Identidad cristiana

Gonzalo Rojas S. | Sección: Religión, Sociedad

¿Se puede sacar algo bueno de la triste discusión sobre el proyecto de la así llamada “identidad de género”?

Sí, porque al menos se está poniendo en el centro de la discusión pública el concepto de “identidad”, por torpes que sean algunas opiniones sobre cómo se define o en qué consiste.

En el medio de una sociedad líquida, en la que la “movilidad”, la “transparencia”, la “tolerancia” y la “diversidad” son utilizadas como conceptos matrices del diálogo social, rehabilitar la noción de  identidad”, como fundamento de todos los otros conceptos, es una necesidad  imprescindible.

¿Cómo podríamos saber hacia dónde movernos, qué transparentar, cuáles son los criterios de lo tolerable y qué diversidades son buenas o al menos aceptables, si no hubiese claridad sobre la propia identidad y la que pertenece a cada uno de los demás?

Si esto vale para las dimensiones sociales, políticas, culturales y étnicas de la propia identidad, tiene especial valor respecto de la identidad de fe o religiosa.

Estos días de Semana Santa son una excelente oportunidad para preguntarse por la propia identidad, de desplegarla de acuerdo a cómo la comprendamos y, poco a poco, de ir definiéndola hacia el futuro.

Quiénes, por ejemplo, se sientan más llamados a gozar en estos días de los últimos encantos de las playas o lagos; quienes prefieran cualquier tipo de paseos de aventura o panoramas turísticos en el extranjero, han de preguntarse hasta qué punto resulta lógico que sigan definiéndose como cristianos al haber desaprovechado la principal instancia del año para identificarse algo más con su supuesto modelo, Cristo.

En paralelo, los que sí estarán inmersos en los retiros y las celebraciones litúrgicas de estos días, tienen la obligación correlativa: interrogarse por cuánta coherencia muestran esas prácticas rituales con sus semanas anteriores y las que vendrán, en los ámbitos laborales, familiares y sociales.

Por cierto, habrá también quienes celebren su tradicional asado de los viernes santo, para reafirmar su identidad anticristiana. No hay problema: si eso es lo que son, será cuestión de ellos enfrentar sus vidas con esa identidad. O convertirse.