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Viktor Orban: Los políticos dan la espalda a las raíces europeas

La visita de primer ministro de la República de Hungría, Viktor Orban, tiene mucha más importancia de lo que en un principio pueda parecer, ya que en diferentes foros en los que hemos podido acompañarle en su visita de 24 horas a España, el primer ministro húngaro no tuvo reparos en asegurarnos, en relación a los políticos de Bruselas, que “la gran mayoría actúa de espaldas a las raíces europeas”.

Precisamente por ello, y como es complicado atacarle por sus modificaciones constitucionales y por sus leyes en prohibición del aborto o del matrimonio homosexual, desde Bruselas se le persigue con la excusa de otros motivos. Preguntado por las “serias preocupaciones” expresadas por Bruselas por la reforma constitucional impulsada por Orban en Hungría, el primer ministro aseguró que la “Comisión Europea no ha terminado de analizar los cambios llevados a cabo”, y que una vez que se complete ese análisis, agregó, se reunirá con las autoridades comunitarias para hablar del asunto. Orban garantizó la semana pasada al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que su Gobierno está dispuesto a cooperar “para eliminar las dudas” sobre las polémicas enmiendas constitucionales aprobadas por el Parlamento de su país en marzo.

Entre otras cuestiones, los cambios constitucionales modifican las competencias del Tribunal Constitucional y regula la propaganda política en los medios de comunicación privados durante las campañas electorales. En la política europea, Orban criticó de manera clara que “reina un pensamiento generalizado de liberalismo individualista, Europa necesita ser repensada”, y calificó de “error” que el cristianismo no desempeñe un “papel primordial” en la construcción europea, a la vez que denunció que “gran mayoría” de los políticos de Bruselas actúan “de espaldas a las raíces europeas”. Esto último pudiendo ser constatado casi a diario, teniendo en cuenta los lobbies que se mueven como pez en el agua en Bruselas y Estrasburgo.

Pero Orban, antes de abandonar España, nos ha dejado otros mensajes como que “sin la renovación cristiana que necesita Europa, el continente no volverá a la competitividad en el mundo, ni siquiera en el orden económico”. Recordando a Juan Pablo II, consideró que los cristianos deben tomar posiciones políticas y les ha exhortado a que “no tengan miedo a entrar en debates de este tipo”, y quiso remarcar que su gobierno ha aplicado “bases profundamente cristianas” a su acción de Gobierno desde su llegada al poder en 2010.

 

Crisis de identidad

De entre el diálogo que mantuvimos con él en Bilbao, destacamos las siguientes frases: “Les diré que la crisis europea no es sólo crisis económica. La crisis es una oportunidad para repensar. No son sólo soluciones financieras. Hay una crisis de identidad europea. La política europea está basada en dos equívocos: el primero considera que el pasado europeo no tiene raíces cristianas. El segundo que las instituciones occidentales pueden ser hechas sin unas bases cristianas. Una mayoría de los políticos están olvidándose de la herencia cristiana. Europa no puede funcionar sin hablar de los valores cristianos. La relatividad de esos valores es una dificultad para crecer como una sociedad libre. La familia y el trabajo tienen que ser respaldados. Europa necesita de una renovación cristiana. Hungría está siendo bastante criticada desde el 2010 al alcanzar la mayoría de dos tercios. En cuatro años hemos aprobado una legislación con bases cristianas”.

Después de la exposición ante los medios de comunicación, le planteamos el asunto relacionado con la enmienda de la constitución, y si teme las sanciones de la Unión Europea y si las críticas son por ser cristiano. Su respuesta fue contundente: “En este momento la Unión Europea está analizando la última enmienda de la Constitución de Hungría. Nosotros vamos a esperar y después me sentaré con la autoridad de la Unión Europea. Somos demócratas y como partido estamos dentro del Partido Popular Europeo. El 2014 vamos a tener elecciones libres en Hungría. Los éxitos económicos de mi país ya empiezan a mejorar. Hasta llegar a ese momento nos mantenemos firmes. En Europa está reinando un pensamiento liberal individualista que propone que el bien público no existe como tal. Yo soy de los que creemos que los cristianos tienen que tomar posición hacia el bien común como sistema de valores. En este conjunto de valores hay que respetar la familia, la vida desde la concepción hasta la muerte y la libertad de la dignidad de la persona. Los cristianos tenemos que estar al lado de estos bienes exponiéndolos de forma atractiva y comprometida”.

Ante la situación de los cristianos, Orban es taxativo: “Los cristianos europeos tenemos que dar aliento de nuestros valores cristianos. Hungría es un pueblo que habla una lengua sin parientes… A Europa le preocupa los problemas de la energía, sería interesante hablar de todos los problemas. Tenemos que encontrar una respuesta a los problemas profundos: ¿cuál es la situación europea? ¿cómo hemos llegado? ¿qué tendríamos que hacer? Es justo si un político debe hablar sobre los aspectos religiosos culturales. Estoy de acuerdo que todos los políticos cristianos tenemos que estar vigías. La Biblia nos dice que los dirigentes políticos y los religiosos tienen la obligación de hablar de esta crisis. La crisis europea no sólo la pueden resolver los tecnócratas… Esa hegemonía económica piensa que el problema lo soluciona el individualismo. Los vínculos familiares la religión no cuenta. Todo es relativo para los tecnócratas. El compromiso, la responsabilidad, el amor a la patria, la grandeza, la gloria justa no son pronunciadas. Te tachan de retrógrado, vamos de la familia al individuo. Hoy quieren que Europa sea así. Quieren construir una sociedad sin Dios y Dios es un apéndice. Los valores religiosos no sean aplicados a la sociedad. Existe un continente europeo donde los políticos van prescindiendo de Dios”.

 

Política cristiana

Europa será cristiana o no será”. Así de claro, parafraseando a uno de los fundadores de la nueva Europa tras la Segunda Guerra Mundial como Robert Schuman, ha sido Viktor Orban, primer ministro de Hungría, durante los dos días que ha estado en España.

¿Es posible que la Hungría poscomunista lidere una resurrección de los valores cristianos que muchos piensan con razón que han desaparecido de la Vieja Europa? La mención magiar a la realidad cristiana de Europa, en el fondo, es un ejercicio de sensatez, como decir en la Constitución que “la institución del matrimonio como una comunidad de vida entre un hombre y una mujer” o que “la vida del feto deberá ser protegida desde el momento de la concepción”.

Orban representa en Europa todo lo que los partidos del centro-derecha agnóstico rehúyen: el estar en la vida pública para legislar según la conciencia cristiana. Y además, estar de manera clara, sin esconderse. Su Constitución, aprobada por su Ejecutivo, incluye textos que han causado temor en los jerarcas europeos.

Nosotros, los Miembros del Parlamento, conscientes de nuestra responsabilidad ante el Hombre y ante Dios… Estamos orgullosos de que nuestro Rey San Esteban, patrón de Hungría… y de que durante mil años, hayamos fundado sobre buenos cimientos nuestra patria, incorporándola a la Europa cristiana… Por lo que reconocemos el papel del cristianismo en la pervivencia de la nación”.

En su visita a España Viktor Orban ha dejado frases lúcidas como que “Europa necesita una renovación cristiana”, y que la crisis que se vive en la actualidad no se limita solo a una crisis económica sino, más bien, a un “desgaste moral”. Ha subrayado su idea de que la regeneración europea requiere una política basada en valores cristianos y que “sin los valores cristianos, Europa no está funcionando”.

En su reunión con el presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, no sabemos si le habrá remarcado al presidente español que España necesita recuperar sus raíces cristianas. Sólo así conseguirá acabar con la mediocridad, causa de grandes males en la vida política, encontrar las virtudes y condiciones del político y su vocación al Bien Común. El conocimiento de la doctrina política de la Iglesia y fidelidad a ella así como las cuestiones morales concretas de la vida política y que las leyes civiles tienen su fundamento en la ley natural, en un orden moral objetivo, instaurado por Dios. Saber qué significa la aplicación de políticas basadas en el liberalismo y el capitalismo y el relativismo ético en la vida pública, y a dónde nos conduce una Constitución de 1978 agnóstica.

Puesto que todos los Gobiernos son intrínsecamente perversos si prescinden de Dios y del orden moral natural y objetivo, nos encontramos con que los Estados modernos europeos, que antes eran cristianos y ahora son apóstatas, generan continuamente leyes gravemente injustas y que los partidos políticos producen leyes criminales como el aborto o las mantienen vigentes pudiendo derogarlas. Esperemos que haya trasmitido este mensaje al actual presidente del Gobierno español.

Primero en Bilbao en las VIII Jornadas Católicos y Vida Pública, organizadas por la Asociación Católica de Propagandistas del País Vasco, y luego en Madrid, con reunión incluida con el jefe del Ejecutivo Mariano Rajoy en el Palacio de la Moncloa, Viktor Orban nos ha recordado que sí se puede. Y si no, que se lo digan a los húngaros, cuya Constitución empieza de la siguiente manera: “Dios bendiga a los húngaros”.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Gaceta, http://www.intereconomia.com.