Día del patrimonio

Alfredo Jocelyn-Holt | Sección: Educación, Política, Sociedad

Es sorprendente que el Día del Patrimonio Cultural tenga tan alta convocatoria (un millón 800 mil personas en 2017), se sumen días a esta festividad, aumenten cada vez más los tipos y sitios de actividades ofrecidas, se cuente con creciente apoyo público y privado, en fin, que de repente se haya vuelto un panorama popular. Sorprendente porque el país pareciera caracterizarse por lo contrario: deficiencias educacionales graves, poca conciencia histórica, y regresiones en áreas que antes enorgullecían. La institucionalidad política hace rato dejó de gozar de prestigio. Lo mismo cabría decir de nuestra observancia y profundidad religiosa. De modo que miles de personas “peregrinen” a La Moneda o a la Catedral ¿debiera hacernos sentir aliviados respecto a la buena salud de la participación ciudadana o la piedad nacional?

El mejor ejemplo de esta esquizofrenia es Valparaíso. Una ciudad única, indiscutible joya, pero cuya denominación de Patrimonio de la Humanidad no ha asegurado mejor calidad de vida ni respeto por su acervo arquitectónico. El desgaste es evidente. De lo que se infiere que quizás estamos midiendo mal el fenómeno. La cultura es demasiado compleja como para suponerla computable de manera tan consumo turística. Participación en eventos como estos ¿manifestaría qué?

El otro día asistí, junto a mi señora y un amigo, a un muy buen concierto en la Universidad Técnica Federico Santa María. El día era excepcional. La Orquesta de Cámara de Chile no pudo estar mejor. El concierto, aunque gratuito (de por sí un lujo) y concurrido, no copó, sin embargo, todas las entradas en la platea baja que eran por invitación. La mujer de mediana edad que, sentada a mi lado, insistió en comunicarse por WhatsApp durante toda la función y hasta habló por celular, no la arruinó, pero no dejó de jorobar. Con todo, el extraordinario campus diseñado por Josué Smith Solar (el mejor del país) nos asombró por su óptima preservación. Me impresionó, acostumbrado a funcionar en recintos universitarios calificados de “patrimoniales”, pero con los que no se cuenta, por la violencia latente, los lienzos y consignas, además que no siempre las autoridades reemplazan las bombillas quemadas.

Ignoro si entre las actividades programadas para el Día del Patrimonio esté contemplado un tour de Santiago de todo lo que se ha ido perdiendo y deteriorando con el tiempo. Imaginemos un recorrido por la Alameda desde el Barrio Cívico hasta la Estación Central, deteniéndonos en ese tajo abierto por la que pasa la Norte-Sur, y luego traslademos el grupo al barrio El Golf para contemplar su actual arquitectura regida por criterios de obsolescencia programada y valor inmobiliario especulativo. Una actividad así podrá ser melancólica, pero despertaría una mayor conciencia cultural, ciertamente histórica.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera en  https://www.latercera.com/opinion/noticia/dia-del-patrimonio-2/669551/, el sábado 25 de mayo de 2019.