La nueva versión de la evaluación internacional PISA (Programme for International Student Assessment), ha confirmado que el sistema de enseñanza de nuestro país está basado en metodologías pasivas y en criterios evaluativos que escasamente apuntan a promover el desarrollo de las competencias de análisis y síntesis. En contraste, el informe revela con claridad que los sistemas educativos destacados, son aquellos que han sabido incorporar metodologías que permiten a los alumnos aprender en profundidad.

Aunque a muchos sorprenda, de acuerdo a los resultados, en Chile sólo un limitado 2,1% de los jóvenes de 15 años pueden resolver problemas cotidianos. ¿Dónde está la falla, si es que se puede identificar? ¿Cuál sería el camino para mejorar?

Tal como se establece en la investigación, los estudiantes que se están preparando para el mundo del mañana, necesitan más que el dominio de un repertorio de hechos y procedimientos; los estudiantes necesitan un aprendizaje que les permita manejarse en situaciones que no son familiares y en las que los efectos de sus intervenciones no es predecible. Asimismo, el estudio confirma que los jóvenes, cuando se les pide resolver problemas respecto de los cuales no tienen ninguna estrategia concreta, deben ser capaces de pensar con flexibilidad y creatividad para superar los obstáculos que se interponen en el camino de las soluciones (pág. 26).

¿Por qué la educación escolar no debe descuidar el propósito de que los jóvenes adquieran capacidades para resolver problemas? ¿qué métodos pedagógicos han resultado ser efectivos para impulsar esas destrezas? El informe subraya lo evidente: el desarrollo de habilidades para resolver problemas, la destreza de adaptarse a nuevas circunstancias, la capacidad de aprender a lo largo de la vida, y la capacidad para convertir el conocimiento en acción, siempre han sido importantes para la plena participación en la sociedad (pág. 28). A raíz de esta fundamentación, el estudio refiere algunos de los métodos de enseñanza progresiva que han probado ser efectivos para promover una comprensión en profundidad y para preparar a los estudiantes en la aplicación de sus conocimientos a nuevas situaciones: el aprendizaje basado en problemas, el sistema de aprendizaje basado en investigación (individuales y de grupo), o los métodos basados en trabajos en proyectos (pág. 28).
La evidencia apoya la interpelación que hemos hecho a través de este medio, en el sentido de que es necesario un giro en el actual sistema de enseñanza. Es impostergable ampliar el uso de metodologías activas para traspasar a los alumnos los contenidos curriculares, apuntando a que ellos logren aprendizajes en profundidad. En las salas de clases se deben aplicar métodos que potencien la destreza de los alumnos para aproximarse de manera crítica y reflexiva a los contenidos del curriculum.

En definitiva, las educadoras y los profesores tienen que hacer con mayor eficacia algo que ya hemos advertido: estimular la capacidad crítica del pensamiento, que es la que permite plantear problemas, evaluar, autoevaluarse y proyectar la información que se ha procesado.