Para discutir a fondo XIX

Gonzalo Rojas S. | Sección: Política, Sociedad

Presentamos el último capítulo de nuestra serie de comentarios del documento “Manifiesto por la república y el buen gobierno”. Recordamos que los textos originales del Documento están entre comillas.

«§ 49. El buen gobierno supone una actitud humilde. No resulta sensato pretender partir desde cero, sin contar con la experiencia anterior. La democracia no es compatible con la imposición autoritaria, sino que considera la permanente disposición a llegar a acuerdos, porque las políticas consensuadas tienen mayores posibilidades de mantenerse en el tiempo. Esto tiene un correlato inmediato en las políticas públicas: la acción humilde es experimental, dialogante, participativa y reversible. No realiza proyectos faraónicos en una lógica que mira desde arriba hacia abajo, sino que construye desde la base, paso a paso, escuchando, incorporando los aportes de otros, detectando los inevitables errores y corrigiendo, hasta lograr sus objetivos. El Transantiago es quizás el mejor ejemplo de todo lo contrario.”

Suena bien, pero no hay ninguna advertencia de los peligros que suele acarrear la absolutización de ese modo de actuar: la transacción entreguista que con frecuencia se practica incluso en materias fundamentales, con tal de llegar a un acuerdo que evite la confrontación, olvidando así la defensa de los principios. La humildad sugerida debe hacerse compatible con la fortaleza exigida.

«Por otro lado, la moderación debe caracterizar no sólo las políticas sino también el modo de vida de los gobernantes. A lo largo de toda su historia, Chile se distinguió por la sobriedad de sus autoridades: su estilo de vida los hacía ejemplares y prestigiaba a nuestra democracia. Es necesario recuperar la austeridad de nuestros hábitos republicanos y la ejemplaridad pública en nuestros líderes políticos, económicos y sociales. La arrogancia de la riqueza y el poder constituyen un insulto a los sectores menos favorecidos de la sociedad.»

Una referencia a Manuel Montt habría dejado este párrafo en condiciones óptimas.

Ciudadanos comprometidos

“§ 50. En este momento delicado de nuestra historia, la política debe convocar a un proyecto común en el que todos seamos sujetos activos. Necesitamos cambiar nuestra disposición política: debemos aproximarnos al espacio público como actores responsables, y no como meros indignados o consumidores. No es el momento de seguir prometiendo dádivas, y fomentando disposiciones pasivas en los ciudadanos, pero tampoco de pretender que la indignación y la protesta sorda son sinónimo de soluciones razonables. Es necesario que Chile pueda contar con ciudadanos comprometidos con el bien de su país, movidos por ideales concretos más que por ideologías abstractas o pasiones desbordadas, y dispuestos a colaborar para obtenerlos, corrigiendo pragmáticamente el rumbo en el camino hasta encontrar nuestra mejor ruta. Sólo así podremos tener una república que efectivamente vele por las personas, pero donde, al mismo tiempo, ellas velen por el régimen republicano bajo el que han tenido la  fortuna de vivir.”

Bien planteado, pero no bastan los ideales concretos. Hacen faltas también las doctrinas  -por cierto, muy distintas de las ideologías-   para que ellas alumbren desde lo teórico. Más que de ciudadanos comprometidos, se requiere de ciudadanos bien formados y bien dispuestos. El compromiso, por sí solo, no garantiza el bien.   

«La política no es una actividad exclusiva de una minoría de individuos privilegiados, ni tampoco el lugar de experimentación para fanáticos obnubilados por visiones absolutas del orden social, o un campo de batalla para quienes creen que su indignación todo lo justifica. La política es la tarea cotidiana, humilde y ponderada de todas las personas comunes y corrientes que quieren lo mejor para su país y para los suyos. Es el medio por el cual nos hacemos dignos del título de ciudadanos: el título más importante que nos entrega la república, y que nos unge como depositarios de la confianza de nuestros compatriotas para sacar adelante a nuestra patria.”

Muy buen párrafo para terminar, al que insistimos como resumen de todos nuestros comentarios, una vez más se lo presenta sólo en su dimensión práctica, olvidando la necesidad de respetar y profundizar en su base teórica, tanto moral como cultural.