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…Y Bonvallet tenía razón

Con la denuncia de Renato Garín sobre el destino de las “donaciones” de las dietas de los parlamentarios de Revolución Democrática, circuló en las redes un video del programa Vértigo en el que se ve a Eduardo Bonvallet discutiendo con un joven diputado Giorgio Jackson que asegura que dona la mitad de sus recursos. Bonvallet le dice varias veces: ¡deja de mentir! 

Ahora se sabe que en realidad se trataba de transferencias en beneficio del partido. No son donaciones, porque el Código Civil define la donación como un acto por el cual una persona transfiere gratuitamente una parte de sus bienes a otra persona. La gratuidad, es decir, la falta de una contraprestación o de interés propio, es de la esencia de la donación. Lo que aquí hay son cuotas, cotizaciones o aportes como las de los socios o miembros de una corporación: un centro de padres, un club deportivo o social, un sindicato.

En el sitio web del diputado Jackson no se habla de donaciones. Aparece allí que de enero a abril entregó sumas que van de los 2 a los 7 millones de pesos en tres ítems que denomina “Aporte a RD directo”, “Aporte a RD campañas” y “Aporte a la Labor Parlamentaria”. Leonardo Risetti, el secretario general del partido, ha dicho también que se trata de “aportes voluntarios” y agrega que serían totalmente legales. Estos aportes se habrían comprometido por un acuerdo adoptado al inicio de la actual legislatura por los parlamentarios del partido.

Más allá del juego de palabras con el que por años, para impulsar un proyecto de reducción de dietas y aparecer como jóvenes que vienen a renovar la política, se hizo creer que se entregaba dinero a instituciones benéficas, estamos ante un problema serio de falta de transparencia en el uso de recursos públicos. 

Se ha intentado justificar el mecanismo con la idea de que así el partido y sus parlamentarios no tendrían que pedir apoyo a empresarios o grupos económicos. Pero se trata de una excusa inaceptable, porque la ley prohíbe que las empresas hagan aportes y la entrega de dinero con cargo a facturas falsas es delito. ¿Por qué se alega que de no implementarse este sistema de aportes estarían obligados a incurrir en conductas ilegales si no francamente delictuales? 

Debe recordarse que el Estado proporciona cuantiosos recursos a los partidos políticos. RD en el último balance aprobado aparece recibiendo más de 380 millones de pesos. Son estos fondos los que según la ley deben ser destinados a actividades de formación cívica, preparación de candidatos, formación de militantes, elaboración de estudios y políticas públicas y fomento a la participación femenina y de jóvenes. Por lo que la explicación de que se reúnen fondos adicionales para preparar campañas y nuevos candidatos huele a pretexto. 

No se entiende igualmente la razón por la que se hacen aportes para apoyar la labor parlamentaria, cuando por asignaciones —que se pagan aparte de las dietas y cuya reducción no ha sido exigida por RD— reciben cada mes 80 millones por siete diputados, más 23 millones por un senador. Los parlamentarios RD cuentan mensualmente con más de 100 millones de pesos para realizar su labor. ¿Se les hace poco?

Tampoco es claro el destino de los tres aportes: el llamado aporte directo iría a una cuenta bancaria del partido, el de apoyo a la labor parlamentaria se invertiría en gastos de asesores, pero el tercero, denominado “Aporte a RD campañas”, lo tendrían los mismos parlamentarios en cuentas personales o, según otros trascendidos, irían a una cuenta 2 del mismo partido. 

Pero si se suman esas cantidades, se estaría infringiendo el límite legal de 500 UF de aportes de los afiliados a un partido. Si el llamado “aporte a RD campañas” o “RD ahorro” no se hace al partido, sino que se pone en alguna cuenta distinta, bien podríamos estar frente a una maniobra que intenta burlar el espíritu de la ley.

Sería bueno que los parlamentarios de RD dejaran de decir que donan el 50% de sus dietas, porque no lo hacen —como ya intuía el “Gurú” hace varios años—. Y debiera haber una explicación de cómo funciona esta suerte de mutualidad en la que se “ahorran” recursos para futuras campañas. El Servel tiene la palabra.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio, el miércoles 13 de mayo de 2020.