Mala madre

Alberto López-Hermida R. | Sección: Política

Seamos breves y vamos al grano. A la Presidenta Michelle Bachelet y su Gobierno no les interesan los niños. Eso.

Es bueno sincerarlo, más todavía cuando estamos en plena época electoral, pues inolvidables son las imágenes de la otrora candidata en sus spots televisivos rodeada de chiquillos.

Pues resultó ser pirotecnia.

Una más.

No se nos olvide.

Y es que el debut y despedida de la Nueva Mayoría en La Moneda pasará a la historia por ser el primer Gobierno de la democracia moderna en la que ser niño en Chile es una de las condiciones más oscuras y tenebrosas a las que se puede exponer a un compatriota.

Las pruebas sobran.

En primer lugar, el blindaje político y personal a la ex ministra de Justicia Javiera Blanco la semana pasada en la Cámara de Diputados demuestra que para la Presidenta los amigos son lo primero, aunque ello implique volver a ponerle al país el vendaje que evita ver la sistemática violación de los derechos humanos de tantos niños en hogares del Sename.

Sumándole la falta de convicciones de algunos legisladores, ha quedado demostrado que para esta administración Javiera es más valiosa que Lissette. Cualquier otra lectura es un intento caricaturesco por salvar la situación.

Segunda prueba del desinterés oficial por los infantes es la tramitación de la Ley de Identidad de Género que avanza a paso firme en el Congreso, alimentada por una obstinación ideológica afuerina mamada por la misma Presidenta en su paso por Nueva York e impulsada también por un puñado de sus amigas.

Se abren con esta normativa las puertas a aberraciones y engaños insospechados, involucrando también a nuestros niños, arrojándolos al juego caprichoso de una minoría inexplicablemente empoderada.

Por último, sumémosle a lo anterior cuatro años de un empecinamiento por aprobar una ley que hace del seno materno un ambiente de alto riesgo para los chilenos, todo liderado por un progresismo desenfrenado también venido, con intereses económicos y todo, desde afuera de nuestras fronteras.

El modo agresivo y poco dialogante con que el Ejecutivo ha propuesto y acompañado la discusión del aborto ha sido de una falta de delicadeza que sólo se explica conociendo las verdaderas agendas de otro grupo de amigas de la Presidenta.

Podrán esgrimirse cifras de desayunos, colaciones y computadores que han sido distribuidos por el territorio nacional para que nuestros hijos crezcan sanos y educados, pero la verdad es otra y, era que no, duele reconocerlo.

Es tragicómico que precisamente cuando es una madre la que detenta la banda presidencial y la piocha de O’Higgins haya semejante infantofobia de parte de la autoridad.

Y aún quedan 243 días.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Pulso, www.pulso.cl