El líder y el dictador,… ¡viva el dictador!

Joaquín Muñoz López | Sección: Historia, Política, Sociedad

#05-foto-1-autorLos sendos triunfos del brexit y Trump ameritan un sinfín de análisis; representan un fenómeno que está surgiendo, es decir, una nueva mirada. No obstante, es necesario realizar un paréntesis en este análisis para tratar la muerte del líder (?) cubano Fidel Castro, paradigma de un proyecto de sociedad que murió por su propia incapacidad de cumplir con la utopía prometida. No fueron los embargos económicos, ni las gestiones de líderes religiosos, ni la infiltración de elementos subversivos pagados por Occidente, ni las sequías, ni las lluvias o cualquier otro motivo lo que provocó el colapso de los dictaduras totalitarias marxistas, simplemente, las derribaron su inoperancia y su política criminal hacia la población.

Los partidarios de estas dictaduras justifican su fracaso aludiendo a los factores antes citados o a otros, pero no explican cómo han tenido éxito los gobiernos que creen en las capacidades de las personas, dejándole al Estado un papel de subsidiaridad, en circunstancias que enfrentan los mismos desafíos y obstáculos.

La muerte de Fidel Castro ha servido para que nuevamente sepamos quien es quién. Las loas no han parado de surgir de los más diversos e impensados personeros. Sin embargo, para el buen observador no hay ninguno de ellos que sea “impensado”, pues, todos vienen de donde mismo.

Nadie puede negar los cambios de la izquierda proveniente del viejo cuño; ya no está por la vía armada, pero ¿es así realmente? Su renovación es sólo de forma y de estrategias para alcanzar el poder y mantenerse en éste. Los partidos de izquierda nunca han hecho su mea culpa por el uso de la violencia y, cuando alguno de sus integrantes lo hace –obviamente a título personal–, éste es enérgicamente rechazado (recordemos el caso de Erich Schnake: siendo enfermo terminal, no recibía visitas y su fallecimiento paso en el anonimato). Una muestra de la relación de la izquierda con su ADN violentista es la indolencia con que enfrenta a quienes utilizan este recurso para sus fines, siempre que no sean opositores a su causa.

Han sido muchos los “demócratas” afectados por la muerte de Castro en Chile y en el mundo. La defensa en bloque no se ha hecho esperar. La prensa comprometida y la que simplemente sigue la corriente de la moda se refieren a Castro como el “líder cubano” y, cuando sale a la palestra el gobierno Militar chileno, al presidente Pinochet se le tilda de “dictador”. Se habla del régimen cubano y la dictadura de Pinochet.

Al comparar ambos gobiernos, la violación de los derechos humanos sólo es patrimonio del gobierno Militar y no del régimen cubano. Un excelente ejemplo es la pasada edición del programa “En buen chileno” de Canal 13, en ésta uno de los panelistas dijo que la revolución cubana era sin campos de concentración, que no se ha llegado a los niveles de la dictadura de Pinochet. Al respecto es conveniente citar que, directamente por la represión, en Cuba, han muerto miles y miles de personas, tal vez se llegue a 100.000. Un gran ejemplo de respeto por la dignidad humana, sin contar la pérdida de las más básicas libertades y los 57 años sin una sola elección.

La justicia social también es un gran ejemplo de los logros de Fidel Castro. Una de sus banderas de lucha es la medicina: la medicina cubana es buena, mejor que la nuestra, heredada del gobierno Militar. Lo curioso es que Chile invierte 7,1% del PIB vs. más del 10% invertido por Cuba y tiene los mejores índices vitales de la región. Su inversión es menor que el promedio latinoamericano.

Otro ejemplo en este ámbito, son los 900 millones de dólares de fortuna personal del fallecido “líder”; demasiado para alguien que rechazaba el capitalismo, empobrecía a su pueblo y no podía realizar ninguna actividad económica porque todo era del Estado. Un gran contraste con el “dictador” que juntó sólo 26 millones según el CDE, pese a apoyar la economía de mercado y vivir en un país en que el nivel de vida de toda la población mejoraba constantemente. Finalmente, quedó demostrado que el caso Riggs era otro invento más.

Como burla del destino, un 25 de noviembre nació en Chile un reformador que representó ideas y políticas de vanguardia,… llegó al gobierno en 1973, por otro lado, un 25 de noviembre se fue de este mundo un representante de un sistema fracasado,… llegó al gobierno en 1959.

Una última reflexión: ¿no será más acertado hablar de “dictador cubano y líder chileno”?