Fraternidad y confianza, desde la empresa

Enrique Cruz | Sección: Política, Religión, Sociedad

Y llegó marzo… Probablemente el mes más intenso del año. Un año que comienza lleno de desafíos y problemas país cada vez más arduos por resolver: una economía detenida, un aumento progresivo en los despidos, una delincuencia desbordada -causando incluso tensiones diplomáticas-, una educación que no mejora o una tasa de natalidad en su mínimo histórico. Como si eso fuera poco, debemos sumarle la reconstrucción del país luego de los incendios de este verano.

Un panorama como este no puede dejarnos de brazos cruzados: no vamos a salir de esta crisis dejando que otro actúe por nosotros. Para superar cada uno de estos desafíos es necesario que todos y cada uno trabaje por el bien común y que desde su lugar ayude a rescatar el sentido de la vida.

Dentro de las organizaciones de la sociedad civil, la empresa se encuentra en una posición particular: al ser integrada por miembros de prácticamente todos los estratos sociales y comunas, constituye un verdadero “Chile chico”. Esto le permite conocer mejor las realidades de las personas y, en consecuencia, la capacita para ayudar en la medida de sus posibilidades a los grupos que la integran o los actores con que se relaciona –colaboradores, familias, accionistas, clientes, proveedores, comunidad–.

Las empresas no pueden funcionar en un ambiente con poca confianza. Su condición de “Chile chico” le permite reconstruir la confianza, propiciando espacios de encuentro a su interior y con la comunidad. Esto requiere “partir por casa”: tanto trabajadores como empresarios debiéramos esforzarnos por mejorar la fraternidad en los lugares de trabajo.

Si tomamos conciencia de que los seres humanos estamos hechos para vivir en comunidad, pareciera de toda lógica que nuestra felicidad tiene relación con encontrarnos con los demás. En lo profundo de nuestro ser sabemos que cuando más felices nos hemos sentido es cuando hemos realizado actos de amor y entrega a los demás. Esto también se puede y se debe lograr en los lugares de trabajo y en la empresa.

Como enseñaba el Papa Benedicto XVI, “en las relaciones mercantiles el principio de gratuidad y la lógica del don, como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria (Caritas in Veritate, 2009, 36). Si hacemos esta realidad en nuestras empresas, no sólo tendríamos colaboradores más felices, sino que también un mayor compromiso que se traduce en mayor productividad.

Como muchas cosas, para que nos resulte una meta como ésta debemos generar un plan y ser rigurosos en su aplicación. Estamos iniciando un nuevo año y es justo el momento donde podemos ponernos desafíos para que en la empresa se viva una mayor fraternidad, para que podamos compatibilizar el desarrollo económico con un desarrollo más integral que involucre todas las dimensiones de nuestra existencia. Que al cierre de este año podamos mirar atrás y revisar cuántos encuentros fraternos tuvimos y cuanto pudimos amar y servir.

El año se pasa muy rápido. No vaya a ser que lleguemos al final y aun habiendo logrado buenos resultados, nos demos cuenta de que fue un año perdido en lo humano. El 2024 sólo lo vamos a vivir una sola vez y depende de ti si quieres encontrar la verdadera fraternidad.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero el domingo 17 de marzo de 2024.