Católico, Opus Dei… y darwinista

Fernando Paulsen | Sección: Religión, Sociedad

04-foto-1Fernando Orrego Vicuña es considerado una de las mejores mentes científicas de Chile. Ha sido varias veces postulado al Premio Nacional de Ciencias. Ha tenido trabajos precursores en Chile en áreas como la neurobiología, con investigaciones que resolvieron varias dudas científicas sobre cómo se coordinaban las neuronas estimuladoras de distintas conductas y emociones y que él llama “una contribución de Chile al mundo de la ciencia de punta”. Otros trabajos suyos sobre el mecanismo de acción de los fármacos antidepresivos también alcanzaron el pináculo que busca cualquier científico de fuste: ser publicados en las mejores revistas científicas, con gran crítica de sus pares.

Profesor desde hace varios años de la Universidad de los Andes, señala con mucho orgullo que tiene dos grandes regalos en su vida: “Uno es la Iglesia católica; el otro es el Opus Dei”.

Científico que cree en las teorías de la evolución de Charles Darwin y que, simultáneamente, profesa una profunda fe religiosa que no ve incompatible con sus ideas racionalistas sobre la materia y los elementos. Conversar con él es un camino riesgoso. Se puede transitar juntos por la avenida de la ciencia, con su lógica y métodos, hasta que llegando un punto donde limitan las explicaciones científicas, el doctor Orrego no se frena: como en una caja automática de velocidades, sin turbulencias, pasa a razones de filosofía y fe para explicar, con igual fuerza que las científicas, las verdades espirituales, que según él son tanto más reales que las anteriores.

-¿Cómo podría usted definir a Dios?

-Dios es un ser en el cual reside la perfección del ser. Dios tiene la existencia por esencia. Él posee lo que los teólogos llaman Aseidad; es decir, es el único ser que existe por sí mismo. Todos los demás son una derivación de él. Esa plenitud del ser implica la plenitud del poder, la plenitud del amor, la plenitud de la bondad, la plenitud de la sabiduría, en una dimensión inimaginable. Una de las cosas que se han ido descubriendo en los últimos dos siglos es lo cariñoso que es Dios. Con cada persona individual. Dios se la juega por nosotros. Y quiere que tengamos éxito en la vida, que significa disfrutarlo a él.

La creación del Creador

04-foto-2-la-creacion-Como científico, debe regirse por lógicas que tienen que ver con causas y efectos, por la replicabilidad de experimentos para testear hipótesis, siguiendo un método riguroso que se basa en evidencias empíricas. Luego publica sus resultados y es evaluado por sus colegas según la relación que existe entre sus conclusiones y lo que realmente pudo probar en el laboratorio. En este contexto, ¿cómo puede abrazar esta idea de Dios que acaba de exponer y declamarla como verdadera sin exigir pruebas?

-Es cierto que a Dios se lo conoce a través de sus efectos. En la naturaleza hay muchas realidades que requieren explicación, y en parte a eso se ha orientado mi estudio de la Teoría de la Evolución. Y más recientemente estoy metido en el estudio del origen de la vida. Me invitaron hace dos años a un debate en la Universidad de Chile, sobre el origen de la vida. Muchos pensaron que me iba a meter en el libro del Génesis o algo así, y asumí el desafío como científico. Hay una enorme cantidad de conocimiento en las últimas décadas, sobre astrofísica, geología, el origen de la Tierra. Uno se da cuenta de que en el universo hay un proceso, una secuencia de eventos coordinados, donde si un evento falta, toda la cadena deja de existir. Investigando científicamente estos hechos, uno se da cuenta de que hay una inteligencia, o como dijo Einstein, una causalidad inteligente. A pesar de que hay fenómenos naturales, espontáneos, todos ellos se enmarcan en el contexto de un proceso creado.

-¿Cómo se puede percibir la dinámica del fenómeno natural, de los hechos frutos del azar y las probabilidades, como contenidos dentro de un marco superior que alguien diseñó de esa forma?

-Durante 17 años hice un curso sobre el origen de los seres vivos y ponía a mis alumnos ante la siguiente situación. Si uno tiene dos vasos de precipitados. Uno con cloruro de potasio. El otro con ácido perclórico. Se echa el perclórico sobre el cloruro de potasio y se comienza a formar un precipitado de perclorato de potasio, blanco amarillento, muy visible, y el precipitado comienza a crecer hasta hacerse indisoluble y baja hasta el fondo del vaso. Todo ese proceso va ocurriendo espontáneamente. Pero si miras la perspectiva más grande, yo lo induje, porque mezclé conscientemente los dos líquidos. Eso pienso que pasó en la creación: hay una situación inducida de la que se derivan procesos espontáneos, que se rigen por causas naturales.

-Bueno, ahí llegamos al meollo del asunto. ¿Quién crea al creador?

-Nadie. Eso es la aseidad, la existencia por sí mismo.

04-foto-3-podemos-discuti-Podemos discutir si la existencia de Dios es o no es un problema de fe, pero supongo que convendremos en que definitivamente no es una verdad científica. Creyentes y no creyentes pueden transitar juntos el camino de las explicaciones científicas, hasta que en un punto, para explicarse el primer movimiento, el científico estricto sólo puede establecer hipótesis, que por ahora no puede probar, mientras que el creyente va más allá: hace un salto de fe y decreta la verdad de un Dios que se creó a sí mismo.

-Ese salto no es de fe. Es de razón filosófica. La naturaleza tiene sus leyes que son las que estudiamos los científicos. Esas leyes dependen de la existencia de los elementos naturales. Antes de ellos no puede haber leyes naturales ni naturaleza. Por eso la creación es un salto infinito, que sólo una potencia infinita lo puede dar. Los científicos llegamos hasta donde nos permiten las leyes naturales, más allá no nos sirven, porque no hay naturaleza antes de la creación. Para imaginar ese estado prenatural se debe pensar en términos filosóficos, no en los del método científico.

-¿Usted cree que los órganos más complejos, un ojo, el ala de una mariposa, el sistema nervioso, no pueden haber sido el fruto de la selección natural?

-Por cierto que creo en la selección natural y su capacidad de haber creado productos complejísimos como ésos. La selección natural es una de las fuerzas más poderosas presentes en la naturaleza. Y se refiere no solamente a los seres vivientes, sino abarca todo el universo, desde la formación de las primeras partículas elementales hasta la evolución de las estrellas y todo lo demás. Pero esa fuerza está dentro del universo y está regida por él. Yo he dicho que la selección natural es como las manos de Dios, que van moldeando el universo, pero desde adentro, desde su propia constitución. Y así va naciendo la vida, y sus estructuras más complejas, algunas que todavía ni conocemos y que pueden ser maravillosas. Eso es lo que plantea Darwin, que esta idea de la naturaleza que va originando esta enorme multiplicidad de seres y estructuras es una idea mucho más rica que la que había antes y que también era científica, llamada creacionismo, que concebía que todas las especies venían iguales desde el momento de la creación. Ésa era la idea de las ciencias entonces. Darwin trae una idea mucho más rica que la dominante. Y tenía toda la razón.

-¿Hasta dónde cree usted que los seguidores de la ciencia y los creyentes católicos pueden durar recorriendo juntos los descubrimientos científicos antes de encontrar puntos de quiebre definitivos?

-Eso lo resolvió el Papa Pío XII en una encíclica muy notable que se llama Humani Generis. Trata sobre el origen del género humano. Él dice que no hay ningún inconveniente de estudiar las ideas evolucionistas, pero en lo relacionado al hombre hay dos puntos intransables en lo que se refiere a la doctrina católica: uno es el monogenismo, que apunta a que todo el género humano tuvo un origen único. El otro establece que cada alma es creada directamente por Dios. Esos dos puntos son intransables y no los puede cambiar nadie. Ahora lo del monogenismo es muy interesante, porque si no hubiera origen único, no habría pecado universal. Habría pecado parcial, no más. Pero la biología molecular ha hecho genealogía, basada en las ideas de homologías de Darwin, donde mientras más cercano el parentesco, más parecidas son sus estructuras. Esto se ha llevado a nivel de genes, y se ha desarrollado un estudio genético de todas las poblaciones humanas, donde se ha visto que todas convergen hacia un lugar común. Y que hay un origen único, demostrado por la biología molecular. Respecto al alma, eso por supuesto está fuera del terreno de la ciencia.

El juego de la libertad

04-foto-4-el-juego-de-la-Usted se admira de lo cariñoso que es Dios. ¿Por qué? Mirando la naturaleza y la historia humana, plena de monumentales matanzas, pestes, abusos y egoísmos, uno podría concluir que, de haber un Dios, a lo menos su bondad, si la tiene, está muy escondida, o muy mal distribuida.

-Creo en la experiencia personal de los santos, en su contacto con Dios y en sus testimonios de que se trata de alguien muy cariñoso. Esas palabras de San Pablo, de que “ni el ojo vio, ni el oído oyó lo que Dios tiene preparado a quienes lo aman” habla de una riqueza de cariño y amor.

-Aquí sí que nos pegamos un salto gigantesco fuera de la carretera científica que estábamos transitando…

-Por supuesto. Me salí totalmente de la ciencia y entramos en la mística, nada que ver. El mal que existe lo producimos nosotros. ¿Cómo Dios va a haber querido que un malhechor, enfermo de sida, viole a otro ser humano? Eso es maldad humana. Es apartarse del plan del creador.

-Pero eso se contradice con la idea de un ser omnipotente, que todo lo puede, y omnipresente, que todo lo sabe. Si es así, creó la maldad humana, la puso en medio de los hombres y forjó -sabiendo lo que ocurriría- el acto criminal a que usted hace mención.

-Es que la omnipotencia se suspende por respeto a la libertad humana. Ése es el problema.

-¿Qué clase de valor tiene para este Dios la libertad humana, que en su honor suspende su poder y su conocimiento, corriéndose el riesgo de que el ejercicio de esta libertad tan notable termine con la creación y produzca el exterminio de las especies? No parece un regalo muy generoso.

-Dios pudo haber creado robots o monos, pero si quería recibir el amor de un ser humano tenía que crearlo libre, porque el amor sin libertad no existe. Ése es el juego de la libertad que Dios respeta. Dios no se puede meter con un gallo que está a punto de cometer una burrada y darle un par de cachetazos. Eso terminaría con la creación del hombre.

El error de Darwin

04-foto-5-el-error-de-dar-Vayamos a lo que se viene, los 150 años de la publicación de “El Origen de las Especies” de Charles Darwin. ¿Cómo llegó usted, un católico practicante, a Darwin y su Teoría de la Evolución de las especies?

-Hace un tiempo fui al Colegio Tabancura a hablarles a los alumnos sobre la evolución. Y dije lo que pensaba entonces, que es muy distinto a lo que pienso hoy. Después me puse a estudiar más y más, y cuando se abrió Medicina en esta Universidad de los Andes, quise hacer un curso completo sobre esta materia. Naturalmente que ahí me encontré con Darwin, que es una figura gigantesca en este campo. Además fue una gran persona. ¿Tú sabes que la última palabra que pronunció Darwin, antes de morir, fue “God, Lord, God”? Tuvo mucha influencia acá en Chile, en la clase política. Varios políticos, siguiendo los escritos de Darwin, entendieron que la Patagonia era inservible, un lastre inútil, abandonándola como opción geopolítica.

-¿Hay algo que usted le reproche a Darwin y sus teorías?, porque lo veo muy hincha de él.

-Es que fue una persona notable, no sólo en la ciencia, sino también en sus ideas sociales, políticas y económicas. Pero reconozco que cometió errores. Uno que no se le puede achacar enteramente a él, porque era parte de las lógicas de su época, fue asociar las Sagradas Escrituras al lenguaje propio, y no a un código figurativo, que buscaba explicar con metáforas y ejemplos simples cosas muy complejas. Ése fue un error de Darwin. Pero hay otro peor, como fue su valoración de los indígenas llamados fueguinos o yámanas. Él creyó que eran prácticamente animales, que no tenían lenguaje, que usaban sonidos guturales, que se comían a sus mujeres, lo que fue un error gravísimo. Más tarde, a principios del siglo XX, vinieron los antropólogos austriacos y se dieron cuenta de la riqueza cultural de los yámanas. Tenían una religión abstracta, creían en un dios espiritual único, que llamaban Watauinewa, que quiere decir “el muy antiguo”. Eso fue un descubrimiento muy interesante, porque estableció que los aborígenes primitivos no creían sólo en dioses de la naturaleza, sino también en uno completamente espiritual. Incluso se confeccionó más tarde un diccionario yámana-inglés, con 32 mil palabras. ¿Cuántas usamos nosotros? ¿500, 600? Ellos tenían más de 30 mil. En eso Darwin se equivocó.

-Y en la otra vereda, ¿hay algo que usted le reproche a la Iglesia sobre cómo trató a estas ideas de la evolución y la selección natural?

-Lo que pasa es que la Iglesia Católica no se ha metido con eso. A Darwin nunca le dijo nada, ni lo condenó oficialmente. Ahora, ha habido mucha gente de Iglesia que ha sido contraria a la teoría de la evolución, porque veían que la idea de creación desaparecía. Y eso no lo aceptaban. En esa época no había conocimiento científico suficiente para entender que la evolución y la creación no tienen por qué ser antagónicas, sino que se dan juntas. En el catecismo de la Iglesia Católica hay una ardiente defensa del papel que la ciencia y los científicos han jugado en dilucidar los misterios de la materia, particularmente en los últimos años.




Nota: Este artículo corresponde a un resumen de la entrevista publicada originalmente por Qué Pasa. La entrevista completa se puede leer en http://www.quepasa.cl/medio/articulo/0,0,38039290_101111578_386759480,00.html.