¿Qué hacer en estas elecciones?

Felipe Widow L. | Sección: Política

01-foto-1-autorEl profesor José Luis Widow, mi hermano, ha desatado la polémica, en estas páginas, con una tesis según la cual no puede ser lícito votar por Piñera en circunstancias que ha propuesto males morales graves en su programa de gobierno (píldora del día después, uniones de hecho, por citar los ejemplos paradigmáticos).

La verdad es que no estoy de acuerdo con la tesis de mi hermano. Pienso que es lícito, en determinadas circunstancias, votar por un candidato que propone males morales, aunque, evidentemente, es necesario juzgar si existe razón suficiente para realizar tal acción a pesar de los males morales propuestos por el candidato en cuestión. Es en el contexto de este juicio de razón suficiente que nos encontramos, frecuentemente, con la afirmación de que hay que votar por Piñera porque es el mal menor. Sin embargo, la terminología del mal menor y el mal mayor, en este caso, me parece una terminología equívoca que puede inducir a error, porque atiende, en general, sólo a la comparación de los males morales contenidos en los programas de los candidatos. Ésta es la razón, pienso, por la que se concluye tan fácil y rápidamente que es conveniente y bueno votar por Piñera: comparado su programa con el de Frei y el de ME-O, ceteris paribus (es decir, si todas las demás circunstancias se mantienen constantes), parece que su gobierno es el mal menor para Chile en las circunstancias actuales. El problema es que la condición de “ceteris paribus”, en este caso, no se cumple. Al decidir el voto, no hay que mirar sólo a los males o bienes que se sigan directamente de las acciones de quien va a gobernar, sino también a aquellos males y bienes que se sigan indirectamente del hecho de que gobierne uno u otro. En esta perspectiva, y admitido que el eventual gobierno de Piñera vaya a realizar directamente menos males morales que los que realizarían Frei o ME-O, creo posible afirmar que un gobierno de Piñera sería un mal mayor para Chile que el gobierno de cualquiera de los otros dos. Un gobierno de “derecha” que propone males morales como los señalados, aunque menores que los propuestos por sus contendores, causa más escándalo –en sentido estricto, es decir, confusión moral de los buenos– que uno de izquierda; tal gobierno de “derecha” debilita más gravemente las reservas morales de la nación; destruye más radicalmente las posibilidades de resistencia real a los males procurados por la izquierda.

Por las mismas razones, atendiendo incluso a los males contenidos en los programas de unos y otros y que han motivado esta discusión, esto es, aborto (o píldora del día después, que al caso es lo mismo, puesto que ésta le abre la puerta a aquél) y matrimonio homosexual (o uniones de hecho, que al caso es lo mismo, puesto que éstas le abren la puerta a aquél), pero no ya en el plazo corto de un gobierno, sino en plazos medianos o largos de varios gobiernos sucesivos, es posible ver que un gobierno como el de Piñera, aunque frene la caída en lo inmediato, la acelera en aquellos plazos, pues la confusión y debilitación de las bases morales antes dicha permite que la reforma cultural y social en que está empeñada la izquierda sea más fácil y profunda en los nuevos gobiernos socialistas que, de seguro, sucederán al de Piñera y su eventual o eventuales sucesores aliancistas. El ejemplo de España, en este punto, es indesmentible: el gobierno del Partido Popular frenó (y poco, muy poco) por un tiempo la reforma de la sociedad española en la que se ha empeñado el PSOE. Sin embargo, al volver los socialistas al poder, se encontraron con que prácticamente todas las resistencias que la sociedad española podría haber opuesto, todavía, a su obra revolucionaria, habían sido dinamitadas por la confusión, entibiamiento, colusión con el mal y claudicación permanente de los principios intransables que se dio durante el gobierno del PP. De este modo, la transformación de España en un país que no pueda reconocer “ni la madre que la parió” (según la declaración de un connotado socialista español) ha sido, durante el mandato de Zapatero, infinitamente más rápida y profunda de lo que cualquier socialista hubiera soñado antes del gobierno del PP. Esto mismo es, me temo, lo que sucedería en Chile si Sebastián Piñera llega a gobernar.

01-foto-2Algún despistado podría concluir, de lo anterior, que entonces es mejor votar por Frei o ME-O, puesto que los males serían menores con alguno de ellos que con Piñera. Sin embargo, esta conclusión es falsa porque, paradójicamente, es el MAL, más abierto y declarado en Frei o ME-O, el que los hace menos peligrosos que Piñera, pero nunca es lícito elegir el mal aunque por medio de él se obtengan bienes mayores, como ya se ha dicho suficientemente.

Al hombre prudente, en la circunstancia actual, sólo le caben dos opciones: el voto nulo o, si hallase alguna razón suficiente, el voto por Piñera. No he encontrado una razón que sea verdaderamente suficiente para inclinarme por esta última opción, y no creo, tampoco, que sea posible encontrarla.