La Buena Noticia o Jesucristo, mi editor

José Agustín Muñiz V. | Sección: Religión, Sociedad

Dicen que la palabra Evangelio significa algo así como la buena nueva, buena noticia. Y como nada de lo periodístico me es extraño, no puedo dejar de compartir con ustedes una pequeña reflexión navideña. Más si se trata de buenas noticias, porque si hay algo en lo que pongo el énfasis es en las malas.

Y lo cierto es que a veces doy por supuesta la buena noticia. Y veo todo lo que ocurre con mis ojos de periodista, con el rasero del «profesional de la información» (lo que quiera que eso signifique) cuando en realidad la buena noticia no cumple con ninguno de los criterios que nos enseñaron en la universidad y en la práctica de esta profesión. Tome cualquier definición de manual de lo que debe ser una noticia y verá que la Buena Noticia -el evangelio-no calza con ninguna de ellas, si es que no es exactamente lo contrario.

Dios se hizo hombre por mí. Él entró en la historia y murió por mí, para salvarme a mí. Y no me pide nada a cambio salvo aceptarlo a Él. No es novedad, no ocurrió recientemente, todo el mundo probablemente lo sabe, no implicó grandes traspasos de dinero, de poder o de bienes simbólicos. Definitivamente no es una noticia que un periodista hubiese reporteado ese día en Belén.

Pero qué gran noticia es, al fin y al cabo. Es lo mejor que me podrían haber dicho. Por otro lado, ese pequeño gran acontecimiento sí tuvo todos los efectos que tiene una noticia: repercusiones, cambios de época; no hubo paradigma que se sostuviera igual después de constatado ese hecho. Los quebró todos, los dio vuelta, los puso pata arriba y le dio un nuevo sentido a todo. Como eje interpretativo, el Hecho es perfecto, es el modelo de todo periodismo: configura la realidad, explica todos los otros hechos, es la medida con que hay que medir todo el resto de la realidad, irrealidad y arrealidad. Si el buen periodismo es el que conecta los hechos aislados y lejanos y me los trae a mi vida para darle sentido, entonces Jesucristo es el mejor periodista. Contraviniendo todas las normas de la deontología de mi profesión, el Hijo de Dios es a la vez el periodista y el hecho reporteado; es la palabra comunicada, es la subjetividad pura. Es el sujeto. Es el mensaje. Y es el medio también.

¡Qué distinto sería este blog si Jesucristo fuera mi editor y yo le hiciera caso a los editores! ¡Qué distinto sería mi blog, mi vida y la del resto si en vez de usar esa antigua definición de noticia, usáramos la nueva, la eterna, la siempre sorprendente actualidad del hecho más conocido de la historia! Dios se hizo hombre para salvarnos, porque me ama, porque sí. Esa noticia está ocurriendo todos los días en todas partes y la conmemoramos esta noche.

Gracias y felicidades a todos, porque no necesitamos nada más que esa noticia.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor el 24 de diciembre de 2007 en el blog Rompe Paga, ex Prensa Chilena, http://prensachilena.blogspot.com/