat  concernientes a la cristología, el Magisterio de la Iglesia Romana, la unidad de la Iglesia Católica y la presencia de Cristo en la Iglesia. Este documento es un tanto largo, pero considero crucial exponer la “teología” del hombre que ha dirigido por dos años la carrera de teología de la PUC y que ha sido y es profesor de Cristología Sistemática.

Usaré sobre todo dos artículos publicados:

1) Jorge Costadoat, S. J. “La liberación en la cristología de Jon Sobrino”. En: Teología y Vida, Vol. 45, número 1 (2004), 62-84. Disponible aquí: http://www.scielo.cl/pdf/tv/v45n1/art03.pdf; y aquí: http://www.scielo.cl/scielo.php? script=sci_arttext&pid=S0049-34492004000100003&lng=es&nrm=iso

2) “La cristología de Aparecida”. Ribet Vol. V/No. 8 (2009), p. 58, también disponible en línea.

 

En el primer artículo, Costadoat suscribe todas las tesis principales de la cristología de Jon Sobrino. Comienza con la afirmación de que “Jon Sobrino es probablemente el principal cristólogo latinoamericano” (p. 62). Pero un poco después declara explícitamente: “[…] la cristología de Sobrino ha debido rescatar el carácter escatológico de Jesucristo: su doble referencia al reino de Dios y al Dios del reino, y la profunda humanidad e historicidad de Jesucristo. La recepción de esta cristología ha querido ser crítica en el entendido que, situándonos en la brecha que nos abre, lo que nos interesa es ayudarla a avanzar” (p. 63). Así, Costadoat declara que en ese artículo va a apartarse en algunos puntos de la enseñanza de Sobrino, pero sólo con el fin de llevar adelante sus tesis principales. En la p. 80 leemos que Costadoat ha “asumido en este artículo la perspectiva de la historicidad de la salvación cristiana”, de tal manera que se retoma la afirmación de la p. 63.

En la p. 76, Costadoat explícitamente suscribe todas las opiniones de Sobrino que ha presentado en la sección 3 del mismo artículo. Dice, en efecto, “la intención de Sobrino y la similar de otros autores, nos parecen válidas […]”. Después de esto, el autor introduce una salvedad cuyo significado es realmente oscuro, hasta el punto de que he llegado a pensar que está allí sólo para cubrir las vergüenzas de la previa suscripción.  La salvedad, sin embargo, no afirma que la cristología de Sobrino sea errada, sino sólo que en Calcedonia “persona” y “naturaleza” tienen significados diferentes a los que usa Sobrino. En la p. 78 el lector puede ver que Costadoat no acepta este Concilio excepto en cuanto “rescató” la humanidad de Jesús… Así, la salvedad puede significar cualquier cosa, pero está claro que Costadoat suscribe la cristología de Sobrino y no la de Calcedonia.

En las pp. 81 y 82 el lector encontrará nuevas suscripciones por Costadoat de las tesis de Sobrino: (a) “el mérito de Sobrino estriba en derivar el conocimiento cristológico del seguimiento de Cristo […]”. Previamente él ha explicado que este “seguimiento de Cristo” significa la práxis revolucionaria. (b) “El método de la cristología de Sobrino acierta en lo fundamental […]”. Esta frase implica que a menos que haya una crítica explícita, Costadoat está de acuerdo con Sobrino. Pero la crítica explícita que se encuentra en el artículo se reduce a esto: (b.1) Sobrino no toma suficientemente en cuenta la religiosidad popular latinoamericana (sobre este punto volveré tras presentar las tesis de Costadoat); y (b.2) Sobrino subraya demasiado la “fe” en la venida del reino y la ruptura epistemológica que entraña esa fe con el “cristianismo idolátrico”, pero Sobrino subraya demasiado poco el papel de las ciencias sociales en la articulación de esa “fe” con la estructura inteligible del mundo, de tal modo que es incapaz de ver la unidad salvadora de “fe y razón”. (c) “[…] la crítica más seria que puede hacerse a la cristología de Sobrino” es la que hemos apuntado como b.2. Noten que esta afirmación claramente implica que la negación por Sobrino de la divinidad de Cristo y de la trascendencia de Dios son juzgadas correctas (o irrelevantes) por Costadoat. –Pero por el contexto queda claro que Costadoat no considera irrelevante ningún aspecto central de la cristología de Sobrino.

Una vez establecido que Costadoat suscribe las tesis presentadas en este artículo, uno puede reproducir algunas de ellas, como meros ejemplos, sin carácter exhaustivo:

(a) “[…] lo histórico no es puramente lo que pueda acreditarse científicamente como lo prepascual, sino aquello prepascual que fue sobre todo la praxis de Jesús” (p. 65). [Es decir, la Pascua no es histórica… (ver p. 68)].

(b) “[…] el reino [que ha sido reinterpretado en clave marxista] no se concibe sin Dios, ni Dios sin el reino” (p. 67). [Esto implica que Dios no trasciende a las criaturas personales sin las que no hay “reino”.] “[…] para Jesús, Dios no es una realidad que pudiera no relacionarse con la historia ni la historia con Él, sino que esa relación es esencial al mismo Dios” (nota 39).

(c) El par inseparable “reino-dios” es el éschaton, lo último”. A la luz de esto ha de leerse lo que dice Costadoat sobre Calcedonia en las pp. 74-75: “aquello que sea ‘último’ en Cristo es divino”. Es decir, uno puede decir que hay Dios en Cristo porque Cristo “interpretado históricamente” incluye la tensión hacia el “reino-dios”, hacia la salvación intrahistórica. Que “históricamente interpretado” significa esto puede colegirse del siguiente pasaje, en su contexto: “Para el seguimiento de Cristo, las dos historias cuentan: la historia de los pobres de hoy y la historia de Jesús de ayer. En la medida que el seguimiento de Cristo arraiga en América Latina, en tanto que hace suya la perspectiva de los pobres, la cristología que se nutre de Él lleva a recuperar de la figura histórica de Jesús de Nazaret aspectos que de otro modo quedarían ocultos […].” (Las cursivas son mías. Ver k para confirmar esta interpretación).

(d) “Lo último para esta cristología [es] el reino de Dios y no la resurrección de Cristo. La resurrección podría serlo y de hecho lo es para muchas cristologías, pero ella resulta abstracta para indicar cómo ha de configurarse la historia presente” (p. 68). “La salvación que implica el reino es histórica y tiene múltiples aspectos” (ibídem).

(e) En la p. 69 Costadoat afirma que Dios, “para Jesús”, no es un ser personal, sino la personificación de lo que es bueno, y algo trascendente: es Dios-Padre. (Es decir, Jesús no es Dios, sólo el Padre es Dios.) Además, “de modo semejante a como Sobrino historiza el reino de Dios, historiza, por decirlo así, al Dios de Jesús”.

(f) “Jesús no tiene mucho que decir sobre la cuestión de Dios hoy si ésta es vista puramente desde el ateísmo, desde la existencia o no existencia de Dios” (p. 70, nota 58). [Esto implica, leído a la luz de todo lo anterior, que el ateísmo está bien, si va acompañado de la tensión hacia el reino intrahistórico.]

(g) “La fe en Cristo en América Latina ha sido incapaz de cambiar la realidad de los pobres, según Sobrino, porque ella se centra en un Cristo más divino que humano. Este Cristo ha sido enseñado por la Iglesia institucional” (p. 71). [La “cristología oficial” es ideológica en el sentido marxista de la palabra.]

(h) En la nota 68 uno puede ver quiénes son los pobres. La concepción de los pobres no es cristiana, sino cercana al marxismo y a la concepción del “proletario” en el “Manifiesto comunista”.

(i) Uno encuentra una completa subversión de los Concilios cristológicos de los primeros siglos cuando Costadoat afirma lo siguiente: “Contra diversas formas de docetismo, Sobrino exige que se reconozca la ‘realidad’ de los pobres en su relación con la ‘realidad’ del Hijo de Dios encarnado” (nota 73). “Sobrino exige a la cristología defender la humanidad de Cristo ‘sin añadidos’ (poderes o conocimientos extraordinarios), pero también recuperar el carácter histórico, dialéctico y concreto de la humanidad de Jesús” (p. 73, las cursivas son mías). [Jesús no es Dios, su “realidad histórica” tiene que ver con la lucha por la liberación de los pobres, no con la realidad de Dios encarnado.]

(j) “Todo lo humano es real en Cristo y en Él ‘es real nada más que lo humano’” (p. 73).

(k) “De aquí saca Sobrino la exigencia actual, de cara a nuestra salvación y en contra del docetismo recurrente, de reconocer a Jesús ‘persona’ humana” (p. 75). Y “persona” debe interpretarse (k.1) en términos hegelianos: “Si la ‘filiación divina’ de Jesús, gracias al concepto de naturaleza, ha podido ser concebida como ‘proveniencia’, Sobrino cree en cambio que es posible entenderla como ‘entrega’: ‘ser persona es poder entrar en relación con otro, lo que se consuma en la entrega, de modo que Jesús se constituye en persona precisamente en la entrega a ese otro que es Dios’. En este sentido, es posible ‘repensar la filiación a partir de la relación histórica de Jesús con su Dios Padre’” (pp. 75-76). [Nótese bien que este pasaje claramente implica la negación de que Cristo sea Dios consubstancial con el Padre. Desde luego, que ese “dios” sea Dios ha sido negado previamente (ver b, d y e).] Pero la personalidad debe entenderse también (k.2) en términos “zubirianos”: no puede pensarse que las personas precedan a sus acciones, de tal modo que Jesús entendido como persona humana es una consecuencia de su práxis (ver p. 76). [Nótese bien que los seres humanos pueden no ser “personas” si no están comprometidos con este “reino-dios” de la teología de la liberación.]

(l) “El principal mal del cual América Latina necesita ser liberada es la idolatría. Aquí el ‘ídolo por antonomasia, originante de todos los demás, es la configuración económica de la sociedad, injusta, estructural, duradera, al servicio de la cual están otras muchas realidades: el poder militar, el político, el cultural, el judicial, el intelectual, y, también, con frecuencia, el religioso […].” [Esta tesis sitúa a Costadoat, sin duda, en la tradición marxista.]

(m) “Pero la legítima exigencia de inmanentización de la salvación escatológica pone a esta teología problemas teóricos difíciles de enfrentar.” [Está bien inmanentizar la salvación, según Costadoat. Su “cristología” no es cristiana. El Reino de Cristo, en realidad, no es de este mundo. Cristo es Dios y no puso fin a la pobreza porque Él vino a poner fin al más radical de los males, al pecado. Él quiere que los seres humanos, en su lucha contra el pecado, luchen también contra sus secuelas, los demás males. –Pero el Reino no es de este mundo. La inmanentización de la salvación es parte de lo que pretende el marxismo, que se opone radicalmente al cristianismo.]

 

Tales son algunas de las tesis que suscribe Costadoat. En otro artículo, “Interrogantes sobre la cristología latinoamericana (treinta años de cristología en América Latina –Bibliografía)” (http://es.scribd.com/doc/27091245/costadoat-jorge-interrogantes-sobre-la-cristologia-latinoamericana, publicado el 19 de febrero de 2010, consultado el 22 de marzo de 2012), Costadoat nos revela qué quiere decir cuando critica a Sobrino por apartarse de la cristología popular. Allí, en efecto, repite esa crítica, pero la desarrolla un poco más. Remite a un trabajo de Juan Carlos Scannone, “Pistas cristológicas”, publicado en “Evangelización, cultura y teología” (1990). El error de Sobrino sería, entonces, no darse cuenta de que se puede aprovechar no la “cristología oficial” (que sería ideológica en el sentido de Marx), sino la popular para dar entusiasmo religioso a la lucha por la liberación. ¿Cómo se haría esto? “En continuidad con la fe popular Scannone propone injertar el nuevo anuncio de Jesucristo liberador en la fe tradicional en Cristo Salvador”. De eso se trata. De subvertir la creencia popular, aprovechándola para la causa revolucionaria.

Ahora podemos volver nuestra atención a otros puntos, más metafísicos, del artículo “La liberación en la cristología de  Jon Sobrino”. El autor promueve el “círculo hermenéutico” (ver, por ejemplo, pp. 63, 66, 70, 71), y de esa manera niega valor teórico a la teología y la filosofía que aceptan que hay verdades metahistóricas. Pero entonces afirma él que hay algo meta-paradigmático: “La relación entre Jesús y los pobres, entre Jesús y las víctimas, adquiere para Sobrino un valor ‘metaparadigmático’. Los cambios de paradigma que inquietan a los teólogos en la época reciente no afectan al signo de todos los tiempos”. Es decir, la principal tesis del marxismo, que la explotación es la constante de toda la historia humana y que la salvación debe ser intramundana, eso es “metaparadigmático”: “Jesús mantuvo una praxis profética […] Ella tuvo lugar en medio de una estructuración de la sociedad y del mundo, persistente hasta nuestros días, que Sobrino llama ‘estructura teologal idolátrica de la realidad’” (p. 69).

Después de haber visto las tesis de Costadoat y su metafísica, es fácil comprender que su “cristología” no es otra cosa que una subversión radical del cristianismo, que sigue las directrices de las “tesis sobre Feuerbach”. Todo concilio o documento que Costadoat analiza resulta radicalmente subvertido (e invito al lector a que verifique esto por medio de una lectura del artículo que estoy comentando aquí).

Costadoat se esfuerza por esconder sus opiniones detrás de un comentario a Sobrino. Pero cualquiera que tenga ojos en la cara y un intelecto en su alma puede ver a través de esta técnica el verdadero significado de su artículo.

Como una derivación de los problemas cristológicos y metafísicos, en el segundo ensayo que mencioné al inicio, Costadoat hace una propuesta de completa igualdad entre las iglesias locales y la Iglesia Romana, y entre el cristianismo y cualquier otra cultura, bajo el disfraz de juegos de palabras. Después de haber dicho: “Sin perjuicio de la responsabilidad que le cabe a la sede de Pedro de salvaguardar la unidad de la Iglesia”, añade: “ella debería reconocerse como una iglesia particular igual a las demás, con una visión cultural y una teología propias. Esto facilitaría el diálogo indispensable con las otras iglesias cristianas, las demás iglesias católicas particulares y entre todas ellas. En el presente, la omnipresencia de la iglesia de Roma tramitada por la curia, impide cumplir con la intención del concilio. La iglesia latinoamericana demanda al menos un mayor respeto a su manera de hacer las cosas” (p. 58). Antes ha declarado: “Pero los textos [de Aparecida] no desmienten la pretensión de superioridad del cristianismo, con lo cual se hará muy difícil una auténtica inculturación del evangelio” (p. 56). [Costadoat piensa que el cristianismo es una civilización particular, Occidental, no una Revelación llamada a inspirar todas las civilizaciones.] Y: “Aparecida advierte en todos los pueblos la presencia de las ‘semillas del Verbo’, pero no alcanza a reconocer en ellos la plenitud de salvación, sino sólo una orientación a la plenitud de la salvación, que se halla sólo en quienes han sido objeto de la ‘revelación del verdadero rostro de Dios por Jesucristo” (nota 117).

Lo que quiere decir Costadoat exactamente con las afirmaciones del último párrafo puede colegirse de los artículos que ha publicado en “El mostrador”. Uno puede verificar cómo el P. Costadoat rechaza sistemáticamente las enseñanzas constantes del Magisterio Romano relativas, por ejemplo, a la ordenación de mujeres. Uno puede colegir lo mismo de su amor a la cristología de Sobrino, según él, todavía en sus clase del segundo semestre de 2011, el más importante cristólogo latinoamericano.