¿Y quién va segundo en la fila?

Andrés Berg | Sección: Política, Sociedad

El sello que busca imprimir el nuevo gobierno de Sebastián Piñera pareciera ser una agenda por la infancia. Poner a “los niños primero en la fila” es mucho más que un panfleto, ya que en dicha prioridad existe claramente un sentido de justicia social. Y Chile Vamos ―la derecha, en general― hace mucho tiempo que no se unía en torno a una idea de justicia.

En la década de los 90 la unión de la derecha principalmente giraba en torno a la defensa de la libertad económica: crecer y crecer. En los 2000, la alianza convergía en el rechazo de todos los vicios acumulados durante los 20 años de una Concertación acomodada en el Estado; de ahí que la solución fuera el “gobierno de los mejores”. Y cuando llegaron los mejores, quedaron perplejos ante los reclamos de justicia de la izquierda. No había mucho que decir.

Ahora la cosa es distinta. Y aquí es donde probablemente radica la sensación de que la derecha podría gobernar mucho más de cuatro años. En este gobierno hay un principio de justicia que lleva a poner prioridades por grado de indefensión y abandono, lo que permite escuchar a todos ―también al que no marcha y a los que no pueden gritar―. La justicia, entonces, se traduce en gobernar con solidaridad para los más débiles, esos olvidados por el político moderno porque no son trending topic en Twitter, esos que permanecen ocultos y que no tienen una foto bonita para subir a Instagram. En definitiva, solidarizar con los invisibles de nuestra sociedad.

Así las cosas, la pregunta que cae de cajón es, ¿y quién va segundo en la fila? Siendo consistentes, la agenda pública del gobierno debiese priorizar y volver a poner sobre la mesa todas aquellas otras problemáticas sociales invisibilizadas por la moda de la ilimitada autonomía individual, también muy popular en los jóvenes del Frente Amplio. Esto claramente no parece estar comprendiéndolo Evópoli, ni sus admiradores del sector. ¿Por qué los niños primero y la agenda de género segundo? ¿Dónde quedan los más pobres, los ancianos olvidados por sus propias familias, los enfermos y todos aquellos a los que pareciera que a nadie le importan? ¿Los “niños primero” fue una mera coincidencia, o es realmente una particular visión de desarrollo social y humano?

Un gobierno no se sostiene sólo de señales, sino que también requiere de constancia, consistencia y creatividad. El gobierno no puede pasar los próximos cuatro años reclamando justicia sólo por la primera infancia, por muy válido y necesario que sea. Si hay un principio genuinamente solidario, se debe extrapolar ese sentido de justicia a todos los ámbitos posibles y hacerse cargo, con la misma épica, con el mismo imperativo moral, de la especificidad de cada política pública. Aquí no sólo se juega la unidad de Chile Vamos, sino también su destino, desde la motivación de cada servidor público, hasta la predisposición de la sociedad para tolerar todo aquello que el Estado no puede solucionar.

La construcción de un proyecto político de largo plazo depende de la capacidad que tiene un gobierno para provocar sentimientos que sobrevivan a la euforia de la inmediatez. Requiere, como dijimos, de constancia, consistencia y creatividad en torno a una genuina idea de justicia social.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero, www.ellibero.cl