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Tres ejes del pontificado de Juan Pablo II

Joaquín Navarro-Valls, ex director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, es una de esas personas de la que siempre se piensa que aún tiene mucho que contar sobre Juan Pablo II. De ahí el interés que despertó en Holanda su participación en un simposio organizado por la Fundación SOKA, donde habló en el Centro de Conferencias Zonnewende sobre “Pontificado y Modernidad”.

Más que hacer una síntesis del pontificado de Juan Pablo II, el antiguo portavoz de la Santa Sede se centró en tres aspectos de lo que se propuso el Papa: rehacer un sistema común de referencias, hacer presente socialmente la fe y actualizar la institución histórica del Papado.

Para volver a entendernos

Una de las mayores dificultades para la transmisión de valores religiosos en el mundo actual –dijo Navarro-Valls– es la desaparición de un sistema común de referencias. Conceptos como naturaleza humana, alma, conciencia moral, oración, Dios, vida eterna, familia, amor humano, sexualidad, etc. antes formaban parte del sistema de referencias compartido por la comunidad. Hoy diversos sistemas de referencia conviven juntos y esas palabras no significan lo mismo para todos.

Frente a este problema, Juan Pablo II afrontó la enorme tarea de rehacer aquel vocabulario común. De ahí que la aparente dificultad formal de algunos de sus escritos tiene esta explicación: “La necesidad de razonar desde la raíz, definiendo cada término. Algo así como quien afina cuidadosamente un instrumento musical antes de lanzarse a ejecutar un concierto”.

Por ejemplo, en sus encíclicas Veritatis splendor y Fides et ratio, “el Papa no comienza por explicar el pensamiento cristiano sobre la verdad objetiva o sobre la complementariedad del saber de fe y el saber de razón, sino que penetra hasta el fondo de las ambivalencias de la modernidad para reconstruir desde su raíz la perspectiva cristiana en ambos campos”.

Igualmente, para facilitar la comprensión de la visión cristiana del amor humano y de todo lo que con él se relaciona (familia, matrimonio, sexualidad…), dedicó una larga serie de audiencias de los miércoles a los fundamentos antropológicos, filosóficos y escriturísticos de este tema. El resultado fue un libro: “Hombre y mujer los creó”.

Del mismo modo, su mensaje moral “no carga al hombre de responsabilidades morales que no entiende, sino que ayuda a entender que la aceptación de responsabilidades morales es el único modo para llegar a ser lo que se es; es decir, persona humana”.

Uno de los rasgos que quieren imponerse en nuestra época es que lo religioso pertenece exclusivamente a la órbita de lo privado y de la subjetividad. Ante esta situación, Navarro-Valls explicó que la actividad de Juan Pablo II se dirigió a situar a la humanidad frente a la dimensión religiosa. “Es desde este punto de vista como se podría entender el continuo viajar del Papa. Con una consecuencia inmediata: poner socialmente en evidencia la fe que la gente vive”.

“Esas manifestaciones enormes que se producían sólo con ocasión de los viajes del Papa, hicieron ver que la fe cristiana no puede ser confinada en lo privado porque sería como renunciar a su pretensión de verdad”, aseguró Navarro-Valls.

Juan Pablo II supo utilizar la fascinación de la imagen tan propia de la cultura moderna para hacer visible el modelo vital cristiano. “Él, que creía en el valor de los signos, ha creado una iconografía sugestiva y llena de contenido semántico allí donde las palabras parecían insuficientes”.

Actualización del Papado

El tercer aspecto que destacó Navarro-Valls es la renovación que realizó Juan Pablo II en el Papado, en cuanto institución histórica.

“Si al inicio del Pontificado la imagen que la prensa transmitía era la de una gran novedad personal dentro del marco de una antigua institución, con los años fue poniendo más el acento en los cambios que Juan Pablo II había determinado en la institución misma”. Juan Pablo II se salió de los cánones que se habían atribuido a los Papas.

Juan Pablo II impartió los siete sacramentos en sus años de pontificado, visitó cada una de las parroquias de Roma, expandió al máximo la actividad evangelizadora con sus viajes. Esta “gran obra de renovación de la institución pontificia” no fue hecha a través de decretos y leyes, sino con un ejercicio personal decidido. “El Pontificado no aparece como gestor de una Iglesia dedicada a su supervivencia en un momento histórico de crisis, sino como el centro desde donde se expande a todo el mundo la misión apostólica cristiana”.

En definitiva, Juan Pablo II supo volver a proponer las preguntas esenciales: ¿quién es el ser humano?; ¿qué significa la dignidad humana? “Este pontificado de Juan Pablo II –concluyó Navarro-Valls– va más allá de los límites del momento cultural precisamente ofreciendo certezas sobre Dios y sobre el ser humano allí donde la modernidad se había desarrollado sobre las ruinas de un humanismo triste y desencantado”.

Respondiendo a una pregunta del público que reflejaba el miedo al avance del islam, Navarro-Valls recordó el viaje a Senegal donde existía una convivencia cristiano-musulmana ejemplar. El presidente dio al Santo Padre una acogida con gran respeto. Cuando pronunciaba su discurso de bienvenida, el Papa susurró al portavoz: “El discurso de este caballero es mejor que el nuestro”. Además, su esposa era católica. Y en Indonesia, un país oficialmente islámico, durante su visita había varios ministros católicos en el gobierno. También se preguntaba si lo que consideramos como excesos del Islam no son las consecuencias de la pobreza en que algunos países están sumidos.

La Fundación SOKA, organizadora del simposio, gestiona las actividades del Centro de Conferencias Zonnewende (Moergestel). Con motivo de su 25 aniversario, sus actividades –dirigidas a la familia; sobre responsabilidad social corporativa; el desarrollo social, iniciativas culturales o artísticas– han adecuado sus contenidos a la idea “El hombre libre que observa, reflexiona y coopera a una renovación de la cultura”. SOKA pretende aprovechar su aniversario para hacer reflexionar a los asistentes sobre su actitud como ciudadanos responsables.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Aciprensa.