Ruidos

Adolfo Ibáñez S.M. | Sección: Política, Sociedad

Este comienzo del Gobierno se ha caracterizado por ruidos constantes. Han contribuido distintos asuntos y de muy diversa importancia. La mayoría de ellos de carácter político, junto a otros no menores: la directa injerencia del Papa en la Iglesia Católica chilena ha aumentado significativamente los decibeles del ambiente. No es menor el remezón que sacude a la Iglesia. Los terremotos también afectan a las esferas de lo espiritual.

En lo político, los autogoles de varios ministros demuestran que las cosas pequeñas también son grandes. Y que cualquier tema sirve a la oposición para mostrar que podría reordenarse y reagruparse. Pero a esta le faltan planteamientos de fondo, como es autodefinirse en positivo, y no solamente tratando de entorpecer y desviar al Gobierno. No les resultará fácil debido a sus discursos anclados en el pasado, aunque el gran legado de la izquierda que nos ha gobernado es haber detenido el país y volverle la mirada hacia un pasado remoto. Esta herencia trabaja a favor de ellos, y los ruidos facilitan ignorar el presente y desentendernos de la necesidad de futuro.

Se suman problemas como la equidad de género y el acoso a las mujeres, que han motivado protestas, las que algunas las extreman hasta mostrar al feminismo como una ideología rupturista y de lucha de sexos. También otros heredados, como el nefasto Transantiago y el estancamiento en educación que mostró el Simce, que se agrega al desbaratamiento del sistema educacional complicando los esfuerzos para subir a los patines a los más desamparados. No olvidemos los dictámenes de la Contraloría. Tampoco el aborto y la homosexualidad, que fracturan la coalición de gobierno. Los ruidos son intensos y provienen de múltiples frentes. A pesar de todo, el Gobierno ha podido avanzar encauzando y delineando algunos temas.

Entremedio de todo esto, no se han notado las cifras del último censo sobre cuántos pertenecen a diferentes pueblos o etnias, y cuántos dicen ser de ellos. Siempre se los ha contabilizado, pero hoy esas categorías solo distraen de nuestra realidad de pueblo mestizo, que nos engloba a todos. Las ideologías étnicas nacieron y se difundieron desde países y organismos internacionales ajenos por completo a esta, nuestra peculiar realidad. La reciente boda real en Inglaterra ha sido la más exquisita demostración de esta ignorancia: el mundo en blanco y negro. A ello se opone nuestra realidad mestiza, punto esencial que define nuestra identidad dentro del mundo globalizado.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio de Santiago.