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¿Es de fiar el PC?

Cuando el presidente de la DC (Chahin) y el del PR (Maldonado) anunciaron que coordinarían la conmemoración de los 30 años del triunfo del «No» -que derrotó a la administración Pinochet-, sin invitar al PC, Juan Andrés Lagos, miembro de la comisión política comunista, comentó que el suceso también era obra de la lucha armada, y la convocatoria pretendía justificar la transición «negociada con la derecha», con «justicia en la medida de lo posible«. ¿Cómo explicar la convivencia en la Nueva Mayoría con tan evidente rechazo a la Concertación? ¿Y quién, finalmente, cosechó los frutos del experimento?

Quien conoce la historia del PC no debe sorprenderse, su conducta siempre ha escondido una intriga. Es de doble filo, por lo menos.

Durante los gobiernos radicales (1938-1952), siguiendo los dictámenes de la Internacional Comunista (IC) o Moscú, tres veces varió su postura sin tener explicación dentro del contexto político del país. Formó el Frente Popular, que integró a radicales y socialistas para apoyar la candidatura presidencial de Aguirre Cerda -aceptó alianza electoral, solamente, sin participar del gobierno, resguardando la libertad de maniobra-, pero la misma IC ordenó salirse, debido a un nuevo movimiento táctico soviético en el tablero occidental (en breves años transitó desde un antifascismo al pacto de no agresión Berlín-Moscú). Ya en 1946, iniciada la polarización mundial, «Guerra Fría«, apoyó la candidatura de González Videla y hasta asumió ministerios, pero con un pie «en la calle«. Y desde ambas posiciones presionó al gobierno para impedir relaciones con EE.UU. Organizó huelgas, protestas de grandes proporciones, con resultados fatales e ingobernabilidad, todo lo cual indujo al mandatario a expulsarlos del gabinete y luego a la ruptura total: fue proscrito legalmente, condición que se extendió entre 1948-1958.

Restablecido, se unió al Partido Socialista en el Frente de Acción Popular (FRAP) ya en plena Guerra Fría y en un contexto político nacional altamente ideologizado. De manera que ejercieron oposición implacable a los presidentes Jorge Alessandri (derecha, liberal-conservadora) y Eduardo Frei Montalva (centro DC) y con lo acostumbrado: movilizaciones sindicales, estudiantiles y hasta de campesinas.

Hacia 1969, el FRAP se transformó en Unidad Popular y logró el triunfo de Salvador Allende, con quien el PC fue leal, pero obediente a la IC, que propugnaba un avance gradual al socialismo y distante de quienes propiciaban la vía armada al estilo cubano y guevarista.

El PC, según sean las que llama «condiciones objetivas«, despliega distintos métodos de lucha: alianzas electorales, de gobierno, huelgas, sabotajes, protestas y vía armada.

Por eso, después del golpe de Estado propuso crear un frente opositor a la dictadura con la izquierda más la DC, que no resultó por las «profundas diferencias ideológicas» de la DC con el convocante. Mas, después de 1980 -aprobada la Constitución que robusteció a Pinochet-, recibieron el mandato de desplegar «todas las formas de lucha«, incluida la vía armada (FPMR).

El partido actual todavía sigue las máximas de Marx, Engels y Lenin, «sustentan nuestras definiciones ideológicas» (XXIV Congreso Nacional). «Nunca hemos descartado la posibilidad de la vía armada, siempre y cuando estén las condiciones» (Vallejo, 2012). Cayó la URSS, pero el internacionalismo del PC pervive, aunque de otra forma. Consúltese la índole del Foro de Sao Paulo, integrado por grupos y partidos de izquierda latinoamericanos, fundado en 1990 post caída del Muro y cuyos estandartes son H. Chávez, D. Ortega, N. Maduro, etcétera. Léase el discurso del citado dirigente Lagos en la asamblea realizada en Cuba, en julio del presente año.

Es posible que los partidos que buscan asociarse con el PC en períodos de elecciones, desconociendo su auténtica visión, meta y sistema de lucha -su última ratio sigue vigente-, salgan perdiendo o se desperfilen, mientras aquel obtiene ganancias. Conste que las «condiciones objetivas» determinan su conducta y eso… lo establecen ellos.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio