La revista académica “Science” publicó un número especial dedicado a la masiva utilización de noticias falsas para respaldar programas gubernamentales y políticas públicas, lo que resulta frustrante para los miles de expertos y científicos que investigan, aportan datos cuantitativos y refutan o confirman hipótesis basándose en metodologías, estudios y experimentos válidos y confiables, pero que se ven incapaces de influir en el debate de asuntos cruciales: “En algunos temas, como el cambio climático o las vacunas infantiles, muchos científicos están preocupados porque sus laboriosos descubrimientos han perdido influencia frente a los políticos y la opinión pública, y sienten que la veracidad de sus investigaciones está bajo acoso, ya que muchos prefieren basarse en internet e incluso en lo que dicta la calle para buscar evidencias”.
El parecido con Chile es preocupante, pues el Gobierno acaba de presentar una reforma que subiría las pensiones mágicamente en un 20%, gracias a la gestión de una entidad estatal que ni siquiera ha sido diseñada, no sabemos cuánto va a costar ni quién la va a integrar, no han dicho cómo y a quién va a rendir cuentas, y no han aportado un solo informe técnico para respaldar sus conclusiones, solo la promesa de que será igual a la que opera en Canadá, la que, por cierto, es carísima y ha logrado rentabilidades inferiores a las obtenidas por los multifondos aquí en Chile.
La posverdad también ha primado en el combate a la delincuencia, pues se nos ha repetido que la criminalidad está bajando o que solo existe una “percepción de inseguridad”, lo que ha sido desmentido nuevamente esta semana por la última Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana. Similar predominio de la posverdad se observó en el cambio del sistema binominal y en el debate educacional, cuando se dijo que la incorporación de 47 nuevos parlamentarios sería a “costo cero” o cuando se prometió que, el próximo año, 800 mil universitarios gozarían de gratuidad, cifra que en la actualidad apenas bordea los 200 mil, según recuentos oficiales.
Al final, la realidad se impone, aunque con retraso, a lo que “Science” define como “noticias falsas virales que difunden verdades alternativas”.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio de Santiago.