Candidatos y empresarios

Sergio Villalobos R. | Sección: Historia, Política, Sociedad

Nunca en la historia del país había habido tal cantidad de candidatos a la presidencia y de tan bajo nivel, por inexperiencia en los asuntos públicos o por su nivel cultural. Uno de ellos llegó a lanzar monedas en una mesa y otro ha sugerido meter mano en el bolsillo de los empresarios para despojarlos de su dinero. Así se haría patria.

Este dicterio revela el mayor desconocimiento de nuestra historia. Si comenzamos en el siglo XIX, los empresarios y los altos sectores fueron los constructores de la grandeza y modernización de Chile. Tomemos como ejemplo a José Tomás Urmeneta, agricultor de la región de Ovalle, que explotó con sacrificio el mineral de cobre de Tamaya. Con su esposa y un hijo acampó en el mineral, que no producía prácticamente nada. Intervino en los trabajos, con pala y picota, ayudado por dos o tres apires. Empeñó su escasa fortuna y tras 10 años de miseria, cortó el gran manto cuprífero de la localidad. Amasó una enorme fortuna, estableció una línea férrea entre Tamaya y Tongoy, formó allí una fundición y un puerto. Adquirió barcos para movilizar sus minerales, fue uno de los creadores de la Compañía de Gas de Santiago, adquirió e hizo prosperar la viña Urmeneta y efectuó inversiones en la minería del carbón.

También podría mencionarse a Carlos Lambert, Agustín Edwards Ossandón, Matías Cousiño, José Santos Ossa, José Bunster y muchos otros, quienes desde las tareas más modestas se elevaron a disponer de las mayores fortunas del país.

Gracias a ellos, Chile progresó aceleradamente, llegó a ser el primer productor mundial de cobre y ocupó un rango prominente entre los productores de plata, oro y trigo. Además, gozó de la producción de salitre. Gracias a todo ello, el Estado dispuso de extraordinarios capitales, que se emplearon en escuelas, colegios, vías férreas, caminos y puertos.

«Hicieron patria» y gracias a su esfuerzo hemos llegado a ser lo que somos. A nadie se le ocurrió meter la mano en sus bolsillos.

Para optar a cargos superiores hay que conocer la historia.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio.