Pinturas de guerra

Gonzalo Rojas S. | Sección: Educación, Sociedad

Las paredes de la Alameda del Libertador, entre Plaza Italia y Las Rejas, son un triste retablo de la miseria humana, de la degradación de las formas básicas de la convivencia humana.

Edificios de gran valor como el Colegio de Arquitectos, El Centro Español, la Gratitud Nacional, La Casa central de la Universidad de Chile, la Embajada de Brasil -y tantos otros-  han sido agredidos visual y conceptualmente, mediante múltiples y sucesivos rayados que chorrean horizontalmente por kilómetros y kilómetros de la Alameda. Y algunos, incluso llegan hasta la altura de terceros o cuartos pisos…

Por supuesto, todos anónimos, todos confirmando que hay muchas maneras de tirar la piedra y esconder la mano. “Machete al machito”, “Mate al rector”, “Pacos de mierda” y “La única Iglesia que ilumina es la que arde”, son algunas de las joyas al paso. Al menos, algo dicen por violento que sea.

Y, junto a ellas, miles de retorcijados grafitis que demarcan los territorios de las tribus salvajes. Nada reconocible, nada razonado, nada más que pulsiones básicas expresadas por mano juvenil.

Para todo problema hay siempre, al menos, una solución. Pero en este caso, no parece que las autoridades hayan puesto especial interés, empeño e imaginación para encontrar esas fórmulas.

Si se filma continuamente en la ciudad  -miles y miles de cámaras nos vigilan-  ha llegado el momento de grabar al detalle todas la concentraciones por la Alameda (es evidente que gran parte de los rayados provienen del “diálogo que ofrecen” los manifestantes). Y junto con las filmaciones de los que a cara descubierta destrozan la ciudad, que se practiquen las consiguientes detenciones por acciones flagrantes. Pero claro, a Carabineros ya no se le autoriza casi nada…

Y para ayudar en la prevención, pídase un depósito por daños eventuales a todos los organizadores de marchas. Sin el fondo previamente integrado, no hay autorización para gritar por la Alameda. ¿No hay plata para hacer el depósito? Entonces no hay sentido de la responsabilidad y sin ella, no se debe pedir el ejercicio de un derecho. Y con la plata recaudada después de la evaluación de los daños, a pintar.

Por otra parte, hay que seguirle la pista a numerosas claves gráficas integradas en los rayados y grafitis. Muchas están relacionadas con ONGs, con colectivos y referentes, con sus respectivas páginas web. Sí señor, un trabajo de inteligencia para detectar y detener la barbarie. Supervivencia de la civilización, que la llaman.

También algunas organizaciones ciudadanas, o ciertas empresas, o los estudiantes sanos, que son muchos más, podrían organizar sus equipos de limpieza, premunidos de la respectiva pintura bien subsidiada por los Municipios. Eso regenera nuestra tan deteriorada conciencia cívica y llama a la imitación. Lo ha hecho numerosas veces el DUOC en Valparaíso, dando una poderosa señal de compromiso social efectivo. Ahí no hay blá blá, sino mañanas de sábados dedicadas a servir.

Y además, por favor, que alguien informe si no existe ya una pintura para paredes sobre la que escurran, como agua sobre las piedras, el malévolo grafiti y la consigna violenta.