La rana en la cisterna

Enrique Subercaseaux | Sección: Política, Sociedad

#04-foto-1-autorHay un viejo cuento japonés que relata las peripecias de una rana que cae dentro de una cisterna. Ella, finalmente, logra escalar los muros rugosos del pozo y ponerse a salvo. Pero la belleza del cuento radica en las descripciones e imágenes de los avances y retrocesos del animalillo, trepando arduamente por una piedra porosa, húmeda y resbaladiza. Y de lo reducido que parece su horizonte al mirar para arriba, su meta, y constatar que un pequeño círculo contiene un trocito de cielo, que es todo su mundo y referente.

Algo así deben estar sufriendo los políticos: no ya solo los de derecha, puesto que el desprestigio es absolutamente transversal, (cualquier encuesta así lo confirma), sino todos, de un extremo al otro del arco ideológico. No deja de sorprender que algunos, de inclinaciones más populistas, se froten las manos con los escándalos Penta y Caval, creyendo que ellos podrían ser depositarios de los votos de castigo a ciertos partidos, pero estoy cierto que incurren en un error: el malestar no es solo con los escándalos y los abusos, sino que va mas allá: se reacciona contra promesas no cumplidas o cumplidas a medias.

En Chile el gran problema es de gestión. Todos queremos mejor educación, mejor salud, seguridad, transporte público y un largo etcétera, pero ello no es que tarda en llegar, es que empeora en su calidad con el paso de los meses. Y las promesas incumplidas se transforman en frustraciones crecientes. La distancia entre las promesas y el accionar de la clase política, por una parte, y lo que demanda la ciudadanía, por otra es cada vez más grande e insalvable.

Los políticos se han enfrascado en un debate ideológico de poca monta, reduciendo todo a consignas. Buscan mimetizar su pensamiento y acción en frases y slogans (cuñas publicitarias) fácilmente digeribles por la población, pero este simplismo lleva inexorablemente a una mala gestión que se traduce en malos resultados. De allí el estancamiento de la economía, la cesantía en aumento y los problemas cada vez más complejos de la reforma educativa. De esta última, por ejemplo, podemos anotar que durante el año 2014 desfilaron por Chile muchos de los grandes expertos mundiales de educación. Casi unánimemente recomendaban medidas para mejorarla que eran exactamente el contrario a lo que se ha ido plasmando en reformas y leyes que están mal concebidas y peor diseñadas.

Para no hablar de la agenda valórica, donde simplemente se ha arremetido con verborrea violenta en contra de los sectores conservadores de la sociedad y la misma Iglesia Católica, con la esperanza que este matonaje les sirva para acallar toda protesta y oposición al momento de dictar o modificar las leyes.

Se arremete contra el “mercado” y el “neoliberalismo” como si estas definiciones y sistemas fueran culpables de los problemas que se derivan del mal uso o abuso que han aflorado en el desarrollo de actividades económicas individuales. Cuando es el Estado y sus poderes los que están al debe, con legislaciones o poco adecuadas, o mal concebidas o mal implementadas, que son justamente, como en todos los países, los instrumentos que se usan para prevenir o castigar los abusos.

Se habla del triunfo del Gobierno al aprobar una nutrida agenda legislativa, donde se confunde cantidad por calidad, y donde la gestión está por verse, suscitándose, desde ya, graves problemas de interpretación e implementación. Lo triste es que todos repiten el slogan oficial, sin reparar en los problemas que desfilan ante sus propios ojos. Como ocurrió en su momento con el Transantiago y otras iniciativas gubernamentales fallidas.

En fin, como la rana del cuento japonés, es de esperar que la clase política logre aumentar su horizonte conceptual para que se dé cuenta donde radican los reales problemas. De lo contrario, seguiremos deslizándonos por la pendiente del populismo. Basta ver los casos de Venezuela, Argentina o Brasil para entender lo resbaladizo y poroso que puede ser el trayecto.