CEP o no CEP

Benjamín Lagos | Sección: Política, Sociedad

Con periodicidad, se divulgan ciertas publicaciones que, revestidas de un halo de infalibilidad, persiguen hacer evidente para políticos, académicos y medios de comunicación aquello que ya debería serlo por la sola constatación de la realidad y una básica comprensión de la persona y la sociedad. Así ocurre a cada tanto con el Estudio Nacional de Opinión Pública, confeccionado por el Centro de Estudios Públicos (CEP).

La encuesta CEP del bimestre julio-agosto señala a la delincuencia como el primer problema que los encuestados creen que el Gobierno debe resolver (51% de las menciones). Le siguen: salud (45%), educación (38%), sueldos y empleo (ambos, 27%); respuestas que, en similar orden y porcentaje, recogen la CEP de abril-mayo y las anteriores. Siendo estas las prioridades vitales de los chilenos, no debería ser difícil para un candidato a las próximas elecciones indagar en qué materias centrar sus propuestas: tomará nota y planteará soluciones, si pretende obtener el favor de sus electores.

Sin embargo, la claridad y persistencia de las cifras y su correspondencia con los hechos, parecen no bastar al encuestador. El director del CEP Harald Beyer y el investigador de la entidad Ernesto Ayala sostienen (El Mercurio, lunes 4 de septiembre) que, dadas las posiciones favorables de algún porcentaje de electores de centroderecha a la ley de aborto y al proyecto de “matrimonio” homosexual –según la CEP de abril-mayo–, el político de ese sector debiera tener “sintonía fina” para adaptar su discurso a esa supuesta heterogeneidad del electorado y abrazar esas propuestas, salvando así el “divorcio” entre el poder y la población que lo vota. “Si (Sebastián Piñera) aspira a convocar, generar avances y proyectarse (…), la coalición debe ser capaz de representar las distintas miradas que expresan sus electores, que por lo demás son las de todos los ciudadanos”, es la tesis central.

Este razonamiento adolece de tres errores. Uno, su contradicción con la propia encuesta. Dos, la distorsión del concepto de representación política. Y tres, que los bienes en disputa, por su naturaleza, no admiten transacción.

En primer lugar, es claro que ni el aborto ni el “matrimonio” homosexual, en este ni en ningún otro sondeo CEP, han sido prioridad vital de los electores: ni siquiera aparecen mencionados. De esa suerte, la importancia que los columnistas atribuyen a esos temas, ya al menos desde un punto de vista estadístico, es desmesurada: las prioridades de los encuestados serían menos relevantes que materias que no lo son y en las que habría de jugarse la agenda política y la opción de Chile Vamos de ser gobierno. Nos hallamos, entonces, en presencia de dos encuestas distintas y contradictorias. ¿Qué CEP prevalece? ¿La que refleja los principales problemas de los chilenos, o la que no? Para Beyer y Ayala, la segunda. La CEP se impone a la CEP.

En segundo término, la representación política pierde su sentido. A diferencia de la representación jurídica propia del Derecho privado, no consiste en cumplir órdenes concretas y específicas de una o más personas, en este caso electores que albergan intereses diversos, volubles e incluso contrapuestos. Antes bien, el representante político, lejos de ser mandatario, debe velar por el bien común; en función de ello, los órganos de representación política operan como una instancia deliberativa, por esencia contraria a la mera materialización de las voluntades que la preceden y generan. Dar validez indubitada al resultado de una encuesta tornaría inútil toda deliberación.

Por último, es imposible compatibilizar visiones distintas en un mismo proyecto político, cuando esos disensos versan sobre bienes que, por su naturaleza, son indivisibles e intransables. No hay cabida para una legislación más o menos permisiva del aborto, pues el derecho a la vida no admite intermedios: se vive o no se vive. Tampoco es posible integrar una comprensión más laxa del matrimonio y la familia, puesto que el derecho del niño a tener el padre y la madre que le corresponden se cumple o no se cumple. Malas noticias para los columnistas del CEP: no se puede todo en la vida.

El interés de Beyer y Ayala, a fin de cuentas, no es que los políticos de oposición “conecten con la mayoría”, sino imponer su agenda. Intento fallido: la naturaleza humana, la realidad de los hechos y hasta su propia encuesta, los contradicen. Sigan participando.