La dictadura de los “tolerantes”

Rosario Moreno C. | Sección: Política, Sociedad

#03-foto-1Los tuits de Soledad Bacarreza hicieron estallar –una vez más– la bomba: “No es un tema político ni de etnia ni derechos. Es un asunto de no tolerar semejante atrocidad contra dos personas”. “La prefiero en la cárcel hasta que se pruebe si es inocente o culpable” escribió la comunicadora, refiriéndose a la machi Francisca Linconao y la cuestionable decisión de la Corte de Apelaciones de Temuco de dejarla cumplir arresto domiciliario preventivo luego de su mediática huelga de hambre.

Estos tuits provocaron la ira de los que se hacen llamar tolerantes y cayeron como ejércitos de bullying sobre la comunicadora. Es que ella opinó algo distinto a lo que debemos pensar, según estas masas organizadas en verdaderas sectas de “tolerancia”, pero que en el fondo son una dictadura de la intolerancia.

¿Qué pasa, Chile? ¿Ya no se puede pensar distinto? ¿No es eso lo que realmente enriquece el avance cultural de los pueblos? Según los dictadores de la tolerancia, no. Usted no tiene derecho a pensar diferente, porque si no lo crucifican en las redes, y lo más grave es que ciertos medios de comunicación se han dejado tentar por publicar estos verdaderos trolleos que solo le dan más poder a estos pequeños dictadores.

Si usted cree que algunos de los presos de Punta Peuco cuenta con razones humanitarias para salir del penal; o está de acuerdo con los despidos que realizó la alcaldesa Cathy Barriga en Maipú, pues no tiene derecho a pensarlo, y menos escribirlo o expresarlo, porque le pueden poner una letra escarlata y acribillarlo en las redes sociales.

Pero sí se rinden honores a Fidel Castro o se desvían importantes arterias de nuestra capital por la visita del dictador chino  Xi Jinping, no se le ocurra criticarlos. Ellos son políticamente correctos y sus revoluciones son por el bien del pueblo.

Se ha avanzado mucho con las redes sociales, se afirma, pero ha sido tanto que los que se hacen llamar tolerantes se han vuelto intolerantes y las utilizan para matar gente en vida. En tuiterlandia, por ejemplo, existen verdaderas cofradías de personajes que buscan hacer bullying ante cualquier opinión y vaya usted a estar en contra de ellos. El bullying puede llegar a ser feroz, de eso Soledad Bacarreza supo algo.

Pero lo interesante es que tergiversan opiniones y sustituyen datos para poder ir con la artillería completa contra el “distinto”. Grave. Mucha gente no se está atreviendo a opinar y eso va en contra de todo avance democrático. Hay temor a este bullying de masas. Ponga en Twitter un comentario religioso o en contra del aborto, y lo masacran. Qué decir de defender la estrofa de los valientes soldados de la canción nacional o afirmar que el voto debiera volver a ser obligatorio. No se puede pensar distinto. Porque los “tolerantes” realizan verdaderas barricadas cibernéticas que a la corta y larga hacen que  la discusión se empobrezca y se entregue terreno a estos pingües diosecitos que creen tener la verdad en sus manos.

Yo lo invito a sublevarse. A decir lo que piensa, aunque no sea políticamente correcto, porque lo políticamente correcto no nos ha llevado por buen camino. Lo invito a que diga lo que piensa y siente, no se deje amedrentar, porque es culpa nuestra el avance de la odiosidad de los intolerantes que han decidido que solo unos pocos pueden opinar y qué opinar.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero, http://ellibero.cl.