Las iglesias y credos: sean bienvenidas y bienvenidos
Rodrigo Ojeda | Sección: Política, Religión, Sociedad
Distintos líderes y representantes de sus credos e iglesias han comenzado a opinar, al parecer regresan de un ostracismo voluntario y obligado, algunos cargan con máculas pero no han podido quedar indiferentes a los tiempos actuales marcados por la violencia, la intolerancia y otras dificultades sociales que nos aquejan en lo material e inmaterial, en lo humano y en lo divino. El llamado y diagnóstico son claros, la situación de Chile es compleja y deplorable afectando por igual a capas sociales y edades. La consigna seductora es: “pasarlo bien aquí y ahora”.
Las pobrezas van en aumento y los flagelos se favorecen de la descomposición y la falta de creencias, dejar todo a lo material y al consumo es riesgoso, no podemos omitir el complemento espiritual del ser humano ante el consumismo desbordado que nos tiene vacíos, viviendo el día a día, el hoy sin expectativas. Las iglesias están preocupadas ante los problemas educativos, la falta de paz, el avance de la droga y el crimen, todo lo anterior lleva a minimizar el valor de la vida. Son esas iglesias las que escuchan a sus vecinos, sus miedos y las angustias ante barrios totalmente sobrepasados y grises. Están preocupados por algo que ya ha sido alertado: existe una desconexión brutal entre las autoridades (los que detentan algún cargo) y la vida diaria de miles de anónimos. Hay desesperanza de tiempos mejores. Los vecinos están expuestos y lentamente desconfían de la democracia ante la falta de seguridad y protección ante una corrupción que compró hasta el pudor.
La paz y la convivencia nacional no gozan de buena salud, es evidente la existencia de un “malestar generalizado”, con “consecuencias impredecibles” ante la impunidad de la deshonestidad, la prepotencia de los discursos absolutos, el poco diálogo para acordar agendas urgentes que pongan en el centro el bien común, hoy cada uno “rema por su lado” y se “enreja cada día más en su casa”, la casa común llamada Chile tiene problemas de escucha y de entendimiento. El llamado urgente es al “entendimiento y la comprensión” para retomar la senda y el camino con una misión social y humana frente a prójimos que están solos y lo están pasando mal, más allá de las cifras; hasta en eso no estamos de acuerdo y cada quien las interpreta según su agenda e interés, mientras tantos la lista de espera de miedos, desesperanzas, soledades y otras urgencias siguen en aumento. El ser humano necesita pan, seguridad y creer en un mañana mejor rodeado de paz, dignidad y respeto. Mañana será tarde, el hambre de muchos no es sólo de comida, también se requiere de espiritualidad y de comunión. Estamos llamados a dejar huella y trascender.