Trabajar mejor

Gonzalo Rojas S. | Sección: Educación, Sociedad

En la semana del Trabajo, marcada por el día del Trabajo, corresponde resaltar uno de los defectos más evidentes en nuestro modus chilensis de hacer las cosas: entregarlas no terminadas.

Este atávico defecto se manifiesta en muy diversas dimensiones.

Por una parte, en el incumplimiento de los plazos, porque es evidente que con mucha frecuencia no somos puntuales en la entrega de un proyecto, de una minuta, de un informe, etc. Nos auto concedemos la licencia de atrasarnos unas horitas o unos días, justamente “para hacerlo bien”, sin considerar que lo debiéramos haber hecho bien en el tiempo exigido. Retrasar la entrega con ese pretexto, corresponde simplemente a algo mal hecho.

Por otra, en la presentación. Cada trabajo tiene su cara, su imagen, su tarjeta de visita. El papel bien escrito, pero que en la página 6 tiene una mancha de pan con mantequilla, el correo con faltas de ortografía, la exposición oral llena de muletillas… todo eso es una falta de respeto al otro, al que pone sus atentos sentidos en lo que le ofrecemos, para entrar por ellos hacia el fondo de lo que le debemos. Una presentación descuidada, con casi toda seguridad anuncia, con su mal olor, un trabajo en que hay más basura que productos frescos.

Un tercer defecto muy común consiste en no haber previsto las preguntas, objeciones o peticiones que se nos puedan hacer al entregar nuestro trabajo. Cuando se trata de textos, marcará el lector las inconsistencias que pueda encontrar y nos devolverá la versión llena de observaciones que, avergonzados, tendremos que completar, y entonces, habrá que hacer una segunda entrega cuando las cosas debieron quedar claras a la primera. Y si de intercambios orales se trata, pasaremos por la vergüenza de no saber contestar preguntas o de no poder empalmar con agudos comentarios…, simplemente por falta de preparación.

Agreguemos, finalmente, la falta de fortaleza para perseverar en una tarea, cualquiera que sea, lo que obviamente nos ayuda a no terminar las cosas. Uno de nuestros defectos más arraigados en materia laboral es justamente éste, el ser ‘potolocos’, o sea, el comenzar una labor, avanzar en ella hasta el 70% y, precisamente entonces, cuando corresponde subir la empinada cuesta del final… dejarla por unos momentos para avanzar en otra, con el pretexto de que son muchas las cosas que tenemos que hacer simultáneamente ese día. Nos engañamos así, confundiendo “simultáneo” con “sucesivo”.

Si se celebra el día del Trabajo, no es solamente para aprovechar unas gratas horas de descanso y de vida en familia, sino justamente para tomar conciencia de nuestros defectos al momento de desempeñarnos en el día a día de nuestras tareas y ponerles remedio.

Si el Trabajo es efectivamente el medio más evidente y eficiente para hacer de Chile un mejor país, justo y próspero, no cabe sino comenzar este mes de mayo con un renovado empeño por trabajar mejor.