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Una vida dedicada a Chile

Nos acaba de dejar un grande, un actor fundamental de la política nacional por cerca de cuarenta años, se trata de don Sergio Onofre Jarpa.  Nacido en Rengo el 8 de marzo de 1921. Tuvo una formación con una gran impronta rural; amante de nuestras tradiciones y gran conocedor de éstas, hombre de rodeo, bonachón, fiel representante de nuestro huaso.  Su vocación política lo llevó a participar en varios grupos, se hizo conocido como dirigente de la Juventud Agrario Laborista, posteriormente fue uno de los fundadores del Partido Nacional Agrario.  Se consolidó como político a nivel nacional, en 1963, al ser uno de los fundadores del Movimiento de Acción Nacional y su único presidente. Con el descalabro electoral de la derecha en 1965, Jarpa se transformó en el líder que hoy despedimos con gratitud.

Los partidos Liberal y Conservador y Acción Nacional se fusionaron en el Partido Nacional en 1966, y Jarpa fue su segundo presidente al reemplazar a Víctor García.  Aquí se empieza a notar el verdadero talante de él y de sus ideas, el nacionalismo.  El Partido Liberal había obtenido el 7,53 %; el Partido Conservador, el 5,34 %, y Acción Nacional, el 0,66 %.  ¿Cómo se entiende que haya asumido tal posición un representante del sector ampliamente minoritario?  Muy simple, la combinación de los méritos personal y el realismo de las ideas.  El momento político exigía personeros de carácter, con gran claridad de ideas y enorme sentido de nacionalidad.  Esto último es crucial en momentos de crisis, el caso de Jarpa no es el único ejemplo: el diagnóstico de la realidad nacional hecho por Nicolás Palacios a comienzo del siglo XX es el mejor de su época y, desgraciadamente, sigue vigente; Jorge Prat dijo, en su momento, que él veía en el futuro de Chile sólo a comunistas o militares; Pablo Rodríguez fue uno de los primeros en sostener que Salvador Allende no era el constitucionalista que muchos creían, incluida buena parte de la derecha.  Todos nacionalistas, de distintas raigambres y estilos, pero con las mismas ideas basales.  Una muestra de la claridad de ideas del nacionalismo, la da el mismo Jarpa cuando dice que «… la garantía para el Partido Nacional es el Partido Nacional«, refutando así el ingenuo «Acuerdo de Garantías Constitucionales» firmado entre la DC y la UP.

Ya con la UP en el gobierno, Jarpa se transformó en el principal opositor, siendo un gran responsable del fracaso del intento por instaurar un régimen totalitario marxista, fin último de la UP.  Su habilidad y carácter fueron fundamentales. Como ministro del Interior del gobierno Militar, supo combinar la tarea de dialogar con la oposición y de dar estabilidad en momentos en que el gobierno tambaleaba.  Fruto de su intento por normalizar la situación del país fue el término del exilio para más de la mitad de los exiliados.  Sus credenciales democráticas suman y siguen: el reconocimiento temprano del triunfo del No; su participación en las exitosas negociaciones para reformar la Constitución en 1989, y ser el artífice de la “democracia de los acuerdos”, fenómeno político ejemplar en la región que facilitó el normal funcionamiento del país una vez terminado el gobierno Militar.  

El electorado siempre le reconoció. Fue elegido regidor por Santiago (1971), luego senador también por Santiago (1973) y senador por Maule (1989).

Hay otra deuda con Jarpa: su gestión en la crisis con Argentina. Su trabajo como embajador en Buenos Aires fue crucial para evitar una guerra y lograr un tratado de paz relativamente bueno. Su designación resultó ser una jugada maestra del presidente Pinochet, necesitábamos alguien que supiera enfrentarse con rufianes, Jarpa tenía mucha experiencia en ello.

Con todo esto, sorprende la indiferencia del Gobierno frente a su fallecimiento, más aún si la persona de Sebastián Piñera está donde está, en gran medida, gracias a él. Tal vez una figura de la talla de Jarpa, que destacó por su valentía y patriotismo, no se merece un homenaje de un gobierno como el actual, que destaca por su cobardía y oportunismo.

La gran lección dejada por don Sergio Onofre Jarpa es simple, por lo general, las grandezas son simples. De nada sirven la simpatía y la corrección política cuando se trata de servir a nuestra patria. Lo que sirven son la inteligencia, el carácter, la generosidad, el conocimiento de la realidad nacional y, sobre todo, el patriotismo. Son muchos los que deberían reflexionar sobre esto.

En momentos en que, partiendo por SE el Presidente de la República y con heroicas excepciones, los actores del quehacer nacional no dan el ancho necesario, cuando nos enfrentamos a una constante banalización del servicio público, con políticos más preocupados de las candilejas de la farándula, de las encuestas, de transar todo con tal de caer bien, incluso traicionando a sus electores o el interés nacional, el ejemplo de vida de Jarpa resulta muy oportuno. Dicho ejemplo de vida quedó bien reflejado en una frase breve, pero de mucha carga semántica, pronunciada cuando se le criticó por declinar, generosamente, su candidatura presidencial en favor de la candidatura de Hernán Büchi: «…lo que importa es la causa de Chile y eso es lo que cuenta».