Para discutir a fondo VIII

Gonzalo Rojas Sánchez | Sección: Política, Sociedad

Necesidad de la sociedad civil

¿“Civil”? Toda sociedad es civil. Esta redundancia se ha metido en el lenguaje y parece estar relacionada con la idea de aislar, como de pasada, a los militares. La lectura de la nueva edición del libro de Dauno Tótoro sobre La cofradía militar, da muchas luces sobre esa posibilidad.

“§ 24. El Estado se encuentra en una rica tensión con la sociedad civil. Su misión nunca puede ser ahogar las grandes energías que viven en una comunidad, y que se manifiestan en mil formas asociativas. Una subsidiariedad bien entendida no apunta primariamente a la vida económica, sino a la sana y vital organización de la sociedad civil. Su misión no puede ser simplemente la de abstenerse, pues está llamado a estimular el protagonismo de las distintas fuerzas sociales. Y ninguna subsidiariedad puede funcionar si no va acompañada de la solidaridad, que es la exigencia de prestar ayuda oportuna a quienes necesitan nuestro apoyo.”

Por fin aparece la subsidiariedad. Pero en el afán de los autores -esto ha sido recurrente en Ortúzar y en Herrera- por estimar que se la ha aplicado primariamente a la vida económica y, además, por insistir en que se la ha practicado más bien como abstención, el párrafo pretende ser novedoso, como si los autores estuvieran proponiendo un enfoque nuevo, pero no hacen más que afirmar lo que Jaime Guzmán tantas veces enseñó.

“§ 25. La democracia es, en buena medida, el gobierno del hombre común. Nos preocupa que el Estado aparezca en los últimos años como capturado y puesto al servicio de diversas minorías (los grupos de presión, los partidos políticos, los empresarios y los mismos funcionarios públicos). Estos abusos y el consiguiente olvido de las mayorías crean un clima donde el hombre común siente que el mundo público y las instituciones le resultan ajenos.”

¿Debe gobernar el hombre común o se debe gobernar para el hombre común? No queda claro qué se quiso decir. Quizás en el contraste con esos grupos que supuestamente han capturado el Estado el lector podría concluir que se está proponiendo el primer sentido. Pero en ese caso, ¿quiénes son los hombres comunes llamados a gobernar? ¿No podrían militar en partidos, en grupos o ser empresarios? Si el sentido es el segundo, no parece muy certero afirmar que existe el hombre común. O los somos todos (y la afirmación no tendría sentido) o no lo es nadie (y pierde igualmente sentido). En realidad se debe gobernar para lo que todos tenemos en común y para lo que todos tenemos de diverso. Por eso es tan difícil gobernar.