“Aquí hemos llegado a un acuerdo con los narcos: no se vende droga en la calle. Lo que pase adentro de las casas es otra cosa”. Palabras de un dirigente vecinal de Renca que me contaba cómo hacía para lidiar con la realidad de la droga en ausencia de las autoridades. “Los pacos ni se aparecen por acá”, añadía.
La droga está en todas partes y se ha hecho poco por evitarlo. Mientras a la élite ensimismada se le va el tiempo discutiendo, a muchos chilenos se les va la vida soportando bandas que actúan sin disimulo ni control (como se pudo apreciar en el video con imágenes de disparos durante un funeral narco en La Granja que se viralizó la semana pasada) o consumiendo drogas que matan lentamente, disuelven la convivencia familiar e impulsan la criminalidad.
Como un cáncer que hace metástasis, la droga corroe en silencio.
La marihuana es hoy fácilmente accesible, a la vez que la percepción de riesgo asociada a ella cae desde hace una década. Su consumo va en ascenso sostenido y tiene una elevada incidencia en los jóvenes. No hay que ser policía, sino simplemente ir a ver un partido de fútbol al estadio o circular por una plaza, para saber que personas de todos los niveles socioeconómicos fuman marihuana con entera impunidad en nuestras ciudades. Otro caso preocupante es el alcohol, también ampliamente disponible. No solo va al alza la ingesta desde temprana edad, sino que dos de cada tres escolares que dicen haber tomado en el último mes afirman haberlo hecho hasta embriagarse. Quien tenga hijos adolescentes podrá corroborar esta realidad, así como la desleal competencia que efectúan contra los padres muchos establecimientos comerciales y empresas, que ofrecen promos a precios de descuento con licores de alto octanaje alcohólico.
Es esta una batalla que Chile está perdiendo. Grave, porque una derrota así supone enormes costos humanos y sufrimiento. Peor aún que sea por walk over, simplemente porque a casi nadie le interesó dar la pelea en serio.
Por eso es positivo que el Presidente Piñera haya puesto el tema sobre la mesa con su anuncio del programa “Elige vivir sin drogas” y que el consumo de éstas figure entre las líneas de acción de la iniciativa Compromiso País. Sin embargo, para una emergencia de estas dimensiones uno esperaría una respuesta integral, bien meditada y adecuadamente financiada. Si Chile es capaz de gastarse 60 millones de dólares en una cumbre mundial sobre el medio ambiente, uno esperaría que destinara mucho más que 500 millones de pesos (el monto asignado este año para Elige Vivir sin Drogas) a la lucha contra un flagelo insidioso que constituye una amenaza clara y directa a la convivencia y la salud de miles de personas.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera.