- VivaChile.org - https://viva-chile.cl -

Un constante “presentecentrismo”

Hace poco llegaba a mi conocimiento una noticia que podría muy bien ser sacada de una novela lúgubre de ciencia ficción, por poner un ejemplo clásico, tipo “Fahrenheit 451”, de Ray Bradbury: en España ha surgido una propuesta para demoler el Acueducto de Segovia. ¿Por qué? Porque dichas ruinas representan la “opresión” que ya hace más de mil quinientos años, habrían significado los romanos para la Península Ibérica. Lo sorprendente, sin embargo, es que dicha iniciativa ya ha reunido algunas firmas.

Una idea insólita, sin lugar a dudas. Mas pese a lo anterior, por desgracia no se trata de una propuesta tan a contrapelo en la actualidad. Y la razón radica en una peligrosa pero creciente actitud que se está dando en nuestros días, que tiende a verlo y juzgarlo todo desde una perspectiva del presente inmediato, un presente que es considerado completa e indiscutiblemente superior a todas las épocas pasadas, a las que mira con desprecio, al considerar –para decirlo con los conceptos-bisagra de los actuales derechos humanos– que han sido una manifestación vergonzante de discriminación e intolerancia. Dicho de otra manera: se trata de una óptica cerrada e intransigente que cual Siglo de las Luces, considera todo lo pasado como bárbaro, dañino, inútil y dogmático, sin –querer– darse cuenta que es la suya la postura realmente dogmática e intransigente.

Por desgracia, esta visión no se queda sólo en lo especulativo: arrebatada por su autoconcepción mesiánica e inquisidora, pretende alterar o incluso borrar todo aquello que no esté de acuerdo con los actuales cánones de lo políticamente correcto. De ahí que sus manifestaciones sean muy variadas: cambio de nombre o destrucción de monumentos; alteración de la historia para colocar en el bando de los “malos” a quienes tienen otra visión; modificación del lenguaje, etc.

Por oposición, esta actitud estima a que no existe nada bueno que aprender de nuestras anteriores vivencias, puesto que las épocas pasadas estaban locas o eran tiempos de opresión intolerable, de los cuales hemos podido liberarnos gracias al Hombre (obviamente Dios está descartado de antemano).

¿Qué seguirá? Quien sabe, pero no hay que ser demasiado suspicaz para adivinar que se intentará reescribir la religión, considerada por varios un lastre del pasado (semejante al “opio del pueblo”), razón por la cual habrá que tener cada vez más cuidado con las ediciones de los libros de espiritualidad, incluida la misma Biblia. En efecto, ¿por qué no “aggiornarla” para que se acomode al presente?

Sin embargo, esta postura no alcanza a percibir que de juzgarse absolutamente todo con los parámetros de este “presentecentrismo”, lo que hoy se hace con tanto orgullo y seguridad, será cruel y despiadadamente criticado e incluso cambiado mañana. Ello, porque si todo es un constante presente, si lo único que importa y vale es el “ahora”, el movimiento se ve condenado a reinventarse de forma permanente, pues cualquier vestigio del pasado que quiera mantenerse sería una “impureza” para él. Por tanto, si “todo tiempo pasado fue peor”, el nuestro también será ridiculizado y eventualmente borrado en el futuro.

Una muestra más de la intolerancia de nuestra época, que ahora pretende superar las barreras del tiempo.