Paseo a Cuba

Axel Buchheister | Sección: Política

La Presidenta Bachelet se encuentra hoy en Cuba en visita de Estado, cuyo fin es promover las inversiones nacionales en el país caribeño, específicamente para aprovechar las oportunidades de la muy reciente ley de inversiones cubanas, que data de 2014. El problema es que se trata de un viaje inopinado para la mayoría, pues nadie sabía de él, tanto que incluso el ministro de Economía -a cuya área pertenece la temática del periplo- reconoció haberse enterado de él en ese momento, por la prensa.

Asimismo, que no se entiende bien por qué se hace ahora, pues mal podrá entregar frutos dentro del actual periodo presidencial, que está en sus días postreros. Por otra parte, sorprende que el Canciller no pueda viajar por “motivos personales” y que, asimismo, siendo una visita con acento en los negocios, las asociaciones empresariales tampoco supieran nada y hasta el viernes ningún empresario había sido invitado a sumarse a la comitiva oficial, según consignó una nota de prensa.

Dejémonos de eufemismos: esto es un viaje emotivo con ocasión del término de funciones, en que la Presidenta se está dando un gustito ideológico. Y que el argumento de impulsar las inversiones y el intercambio comercial -que ha caído significativamente en los últimos cuatro años y no se advierte sobre qué base pudiere mejorar-, es un mero pretexto.

Este paseo a Cuba demuestra que la Presidenta Bachelet no ha cambiado. Que sigue viviendo en la lógica de su pasado de corte revolucionario, como en su mejor época de la RDA, y que mantiene su conexión más íntima con gobiernos que sean de izquierda dura, sin importar que se trate, como en este caso, de una dictadura que lleva 59 años en el poder, que no exhibe ninguna evolución a prácticas democráticas y en la cual se conculcan cotidianamente los derechos humanos del pueblo cubano. Dictadura que ha sobrevivido sólo por el financiamiento recibido antes de la URSS y hoy de Venezuela, mientras los venezolanos se están muriendo literalmente de hambre.

Pero además, que tampoco sintoniza con la evolución que habido en nuestro país, pues no asume las demandas ciudadanas de más transparencia, y que autoridades no abusen de su posición y de los recursos públicos. Porque aquí hay un viaje que se hace con aviones oficiales, viáticos y uso de otros fondos fiscales, bajo la argucia que es una visita de Estado, pero que no es tal, sino que busca satisfacer un simple anhelo presidencial. Se sigue creyendo que a los ciudadanos no hay que rendirles cuenta, que basta con una explicación que no se sostiene, pues está repleta de incoherencias, absurdos y omisiones, que linda en el desprecio a la gente, y que los fondos del erario son de libre disponibilidad presidencial. La lógica añeja de los privilegios del poder.

Al menos cabe esperar que la Presidenta, que lleva consigo la dignidad nacional, no corra esta vez a abrazar a Raúl, como lo hizo con Fidel.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera