Familia: Don de Dios para estos tiempos

Mons. Ricardo Ezzati A. | Sección: Familia, Religión

La Carta Pastoral de los Obispos Chilenos “Matrimonio y familia” y el Documento Conclusivo de Aparecida destacan “la buena noticia de la Familia” y el cuidado que ella merece en todos los campos. “En nuestros países una parte importante de la población está afectada por difíciles condiciones de vida que amenazan directamente la insitución familiar. En nuestra condición de discípulos y misioneros de Jesucritso, estamos llamados para que esta situación sea transformada y la familia asuma su ser y misión en el ámbito de la sociedad y de la Iglesia” (nº 432 de Aparecida).

¿Cómo responder a esta tarea? En primer lugar, se debe valorar el amor humano como un don, un don inmenso. Desde el primer enamoramiento hasta el momento del amor maduro y totalmente oblativo, es un camino que debe ser valorado en toda su dimensión acompañando a los jóvenes, a los esposos y a todos, a redescubrir las maravillas de la creación del hombre y de la mujer y el sentido bello y profundo del “eros” y del “ágape” vivido sin falsos dualismos (los dualismos nos han hecho siempre mucho mal). El amor humano debe ser valorado como imagen-semejanza y huella de Dios en las personas.

En segundo lugar, se debe trabajar para unir amor y matrimonio. Las corrientes secularistas y hedonistas hacen de todo para separar el amor del matrimonio. Es una acción del “diablo”, que quiere decir “el que divide”. ¿Para qué vincularse, si la libertad nos ofrece tanta autonomía? ¿Para qué unirse en matrimonio si nos queremos? Aparecida tiene una hermosa expresión: “La vida sólo se desarrolla plenamente en la comunión fraterna y justa; la vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad” (DA 359-360).

En tercer lugar, tenemos el desafío como sociedad de cuidar a la familia y a los hijos ya que estos son un don de Dios a los esposos, que contribuye a su propio bien. El Vaticano II recuerda que el amor conyugal y la vida familiar tienden a cooperar con el Creador a extender y enriquecer la humanidad, familia de Dios (Cf. G.S. 50).  La Encíclica “Humanae vitae” del Papa Pablo VI recuerda que los padres no tienen «derecho al hijo». Es el hijo quien tiene el derecho de «ser fruto específico del amor conyugal de sus padres y también el derecho a ser respetado como persona desde el momento de su concepción» (cf. Juan Pablo II, Donum vitae II, 8).

En cuarto lugar, necesitamos contar con la fuerza del testimonio. No basta con la belleza del amor, es necesario el testimonio de amor de muchos matrimonios, de muchas familias que sean testigos de la belleza de ser familia, incluso cuando aparezcan las nubes y las pruebas. Las pruebas prueban que el amor es verdadero. Sólo así el amor esponsal y la familia aparecerá como un bien apetecible, deseado.

El quinto deber que quisiera destacar dice relación con la educación de los hijos. Frente a la crisis de las familias, nos preguntamos: ¿Qué pasa con los jóvenes?  “Una entera generación de adultos no ha sabido educar a la juventud en la búsqueda de la verdad y de la experiencia acerca del amor. Ha renunciado al rol de adultos, al rol de la razón.”(Card. Cafarra). En todo el mundo estamos viviendo una verdadera “emergencia educativa”, desafío enorme para la familia y la sociedad. Como nos dice el Papa Benedicto XVI “…todo verdadero educador sabe que para educar debe dar algo de sí mismo y que solamente así puede ayudar a sus alumnos a superar los egoísmos y capacitarlos para un amor auténtico…”.

Por último, tenemos como desafío atender en forma misericordiosa a las familias heridas, a aquellos matrimonios separados, con mujeres jefes de hogar o familias de hecho. Tenemos que saber acoger, comprender, ser misericordiosos y abrir puertas como Jesús lo hizo.

Son 6 desafíos para asumir la tarea de ser misioneros del Evangelio de la Familia en nuestro territorio con el fin de que nuestros pueblos alcancen vida abundante.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Centro UC de la Familia, http://centrodelafamilia.uc.cl.