Más y mejor información sobre la calidad de los colegios

Daniel Rodríguez | Sección: Educación, Política, Sociedad

#06-foto-1A mediados de febrero, este medio publicó una serie de datos detallados sobre la clasificación de los establecimientos educacionales que realiza la Agencia de Calidad de la Educación derivada de la Ley de Aseguramiento de la Calidad. Esta herramienta entrega información sobre los resultados de los establecimientos, mediante una medida mucho más justa y completa que solamente el Simce. Las noticias y opiniones asociadas a este importante instrumento, necesario pero deliberadamente retrasado por el Ministerio de Educación, se han centrado desproporcionadamente sobre el posible cierre de escuelas y no sobre sus aspectos positivos.

En primer lugar, la clasificación u ordenación es un instrumento que se ubica en un contexto de política pública más complejo, en el cual se crearon nuevas instituciones, como la misma Agencia y la Superintendencia de Educación, y se detallaron de mejor manera las funciones del Ministerio de Educación, creando un Sistema de Aseguramiento de la Calidad (SAC). El SAC actualmente se guía por un Plan (2016-2019) con siete grandes objetivos y un amplio listado de acciones, entre las cuales se encuentra la clasificación de los establecimientos. Es cierto que la clasificación es el instrumento que establece el punto de partida, pero debe comprenderse como una herramienta útil en el marco de una política más amplia e integral.

En segundo lugar, una comprensión superficial (o caricaturesca) de la clasificación impide entender su verdadero rol. El objetivo de determinar cuáles son los establecimientos que logran un nivel “Alto”, “Medio”, “Medio-bajo” o “Insuficiente”, y considerando la vulnerabilidad de los estudiantes y variables más allá de lo académico, no es el cierre de las escuelas, sino la focalización de la orientación y del apoyo. El SAC contempla que la Agencia de Calidad focalice sus fuerzas justamente en visitar y orientar a los colegios clasificados como insuficientes, preocupándose por la gestión curricular y el liderazgo del equipo directivo, entre otras dimensiones. Por otra parte el apoyo directo a estos establecimientos lo deben realizar agencias especializadas, o el mismo Ministerio de Educación, y el responsable último de implementar el plan de mejora es el establecimiento. Así, la clasificación es fundamental para identificar dónde concentrar los esfuerzos de la institucionalidad, pero no es su centro. La pérdida del reconocimiento oficial solo ocurre cuando un establecimiento no logra salir de la categoría más baja tras cuatro años de intensa orientación y apoyo. Si bien esto es polémico, es dable hacerse las siguientes preguntas: ¿es responsable que el Estado permita que un niño o niña se matricule en un colegio que a pesar de todo el apoyo no logra mejorar? ¿Es justo seguir subvencionando a un establecimiento, público o privado, que es sistemáticamente incapaz de cumplir la promesa de educar?

En tercer lugar, al observar los datos recientemente publicados es fácil ver que la clasificación entrega información de gran interés para el sistema. Por ejemplo, existen marcadas diferencias entre las regiones: mientras que 27% de los establecimientos de la región del Maule se encuentran en nivel “Alto”, el valor para Magallanes es de 4%. También permite observar disparidades interesantes en regiones contiguas. Por ejemplo, en el Norte Grande, un 10 % de los establecimientos de Arica y Parinacota fueron clasificados en nivel “insuficiente” (levemente bajo el promedio nacional) mientras que en Tarapacá este valor es 27%. Lo más interesante es que la clasificación muestra datos que desafían los prejuicios: en la región de La Araucanía, cuyo porcentaje de pobreza es de 23,6% (CASEN 2015), 7% de sus establecimientos fueron clasificados en nivel “Insuficiente”, y en la región de Valparaíso, los valores son 12% y 14% respectivamente. Si bien estas comparaciones son solo exploratorias y todavía está pendiente la clasificación de las escuelas pequeñas, es claro que la clasificación está mostrando cosas que antes no sabíamos.

Es de esperar que la Agencia de Calidad siga entregando de manera cada vez más completa y detallada esta información y, además, que valore el importante instrumento con el que cuenta para cumplir su misión, en lugar de centrarse en un elemento puntual que solo desvía la atención.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera.