Bulnes, Yungay y la Unidad Nacional

José Tomás Hargous Fuentes | Sección: Historia

Todos los pueblos de Chile tienen algunas calles icónicas: Arturo Prat, Bernardo O’Higgins, José Miguel Carrera y Ramón Freire son probablemente los nombres que más se repiten. Con similar frecuencia se encuentran las calles “Yungay”, nombre de una comuna en la actual región de Ñuble, fundada el 20 de enero de 1842 en conmemoración del histórico triunfo de la Batalla de Yungay, ocurrido tres años antes. Pese a que ya no se recuerda con tanta frecuencia, Yungay no es un combate menor, sino que la que produjo el término de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839) y el triunfo de Chile –y de prácticamente la mitad del Perú– frente a la alianza peruano boliviana articulada por Andrés de Santa Cruz con el objetivo de “restaurar” el Imperio Inca.

Un tema poco estudiado –y que sería un interesante tópico de investigación– tiene relación justamente con esta división de los peruanos durante la guerra. Así, no sería en sentido estricto una guerra de Chile contra Perú y Bolivia –como tradicionalmente se la ha considerado, especialmente en la historiografía de nuestros países vecinos–, sino justamente como un ejemplo que puede permitir una mayor concordia con nuestros vecinos del Rímac. Justamente, Perú viviría este conflicto como una verdadera guerra civil, entre quienes estaban dispuestos a renunciar a la soberanía nacional en pos de un imperio imaginario, y quienes –a uno y otro lado del Desierto de Atacama– estaban dispuestos a mantener en el tiempo su reciente independencia. De hecho, tres décadas después de dicha guerra chilenos, peruanos, bolivianos y ecuatorianos se unirían contra el decadente Imperio Español en la la guerra hispano-sudamericana (1865-186), conocida en España como guerra del Pacífico y en Chile y Perú como la guerra contra España.

En esta batalla jugó un rol clave el general Manuel Bulnes (1799-1866) como comandante del Ejército Unido Restaurador –coalición entre  el Ejército de Chile y el Ejército Restaurador del Perú–. El parte donde Bulnes daría cuenta del triunfo sostiene que Yungay “fue una de las batallas más encarnizadas y sangrientas que jamás se han visto en América: batalla que empezó a las 10 de la mañana y concluyó a las cuatro de la tarde. Los enemigos se han defendido con una tenacidad extraordinaria: pero nada ha bastado a resistir el vigoroso brazo de los ínclitos guerreros que componen el Ejército Unido”.

Su triunfo en el campo de batalla catapultaría al otrora intendente de Concepción nada menos que a la Presidencia de la República, sucediendo a Joaquín Prieto en un gobierno profundamente modernizador. Entre otras gestiones reformó el Instituto Nacional, fundó la Escuela Normal de Preceptores –clave para la educación escolar chilena por más de un siglo–, la Escuela de Artes y Oficios, la Escuela de Arquitectura y la Academia de Bellas Artes, entre otras instituciones educativas y culturales. Un acontecimiento clave de su mandato sería la inauguración de la Universidad de Chile, heredera directa de la Real Universidad de San Felipe. También publicaría la primera Ley de Colonización, fundaría la colonia de Magallanes, y encomendaría a Eusebio Lillo el himno nacional de Chile. Finalmente, trasladaría la sede de gobierno desde la Real Audiencia al Palacio de La Moneda.

Como sostiene el Vicealmirante (R) Juan Agustín Rodríguez, “La victoria de Yungay fue trascendental para los destinos de Chile. Fue celebrada patrioticamente en todo el territorio, rindiéndose homenajes al Ejército y a la Armada por sus gloriosos hechos de armas […]. Como lo ha reconocido la historia, los chilenos se cohesionaron con mayor fuerza y espíritu nacionalista, estimulados por el éxito de la guerra. Las multitudes cantaron la vibrante Canción de Yungay”, que corea “Cantemos la gloria / del triunfo marcial / que el pueblo chileno / obtuvo en Yungay”.

El triunfo en Yungay trascendió durante el siglo XIX, más allá de la República Conservadora (1831-1861/71), dando forma a la incipiente identidad nacional post Emancipación (1818), que sería fortalecida con la Guerra del Pacífico (1879-1883/84). Como sostiene Gabriel Cid, “la memoria de la Guerra contra la Confederación cumplió un rol protagónico, tanto como mito inspirador para la nueva contienda, en especial por su contenido victorioso, como por servir discursivamente para afianzar el sentido de comunidad de destino tan propio de la retórica nacionalista”

Asimismo, “Si el Himno de Yungay alcanzó una nueva notoriedad con el conflicto, una obra de historiografía lograría igualmente una importante popularidad a lo largo de la guerra. A fines de 1878 Gonzalo Bulnes, el hijo de Manuel Bulnes, publicó el trabajo fundacional sobre la Guerra contra la Confederación, su Historia de la campaña del Perú en 1838, que ensalzaba al conflicto como una instancia decisiva que ‘vino a ser el complemento de la guerra de la independencia’ como a afianzar para Chile ‘el puesto que le correspondía en el concierto americano’”.

En conclusión, la Batalla de Yungay fue clave para el fortalecimiento de la identidad y unidad nacionales durante el siglo XIX. En una época donde la Independencia aún estaba en juego –siendo invadidos por España casi treinta años después–, la gesta de Manuel Bulnes y la Guerra contra la Confederación liderada por Santa Cruz permitiría consolidar a Chile como un estado independiente, y sentaría las bases no sólo de su sentimiento patriótico sino también de sus triunfos militares decimonónicos, haciéndole valer al Ejército de Chile el título de “Siempre vencedor, jamás vencido”.