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Memoria

“Mientras celebramos el nacimiento de Aquel que es nuestra paz ¿no se insinúa la imagen de una patria dividida en bandos cada día más inconciliables? ¿No crecen también diariamente, en medio de una espiral de odio y de violencia, la enemistad y el muro que nos separa? No puede haber paz si la noche se transforma en vigilia armada para impedir el despojo de lo que legalmente nos pertenece. No puede haber paz impuesta por cualquier forma de prepotencia o atropello a la libertad”: los Obispos Santos y Oviedo, Presidente y Secretario de la Conferencia Episcopal de Chile, fotografiaban así el momento político-social que vivía nuestro país en la Navidad de 1971.

La fotografía se conservaba y agudizaba en el mensaje de abril de 1972, en el que todos los Obispos de Chile pedían “orar incesantemente por la Patria en esta hora difícil. No nos hundamos en el caos, el odio y la miseria. La hora es grave, y no puede estirarse mucho más el hilo que aún une a las dos partes del país, sin consecuencias irremediables”.

En marzo de 1973, ante la presentación del Informe ENU (Escuela Nacional Unificada), el Cardenal Silva Henríquez, Presidente de la Conferencia Episcopal denunciaba: “por muy pluralista que se proclama el Informe, no vemos destacados en parte alguna los valores humanos y cristianos que forman parte del patrimonio espiritual de Chile . Se da, en cambio, por establecido que el país acepta un planteamiento “socialista, humanista, pluralista y revolucionario”, en circunstancias que una parte considerable del país se manifiesta en desacuerdo. Las palabras “improvisación” e “imposición” vienen a la mente aun sin quererlo”.

Y en su Mensaje de Pascua de Resurrección de 1973 volvió el Episcopado a fijar la fotografía del “rostro de Chile… martirizado por grandes temores, luchas que desangran la patria, prensa diaria que con grandes titulares invita a la violencia, a la desconfianza, a la enemistad, lucha de clases cargada de odios y de violencia, juventud utilizada y lanzada a la misma lucha que viven los adultos…desabastecimiento y mercado negro, libertinaje, pornografía, aumento desmedido de la criminalidad sexual”.

Junio de 1973: “ Nos duele ver las largas colas de chilenos, los millones de horas que se pierden cada semana, la humillación de vivir en esas condiciones. Chile parece un país azotado por la guerra”.

Pentescostés de 1973: “nunca habíamos sentido tan terriblemente real y cercana la presencia del pecado. El odio entre hermanos se proclama hoy por método y principio como el único camino. Nos urge liberar a Chile cuanto antes de este torbellino fratricida”.

Julio de 1973: “sugerimos una tregua para que no asesinemos la Nación”.

Una memoria de país que ignore estas fotografías es mentirosa y enferma.




Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Revista Humanitas, www.humanitas.cl.