Te damos gracias

Gonzalo Rojas S. | Sección: Política, Religión, Sociedad

Institucionalmente, los creyentes hemos dado gracias a Dios de modo especial en torno a estas Fiestas patrias. No esperamos a Navidad o a fin de año para manifestar nuestra gratitud, sino que la adelantamos públicamente cada septiembre.

Es sencillo pero fundamental lo que hacemos: reconocer la presencia y la mano de Dios en nuestra historia nacional y en nuestras historias personales.

Los actos oficiales -Te Deum- congregan a quienes ostentan los poderes, a quienes representan a las religiones. Pero de entre los personajes públicos, un grupete de creyentes pusilánimes y una masa de no creyentes agresivos, suele restarse de esas ceremonias. Ha vuelto a pasar este año. Allá ellos.

Para nosotros, los de a pie, ¿qué motivos de gratitud a Dios hay?

En primer lugar, haber nacido en una familia cristiana y haber recibido la formación consiguiente que nos ha dotado de las coordenadas básicas de la fe y de la moral cristianas que Chile ha asumido como propias.

A continuación, el haber vivido en una Patria que ha sabido presentarnos modelos de servicio público, de heroísmo militar, de entrega cultural. La patria de Manuel Montt, de Manuel José Yrarrázaval y de Jaime Guzmán, de Arturo Prat y Augusto Pinochet, de Gabriela Mistral.

Por cierto, gratitud también por haber contado con una generación de civiles y militares que desde mediados de los 60 -los primeros-   y desde 1973  -los segundos-  supieron enfrentar el proyecto totalitario del marxismo y derrotarlo. Una gratitud unida al reconocimiento de las faltas y errores que la conciencia de cada uno nos reproche.

Gratitud enorme a Dios por haber contado con trabajos estables y serviciales, con la posibilidad de emprender, con la libertad de educación y con tantas otras libertades. Incluso, gratitud cuando las instituciones que nos han acogido nos han maltratado, ofendido, procesado, o tolerado nuestra deshonra. Será ocasión de seguir defendiendo la verdad y, algún día, de dar nuevas gracias a Dios por haberla custodiado.

Por último, cuánto debemos agradecer a Dios por aquellos mucho más jóvenes que la generación a la que pertenecemos, que están hoy esforzándose  en mil campos para que todos los anteriores motivos de gratitud puedan seguir manifestándose en Chile.