Avenida Pedro Montt, como tú no hay otra igual…

Roberto Sandoval Santana | Sección: Historia, Política

…dice el vals que conocemos de años y que esta semana corrió el riesgo de tener que variar su letra.

Afortunadamente, tras la polémica desatada, el Alcalde de Valparaíso anunció que no está entre sus prioridades cambiar el nombre de la Avenida Pedro Montt, pero sigue siendo lamentable que no rechazara de plano esta triste iniciativa. Cambiar el nombre a la avenida medular de Valparaíso molesta al sentido común en múltiples aspectos y en particular, indigna el intento de robo a nuestra historia personal, familiar, de porteños.

El barrio Almendral, destruido por el terremoto de 1906, fue reconstruido bajo la presidencia de Don Pedro Montt. Todo el puerto se vio muy favorecido por estas obras y los porteños, gente decente, expresaron su reconocimiento a la persona de quien habían recibido estos beneficios.

Por otra parte, no nos oponemos a homenajear a Violeta Parra Sandoval, pero no empañemos este homenaje con atropellos a la historia como el que se ha intentado cometer. El teatro municipal, el ex edificio de correos, hoy dedicado a la cultura, o el edificio de la intendencia, podrían ser alternativas adecuadas. En cambio, hundir a Violeta en el fango de la pseudohistoria sólo terminará haciendo de ella una intrusa en Valparaíso.

Porque detrás del supuesto homenaje a Violeta Parra, lo que se pretendía era sancionar póstumamente al Presidente Pedro Montt pues, en palabras de los patrocinadores de este absurdo proyecto, “la principal arteria de Valparaíso lleva el nombre de quien es reconocido por tener responsabilidad en la matanza de la Escuela Santa María de Iquique en el año 1907; por ello la necesidad de cambio. Se trata que la ciudad recoja en el nombre de sus calles y avenidas, biografías que reflejen una identidad y afirmen valores básicos de democracia, derechos y participación”.

Claro que con semejantes metas y métodos se abre una caja de pandora, y quienes impulsan el cambio de nombre de la Avenida Pedro Montt, entre los que se hallan personas ligadas al Liceo Eduardo De La Barra y a la Escuela Ramón Barros Luco, podrían ver cuestionado el nombre de estas instituciones.

En efecto, Eduardo De La Barra era balmacedista de renombre y hasta el día de hoy es presentado como un ejemplo para la juventud. ¿Será lícito preguntarse cuál era su posición respecto de los trágicos sucesos de Lo Cañas?

En cuanto a Ramón Barros Luco, una de las matanzas menos conocida de comienzos del siglo XX fue la que ocurrió en Valparaíso el 12 y 13 de mayo de 1903. El relato tomado de la Revista Punto Final dice que “El intendente pide a Santiago se le envíen tropas”. ¿A quién pidió esas tropas? El relato no lo aclara, pero en esa fecha el Ministro del Interior y Vicepresidente de la República era Don Ramón Barros Luco, según señala la Reseña Biográfica Parlamentaria que publica la Biblioteca del Congreso Nacional.

¿Hay antecedentes públicos o privados que eximan a Don Ramón de responsabilidad en estas muertes? Los ya citados “valores básicos de democracia, derechos y participación” requieren una investigación seria y profunda que nos den esa seguridad. Se exige una inocencia prístina, sin mácula, sin sombra. Porque además no acaban aquí los “peros” de Barros Luco. La misma reseña parlamentaria indica que “en enero de 1891 suscribió el Acta de Deposición del presidente José Manuel Balmaceda y el manifiesto dirigido al capitán de Marina Jorge Montt para sublevar a la Escuadra y proclamar la revolución en nombre del Congreso”. ¿Es este el ejemplo para los ciudadanos del puerto donde conviven la Escuadra y el Congreso? Tal vez correspondería cambiar el nombre de la escuela. Y también el del sándwich.

Tampoco olvidemos que en la misma avenida Pedro Montt se ubica la Plaza que lleva el nombre de O’Higgins, quien es señalado por algunos como involucrado en la muerte de Manuel Rodríguez, y la Scuola Italiana, cuyo edificio es de estilo fascista

¿Y si mejor lo dejamos acá?