Palabras y corazones sobre los géneros

Gonzalo Rojas S. | Sección: Política, Sociedad

Palabras sacan palabras, y es lógico que así opere la inteligencia y su necesaria consecuencia, el diálogo. Pero las palabras expresan también el corazón, y desde un corazón se mueve también a otros corazones.

Así ha sucedido con las declaraciones de Mons. Ezatti sobre el proyecto de identidad de género.

Sus palabras, breves y directas, sacaron larguísimas expresiones de repudio, varias de ellas globales y destempladas. Y lo que ciertamente se expresó desde el corazón del cardenal como un deseo de protección y bien para todas las personas, obtuvo como respuesta una manifestación de molestia o dolor, comprensible en corazones que se sintieron ofendidos.

Ante esas palabras y esas emociones, el señor Arzobispo ha declarado que lamenta que el haber usado “una alegoría para referirse al nominalismo haya sido interpretada como una ofensa a quienes merecen todo su respeto y aprecio.” No ha dicho que sus palabras fueron conceptualmente erróneas, porque no correspondía afirmar algo así. Como buen pastor ha mirado la reacción de los corazones y ha sentido su dolor, pero no ha rectificado su apreciación sobre el fondo de la cuestión, ya que no ha habido argumento alguno que induzca a ese cambio.

Porque lo que está en juego  -más atrás de las legítimas emociones-  es la relación del lenguaje con la realidad. Y, cuando la realidad resulta ofensiva para algunos, el lenguaje obviamente les parecerá también inaceptable. Por eso, es con la realidad con la que hay que enojarse, no con el lenguaje.

Es cierto que hay situaciones cuya entidad merece una muy detenida investigación y discusión y, con toda seguridad, el tema de los géneros es una de ellas. Justamente por eso, las emociones descalificatorias de los afectados, las recriminaciones destempladas del algún clérigo siempre dispuesto a la mordacidad, y el juicio gubernamental ponderado desde la conveniencia comunicacional, resultaron tan poco aptos para discutir a fondo el tema.

Y ha habido un silencio  -casi total-  que ha llamado mucho la atención. Esta vez la mayoría de los animalistas no han querido entrar en la defensa de los derechos de los perros y de los gatos, implicados en la comparación. Téngase presente.