Indignados por Alfie

Gonzalo Rojas S. | Sección: Familia, Sociedad, Vida

Asistimos perplejos -y con tendencia a la indignación- a la situación de Alfie Evans, el niño inglés de 23 meses que, en el  momento en el que escribo, ha logrado sobrevivir ya más de 24 horas a la predicción de muerte casi inmediata con que lo habían rotulado los médicos después de desconectarlo de las ayudas mínimas.

El caso de Alfie y de sus padres es de laboratorio, sí, del laboratorio más cruel que los seres humanos pueden montar con otros individuos de la misma especie: el de los experimentos de la ciencia y el derecho unidos contra la humanidad.

La ciencia ha revelado toda la soberbia que la puede caracterizar cuando se erige en criterio último de las decisiones. Desde la ciencia se ha determinado la enfermedad del niño, desde la ciencia se ha decidido que morirá, desde la ciencia se han suspendido entonces los tratamientos, desde la ciencia se ha impedido que otras entidades médicas puedan intentar un nuevo tratamiento, desde la ciencia se ha intentado humillar a la presidenta del hospital italiano Bambino Gesú -quien viajo especialmente a Inglaterra- impidiéndole siquiera ingresar al sanatorio -¿sanatorio?-  británico.

Y el derecho ha mostrado toda la crueldad que puede exhibir cuando se lo desgaja de criterios morales. Desde el derecho se ha determinado ya en reiteradas instancias que el niño debía ser desconectado, que los padres no podían ni siquiera sacarlo del hospital y mucho menos trasladarlo a otro país, Italia, que le concedió la nacionalidad con el objeto de ayudar a su familia a iniciar un nuevo tratamiento; desde el derecho -¿derecho?- se ha querido privar  de toda dignidad al niño y a sus padres, a quienes los han defendido, desde el Papa Francisco hasta el más sencillo ciudadano del mundo que llora por la brutal agresión contra un indefenso de menos de dos años: una agresión contra la humanidad.

Álvaro Fischer, (gran promotor del aborto y de la eutanasia en Chile) afirma en De Naturaleza Liberal, que “son los sentimientos morales que nos despierta el feto o la criatura los que nos hacen decidir cuándo no podemos deshacernos de ella y en eso las sociedades se han puesto de acuerdo: es seguro que no podemos eliminar a un bebé una vez nacido.

Falso. El indignante caso de Alfie demuestra a dónde nos llevarán las políticas promovidas por Fischer.

Para todos ellos, para que entiendan: ¡shame on you!